Por Marcelo Peralta
La vicepresidente de la
República, Raquel Peña se pasó de "simpática" y "pisó el acelerador y se fue hasta el
fondo".
Es una mujer que habla hasta
por los “codos”.
No se da cuenta que cuando
funcionarios hablan mucho, a veces cuando no deben ocasionan cansancio a los
demás.
Su permanencia en los medios
de comunicación es “agotadora” y sus asesores si es que tiene, deben educarla.
¿A caso la vicepresidente Raquel
Peña cree que está dirigiendo un hato de ganado?.
¿Cómo cree que con
un proceso de vacunación en que solo el 25% de la ciudadanía tiene la primera y
segunda dosis quiere ponerse la tercera?.
Porque el gobierno no ha sabido
orientar al ciudadano; ha fallado en el convencimiento de ir a
vacunarse, porque no se ha sabido orientar y convencer al pueblo de la
importancia de la vacuna.
Con esa celeridad que actúa la vicepresidente Raquel Peña no va a persuadir a nadie a que se ponga la tercera cuando no se tiene resultado de la primera y segunda dosis.
Eso es una “perturbación” de la vicepresidente. Esa funcionaria debe ponerse a tono, porque muestra que está “acorralada” y que se acelera en la energía interior.
Habla mucho, no se orienta, tampoco se documenta y parece
que no escucha.
¿Qué les sucede a las
personas que hablan mucho?.
¿Por qué se comportan así?
Muestra que tiene “verborrea”
es un síntoma que genera trastorno psicológico.
De hecho, se trata de un
síntoma y de estado maníaco, agitación y ansiosa.
Parece que se les altera el flujo del lenguaje, tiene prolijidad, llena de dificultad para ser interrumpido.
A Doña Raquel
Peña la verborrea le está causando aceleración del pensamiento y esa velocidad
le puede hacer daño en el porvenir.
Debe bajar el acelerador, porque lleva muy rápido la velocidad.
Un discurso puede llegar a
ser incongruente cuando se pierde el hilo de su lógica y crear “fuga de ideas”.
Y eso pueda que en el
porvenir genere falta de ideas centrales en su discurso y puede que se vuelva
inconexo.
No conozco personal a la
vicepresidente de la República, tampoco quiero hacer una lucha del Quijote,
pero la señora Raquel Peña debe recogerse un poco.
Hay quienes la podrían tildar
de “egocentrismo”.
La carreta debe ir siempre detrás
del caballo, nunca delante.
No quisiera que la
segunda jefa del país tenga personalidad con rasgos narcisistas que la lleva a
pensar que es el centro del universo y que solo sus problemas son importantes y que solo a ella haya que escuchar.
De no revisarse, la ligereza
con que actúa la dama palaciega pueda que aburre a los demás y se gane de manera gratuita
la repulsa de quienes estén a su alrededor y la adversan.
Ojalá que la doña no sea de
las personas que habla mucho; que no escucha y solo por acaparar la
conversación suele esconderse una gran inseguridad y hacerla quedar mal ante
los ojos de los demás.
Ese monólogo pueda que esté
afectando a la dama y esconder su diálogo interior para que solo la escuchen a
ella, sino no está jugando a la perfección.
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