En la frontera hay contrabando abierto y técnico, porque unos pagan y otros evaden.
Por Marcelo Peralta
Dajabón, R.D.-Para ciudadanos pensantes provoca
risa la tozudez del gobierno dominicano y la payasada de construir una verja en
la zona fronteriza.
Entienden que la mayoría de los contrabandos, el
tráfico humano, drogas, armas de fuego, que procede desde Haití y entran al
país no se hace por los montes, sino entre las narices de las “autoridades”.
Se especula que los contrabandistas y la
existencia de alegados “coyotes” operan en componenda con cómplices con altos
poderes de influencias en República Dominicana.
Además, entienden que al igual que los
trágicos irregulares fronterizos de artículos diversos, se suman miles de
mujeres haitianas que paren en hospitales gastos en que se incurren son pagados
por el gobierno con los impuestos que pagan al fisco los dominicanos.
Opinan que para reducir el contrabando humano, mercancías
comestibles, vestimentas que ingresan al país sin pagar los impuestos aduanales,
carentes de regulación legal, sería necesario desarmar las mafias prevalecientes
en la frontera.
La construcción de la verja, consideran residentes cercanos a la obra, opinan que la misma se caerá con “dos patas” que le de cualquier haitiano y todo el dinero, sacrificio, esfuerzos, sudor de los obreros se habrá perdido.
“Eso es una pantalla que los dajaboneros no la
tragaremos”, aseguran ciudadanos consultados.
Creen que con esa “famosa” verja lo que se está haciendo es una “pantalla” para “tapar” otras cuestiones más peligrosa como permitir la entrada a República Dominicana de millones de haitianos cumpliendo presiones de organismos internacionales.
Aunque, se admite que el tráfico irregular de mercancías, drogas, trata de blancas, armas de fuego, cigarrillos, alcohol y otras acciones que se entretejen, son delitos sancionados por las leyes vigentes.
Pese a que hay personas que cuestionan, exigen
sanciones, que se analice, el ingresado de gentes sin documentos y las
mercancías “piratas”; otros, em cambio, consideran que se esa actividad aunque
ilícita se ganan la “vida”.
Opinan que con el tráfico irregular de humanos
se benefician responsables de la vigilancia, seguridad, control, comerciantes,
traficantes, choferes, motoconchistas, dueños de fincas, hacendados, ganaderos
y productores agrícolas.
A la República Dominicana, desde Haití, entran
mercancías prohibidas, y su venta se hacen normal y llega vía contrabando.
En su mayoría, están asociadas al contrabando,
sin declarar, también, armas, marihuana,
cocaína, alcohol, ropas, zapatos, corbatas, trajes, carteras, correas, ajuares,
usadas en otras naciones, donadas a Haití
y vendidas en República Dominicana.
Detener la ilegalidad, combatirla conllevaría
influir con responsabilidad social, un compromiso comunitario, porque el
sistema político ha fallado debido a su complicidad con organismos
internacionales orientado a perjudicar la convivencia en República Dominicana.
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