1.- La sociedad dominicana de hoy es la adecuada para que en ella estén presentes personas que hacen gala de lo que no son en su vida real o, lo que es lo mismo, lo que aparentan ser no se corresponde con la realidad de sus actuaciones.
3.- En
nuestro medio, el hipócrita se ha desarrollado tanto que el proceder fingido se
ha hecho algo distintivo, muy propio de la generalidad de la actual generación
de dominicanos y dominicanas. Aquí, el poseedor de sabiduría, para joder a los
demás, se hace un ignorante, más que un
lego.
4.- La habilidad de los fingidores ha llegado
hasta el punto de que,
para confundir a los ingenuos, se dedican a hacer necedades, aparentando, con sus pendejadas, ser unos imbéciles,
aunque en verdad son muy agudos,
altamente avistados.
II.- Actitudes hipócritas
5.- El
proceder de una persona física sirve para definirla en uno u otro sentido. De
ahí que por la forma como se porta un
ente social llegamos a saber si es auténtico
o de dobleces.
6.-
Porque el dinero es la base de la política sin principios y ausente de decencia, poco importan los
medios y los métodos empleados para
obtener los recursos económicos. Lo que cuenta en la política del bajo mundo son los
resultados. La manera como
se logran los pesos o dólares, no
importa.
7.- En
el accionar politiquero toma su imperio el principio jesuítico de que “el fin
justifica los medios”. De donde resulta que, aquel que está en la política como una actividad lucrativa, para obtener
beneficios, lo que cuenta es llegar a
ocupar un lugar en el aparato del Estado, y para tal fin no hay
que tomar en cuenta la forma, deleznable o noble, limpia o sucia, santa
o endemoniada.
8.- En
el ambiente político nacional, hasta aquellos seres humanos que todavía
están chupando los pechos de sus
madres, saben que en la politiquería vernácula la competencia no se decide por los programas de los partidos o las virtudes que
adornan a los candidatos, sino por el
dinero que invierte la mayoría de los postulantes.
9.- En los procesos electorales que se efectúan
aquí, en un ciudadano o ciudadana que se
presente como candidato, no tiene importancia la honestidad, honradez, integridad
ni probidad. Lo que sobresale y decide
es el dinero de que disponga para obtener votos. Lo vicioso, lo deshonesto,
está cubierto con billetes de bancos.
10.- Talento, honestidad y virtudes ciudadanas,
quedan sepultadas por un paquete de papeletas, aunque estas sean adquiridas por medio del narcotráfico, la
corrupción pública o privada, o el crimen
en sus diferentes modalidades. A la hora de contar los votos, lo que
vale es el resultado a favor del
candidato ganador, sin que cuenten los
asesinatos ejecutados para conseguir el dinero y comprar voluntades políticas.
11.- El dinero genera liderazgo circunstancial,
pero llegar al corazón de las masas populares, se logra con un trabajo
de identificación con sus causas y demandas justas. Al líder lo hacen sus seguidores por el obrar consecuente, pero
el politiquero nace y se mantiene por
prebendas y por otorgar cargos de muchos beneficios y poco esfuerzo.
III.- Razonamiento final
12.- En
nuestro país, hasta los más estúpidos saben que la politiquería es un negocio,
en el cual la mercancía dinero desempeña la función
fundamental. Por tanto, no es más que un
simulador aquel que ahora se da por alarmado por el hecho de que un legislador
está acusado en el extranjero por sus vínculos con el narcotráfico.
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