Por instrucciones del presidente Daniel Ortega para proteger a terratenientes, militares ametrallaron una aldea de indígenas y mataron a una indeterminada cantidad de hombres defensores de la tierra.
Desde el mes de enero del 2020, los indígenas en las zonas de la
Biosfera Bosawás son tiroteados por militares y los líderes comunitarios
denuncian que el gobierno de Daniel Ortega quiere echar de las tierras que ocupan
decenas de años.
Los indígenas
divisaron a los atacantes cuando pescaban en el río Casca, un afluente situado
en el corazón de la Reserva de Biosfera Bosawás en Nicaragua.
Eran alrededor
de 80 hombres armados,
quienes abrieron fuego sin mediar palabras.
Tres mayangnas
–el gentilicio del pueblo indígena que habita Bosawás– fueron alcanzados por
los proyectiles: Arly Samuel Gutiérrez murió casi de inmediato, mientras
Centeno Indalecio y Marconi Jarquín fueron heridos de gravedad.
Otros indígenas
huyeron hacia su comunidad para alertar que la tragedia era inminente.
El grito despavorido de los
indígenas avivó a la comunidad de Alal, en el territorio Mayangna Sauni As.
Era por la tardeen que las mujeres y niños huyeron hacia las montañas
para resguardarse.
Los hombres se quedaron para
defender la aldea y enfrentar a los "colonos”, los sujetos armados que desde hace una década
invaden los territorios indígenas en Nicaragua ante la inacción y
la complicidad de funcionarios del gobierno de Daniel Ortega.
Los
indígenas cogieron sus pertrechos para la defenderse: arcos, flechas, machetes,
ondas y unas escasas “armas de cacería”, según el relato ofrecido por el líder
mayagna, Larry Salomon, a Univision Noticias. Sin embargo, el poder de los
“colonos” con sus fusiles fue superior.
Los
“colonos” arrasaron Alal: balearon
a los comunitarios, quemaron 16 viviendas –incluyendo la casa
pastoral–, y mataron a todos los animales. Ambos ataques de los colonos sumaron
al menos seis muertos y ocho indígenas desaparecidos, denunciaron los líderes
comunitarios.
La tierra, el centro
del conflicto
La
violencia que sufren las comunidades indígenas en Nicaragua –en especial en el
Caribe– escala cada vez más.
Se ha logrado documentar
desde 2015 los asesinatos de más
de una veintena de aldeanos.
Otros organismos de derechos
humanos hablan de más de 30 muertes, a la par de una espiral de secuestros,
heridos, y desplazamientos forzosos.
Los
territorios indígenas están protegidos por la Ley 445, esas tierras no son
transables de ninguna forma, sin embargo, los colonos han venido expandiendo la frontera agrícola sobre
estas tierras ancestrales, a la vez que han enfrentado la resistencia indígena
con violencia desmedida.
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