En el argot popular hay una frase
que indica “hoy por ti, mañana por mí”.
Esto se conjuga con la empatía, solidaridad y reciprocidad.
En el campo de la Psicología,
se establece interacciones y relaciones sociales y personales.
La Ciencia estipula que a la
persona afectuosa se le demuestra respeto, amor y simpatía.
Cada regla lleva su excepción
de relatar aspectos de la vida, de lo que ha hecho y lo que no.
Se tiende a ceder ante quien
lo ha hecho.
En la vida hay circunstancias
de ida y vuelta.
Del choque viene la luz.
En el ámbito de la ética, existe
la palabra reciprocidad.
El filósofo griego Epicuro de Samos uno de los hombres más observador en la antigüedad tenía la
teoría el que quiere felicidad “no hagas a los demás, lo que no deseas que te
hagan a ti”.
La postura de Epicuro de Samos se importantizó a
lo largo de la Historia, la que surgió durante la Revolución Francesa, y a pesar del tiempo transcurrido tiene vigencia.
A nivel político, la
reciprocidad está asociada al trato que las autoridades otorgan a los
ciudadanos.
La reciprocidad se manifiesta de diversas
maneras y en espacios distintos.
Quienes han estudiado antropología
hallan que reciprocidad significa recibir un beneficio de otra persona en el
aspecto positivo o a través de las trampas.
En este caso no se trata de hacer trampas, sino de la
satisfacción de una comisión de la Corporación de Acueducto y
Alcantarillados de Santiago ante la problemática de suministro de agua al apartamento
en que Dios me permite vivir.
El problema no se resolvió de
inmediato, sin embargo, recibí las orientaciones de un equipo de hombres y
mujeres de Coraasan que arrojaron luz y esperanza de zanjar para siempre el
caso.
Agradecido de sus operaciones,
ahora, podré caminar por las calles de Dios en paz, tranquilidad y armonía consigo
mismo.
Mi valoración de quienes por
diversas vías mostraron solidaridad con quien suscribe.
Mantendré “incólume” el aprecio
a mis conciudadanos, valoro el gesto de la ingeniera que encabezó la comisión,
de los trabajadores a quienes observé preocupados y empeñado en solucionar los
convenientes.
En otro orden, lo que si debo
dejar bien claro que jamás negociaré la solvencia moral, principios básicos, hábitos
aprendidos en el hogar materno como anhelan el grupo de “rufianes”.
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