Por Ricardo Rodríguez Rosa
El Nacional
SANTIAGO. El Arzobispado santiaguero
mostró su preocupación por la cantidad de fallecimientos de personas, así como
las heridas y fracturas sufridas por otras, al ser atropelladas aquí en semanas
recientes por motoristas circulando en vía contraria o por las aceras.
De la situación, el principal
estamento católico de esta ciudad culpa a empleados de farmacias, colmados y
supermercados, a quienes define como “el tormento de nuestras calles”.
La queja del Arzobispado santiaguero
aparecerá este domingo en la edición del semanario Camino, su órgano escrito, a
través del editorial titulado “Dolor y delivery”.
Resalta la muerte del adolescente
Albert Vásquez, estudiante del colegio Padre Fortín, cuando cruzaba la avenida
Juan Pablo Duarte, para integrarse al equipo de fútbol de su centro educativo,
atropellado por un delivery en vía contraria, lo impactó, causándole graves
daños, y dos días después murió.
También, la enfermera Niurka Blanco,
mientras caminaba con sus dos niños por la carretera de Monte Adentro,
Santiago, y un joven que iba haciendo piruetas en su motocicleta la chocó, y
ella murió a los pocos días, pero pudo salvar a sus hijos porque, al ver el
peligro, los empujó hacia la cuneta para evitar lo peor.
Otra víctima fue la ingeniera
Subely, quien pertenecía al Coro Espíritu Santo, quien mientras caminaba, un
delivery se subió a la calzada, la chocó, cayó en la calle y un carro la
atropelló.
Sostiene Camino que en el país la
falta de orden es una rutina que se ha vuelto un estilo de vida y que la
debilidad de las instituciones es su mayor protección.
Camino considera llegado el momento
“de frenar la carrera loca de estos mozalbetes, dedicados a prestar servicios a
domicilio” y que los dueños de los centros comerciales que los emplean “no
pueden permanecer indiferentes frente a estos excesos”.
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