Por Marcelo Peralta
Dajabón, R.D. Cuando el doctor Freddy Prestol Castillo, escribió en el año 1973 la famosa novela que sirvió testimonio a la República Dominicana para rememorar los efectos de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina de que el “Masacre se pasa a pie“ nunca imaginó que eso se iba a convertir en una realidad viviente.
Para la fecha en que se escribió, se editó y publicó la obra de Castillo, las aguas del Río Masacre que divide a República Dominicana y a Haití por Dajabón, era respetado por el gran caudal que poseía.
Sin embargo, la mano del hombre lo ha deteriorado debido a la contaminación, la deforestación, la basura, extracción de arena y gravilla.
La obra literaria, para su época concitó un extraordinario éxito de ventas y en pocos días pasó a ser clásica, estudiada por los más importantes centros de enseñanza de la República Dominicana y Haití.
Esa novela convertida en testimonio para usar el término propuesto por el cubano Miguel Barnet, el autor relata en primera persona la matanza de 12 a 20 mil presuntos haitianos a manos de los esbirros de Trujillo en 1937.
El trágico acontecimiento es uno de los momentos álgidos de la dictadura que manifiesta claramente su carácter duro y deja al desnudo las relaciones de violencia entre el Estado y la población.
La finalidad de la obra lo que pretendía era la de restablecer los hechos verídicos contra las mentiras de la propaganda oficial.
Apoyándose en esta voluntad de autenticidad, la novela presenta de modo dinámico y sintético el trastorno que sufre la sociedad dominicana sometida al Estado dictatorial.
La literatura se presentó como una urgente necesidad para devolverle la memoria a la nación en la perspectiva de su reconstrucción.
Sin embargo, a la fecha de hoy, los haitianos han invadido pacíficamente a la República Dominicana donde destruyen toda la identidad que caracteriza a los dominicanos y eso se produce con la complicidad del gobierno, políticos, empresarios, militares, funcionarios, organismos internacional.
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