Texto y fotos por Marcelo Peralta
HIGUEY,
R.D.-Centenares de peregrinos comenzaron a llegar a esta ciudad para participar mañana de las actividades religiosas en honor
a la patrona espiritual del pueblo dominicano Nuestra Señora de La Altagracia.
Tanto
las autoridades provinciales como las municipales se han unido a las demás
instituciones de la provincia para ultimar los detalles que permitan garantizar
una buena estadía a los visitantes, creyentes católicos.
La
Alcaldía, por ejemplo, realizó labores de limpieza, pintura y
reacondicionamiento de áreas públicas, con lo cual asegura un ambiente
agradable para los peregrinos.
Es
costumbre que el Día de la Virgen de La Altagracia, el presidente de la
República acuda a rendir tributo a la «doña Tatica» como le conocen los files,
y aunque el primer mandatario suele no hablar a los medios durante su estadía
en la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia, se espera que dé inicio a obras
que impulsen el desarrollo de la provincia.
Muchos
de los peregrinos que acuden al centro de adoración de la fe católica, lo hacen
vestidos de blanco, de saco, alistado, para agradecer milagros recibidos o
hacer peticiones por causas difíciles como son salud de seres queridos con
enfermedades terminales, liberación de personas que se hayan sufriendo alguna
eventualidad difícil desde el punto de vista humano.
Muchas
veces, peregrinos van de rodilla hasta la entrada del templo o llevan donativos
en gratitud por el favor recibido.
La fe
en la Virgen de la Altagracia nace desde hace centenares de años. Comienza en
los tiempos de la colonia, 400 años atrás, cuando a principios de enero, la
devota hija de un rico comerciante de Higüey pidió a éste que le trajese de
Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia.
El
padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes, pero nadie había oído
hablar de esa advocación Mariana.
Ya en
Higüey, el comerciante decidió pasa la noche en una pensión. En la cena,
apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera
llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes
relatándoles su infructuosa búsqueda.
Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas que también iba de paso, sacó de su saco un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al comerciante diciéndole: “Esto es lo que usted busca”.
Era la Virgen de la Altagracia. Al
amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio.
El
lienzo presentaba una hermosísima imagen de la virgen en el grandioso momento
de su alumbramiento, una representación feliz del misterio de la Maternidad
Divina de María. Esa es la Alta Gracia.
La
tradición narra que el 21 de enero, la hija del comerciante recibió a su padre
al pie de un naranjo, en el mismo lugar donde hoy se encuentra el santuario
de Higüey. Allí el comerciante con mucha alegría y satisfacción le entregó a su
adorada hija ese regalo tan anhelado.
Tanto
Nuestra Señora de las Mercedes, como la Virgen de la Altagracia, la de
Guadalupe, la de la Caridad, entre otras advocaciones son la misma Virgen
María, madre de Dios.
La
imagen de Nuestra Señora de la Altagracia ha tenido el privilegio especial de
ser coronada dos veces.
El 15
de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II,
quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979,
coronó la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a
la virgen, primera evangelizadora de las Américas.
La
República Dominicana tiene dos advocaciones marianas: Nuestra Señora de las
Mercedes, patrona del pueblo dominicano desde 1616 y la Virgen de la
Altagracia, protectora y reina del corazón de los dominicanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario