I.- Una época de intelectuales brillantes.
1.- No sé, a lo mejor, quizás. Podría estar en parte o
totalmente equivocado, pero es mi creencia que la sociedad dominicana de hoy
tiene en su seno las mujeres y los hombres de más alto talento, mayor
preparación académica y destreza para todas las actividades. El país dispone de
personas que se pueden desempeñar con superior calidad; son excelencias en lo
que ejecutan.
3.- Sorprende que intelectuales brillantes,
escudriñadores de relevante categoría, así como políticos de fuste, no expongan
con claridad cada uno de los pequeños elementos que componen los fenómenos
sociales que vivamente lesionan a nuestro pueblo.
4.- El motivo por el cual he hecho referencia a la
gran cantidad de personas sobresalientes con las cuales contamos, y el hecho de
no decir cuál es real y efectivamente la causa fundamental que hace posible la
existencia de toda una serie de lacras, es porque creo que nuestro pueblo
merece que le sea descifrado lo que se le está presentando como un enredo que
no puede ser explicarlo en forma sencilla, aunque en verdad no hay tal maraña,
sino interés en no ponerlo todo claro y ordenado.
5. Hace unos meses, en los marcos de la reunión de
cancilleres de los países que integran el Sistema de Integración
Centroamericano (SICA) efectuada en el país, uno de los cancilleres planteó “la
creación de políticas para enfrentar los retos y desafíos y lucha contra la
pobreza”.
II.- No basta señalar la enfermedad, sino también la
causa.
6.- No es posible resolver el hambre de comida allí
donde predomina un sistema social que descansa en la desigualdad de
oportunidades. El salario que devenga un trabajador no representa el real poder
adquisitivo para adquirir los alimentos nutritivos indispensables para
conservar buen estado de salud y una subsistencia digna, y en peor situación se
encuentra la gran masa de trabajadores que no están insertados en el mercado
laboral.
7.- Es algo pensado sin fundamento hablar de la
solución de la escasez de comida como algo que se puede resolver con simples
pronunciamientos y buenos deseos. Una cosa es exponer la falta de alimentos y
otra, muy distinta, encontrarle solución bajo un sistema que genera miseria.
8.- El sistema social bajo el cual vivimos hoy los
dominicanos y las dominicanas, es causante no solo del fenómeno del hambre,
sino también de otros que nos afectan por igual. Los males que padece nuestro
pueblo, entre los que se destacan desempleo, analfabetismo, insalubridad y
falta de techo, así como corrupción y prostitución, solo pueden desaparecer
mediante una transformación profunda que rompa por completo con el estado de
sostenimiento actual.
9.- De la misma forma que se elaboran discursos para
supuestamente acabar con el hambre, también se llama a la lucha contra la
prostitución ejecutada por mujeres, como si estas vendieran su cuerpo y
caricias porque es su deseo, y no por necesidad para satisfacer necesidades de
subsistencia. La eliminación de la prostitución, al igual que el hambre, no es
cuestión de simples deseos y consignas, sino de cambios efectivos en la base
económica que la hacen posible, de donde resulta que el fenómeno de la
prostitución tiene raíces económicas y sociales, lo mismo que el hambre.
10.- El cantaletear para enfrentar el hambre y la
corrupción, sin llamar a combatir aquello que las genera, también se utiliza
para motivar la brega por la igualdad del hombre y la mujer, cuando lo correcto
es decir que el problema femenino es tan solo un aspecto del problema social
general, que solo puede tener solución definitiva con la destrucción de los
contrastes sociales y la eliminación de los males derivados de ellos. No basta
con ubicar la enfermedad y definirla, si no cuál es su caldo de cultivo.
11.- El régimen actual está estructurado en lo económico
y social para tener como aliadas incondicionales todas las tachas que dañan al
ser humano y a la sociedad en general. El hecho de que el ordenamiento actual
esté acompañado por lacras que le siguen como la sombra al cuerpo, manda el
mensaje de que para liberar el cuerpo social dominicano de iniquidades y
degeneración, se impone un cambio real que vaya al fondo del problema, no a
tocarlo por las ramas.
12.- Aunque hay fenómenos sociales nocivos impulsados
por el sistema actual que llaman la atención, hay otros que no se advierten con
facilidad y que, al igual que el hambre, la corrupción y la pobreza, están
presentes en nuestro medio, como es la imposibilidad del desarrollo integral
del ser humano. En el medio nuestro no es posible la verdadera igualdad entre
las personas porque no existen las premisas materiales indispensables para que
exista. Mientras tanto, la igualdad jurídica andará por su lado, y la de las
oportunidades está en veremos.
13.- En el medio dominicano la igualdad se convierte
en apariencia, en una simulación, porque el orden económico se encarga de
impedir el desarrollo de las capacidades de las grandes mayorías, mientras
posibilita la completa formación y preparación de una minoría. Por mucho tiempo
seguirá siendo un ideal alcanzar la igualdad de oportunidades.
III.- La ideología como guía lleva a la conciliación o
a la lucha social.
14.- La lucha por conquistas sociales tiene muchas
aristas, por lo que siempre existe la posibilidad de manejarla dependiendo de
la conveniencia de aquel que la ejecuta. El conjunto de las ideas que abraza el
que plantea la necesidad de los cambios económicos, políticos y sociales,
encierra un ideario que es su guía para accionar. La doctrina le dice al
activista social el enfoque que le debe dar a determinado fenómeno para
orientar en uno u otro sentido. Cada persona tiene en su cabeza una forma para
realizar el mandato de su conciencia.
15.- Algunos cientistas, muy bien instruidos en las
ciencias sociales y ampliamente entendidos en el desenvolvimiento de la
realidad del país, se les hace difícil decirles a aquellos a quienes se dirigen
qué hambre, prostitución y corrupción, lo mismo que la desigualdad de que es
víctima la mujer, tienen carácter sistémico, es decir, están en la estructura
que los engendra.
16.- Un ciudadano cualquiera, político profesional o
no, puede tener la opinión de que la solución de los problemas de su país está
en implementar reformas que representan una innovación parcial que conserve la
esencia de la situación existente, sin afectar los fundamentos del régimen
social vigente. El reformador social está bloqueado ideológicamente para
enfrentar de raíz los fenómenos nocivos de la sociedad, aunque rechace la
corrupción, la prostitución y el hambre.
17.- En nuestro país hay un sinnúmero de personas que
conforme a su criterio ideológico enfocan los problemas sociales, y partiendo
de su concepción plantean el fin de los mismos. De ahí que determinados
sectores consideran que regalándole un plato de comida a un hambriento ya se
soluciona el problema de comer, lo mismo que otros creen que cerrando los
prostíbulos y apresando a las que entregan sexo por dinero se elimina la prostitución.
Pero los que piensan en forma distinta son de opinión de que para que
desaparezca el mal hay que acabar con el causante que lo hace posible.
18.- En el interior del movimiento obrero, lo mismo
que en el accionar político partidista, existen corrientes cuya misión es negar
la existencia de la lucha que se da entre las diferentes clases sociales, y
sostienen la tesis de la colaboración de las mismas; cifran sus esperanzas en
que por medio de reformas es posible convertir el capitalismo en una sociedad
de prosperidad general. Criterio contrario al de los que creen que es posible
acabar con la explotación perfumando y amansando el sistema, tienen los que ven
el accionar de la brega en los sindicatos como asociación de obreros creada con
el fin de defender sus intereses ante los patronos por mejoramiento de salarios
y de condiciones de trabajo en general. También luchan ante el estado por
determinadas leyes.
19.- Aquellos que en cada país abrazan la línea del
sindicalismo mantienen como norma oponerse a la participación de los sindicatos
y de los obreros en la lucha política. La generalidad de los sindicalistas
consideran el movimiento sindical y la lucha económica como la única vía para
la liberación de la clase obrera de la opresión social, restándole eficacia a
la lucha de los trabajadores desde su partido político clasista e impidiéndole
así llevar a feliz término de cumplir con su misión histórica de liberarse
ellos y a todo el pueblo.
20.- El reformador va de la mano con el reformista que
se interesa por llevar a la práctica posiciones conciliadoras con el fin de
suavizar contradicciones clasistas que pueden llegar a ser insuperables. El
interés del reformista es colaborar con las clases dominantes para, a lo sumo,
hacer tímidas reformas que no lesionan en lo absoluto el orden social
predominante y su naturaleza de clase. Aquellos que se identifican con
posiciones reformistas se pronuncian contra las taras sociales, pero no contra
el causante de ellas.
21.- No es cuestión de tiempo ni de buena voluntad
erradicar las lacras de un sistema social como el que impera aquí, porque los
vicios sociales son los últimos vestigios que desaparecen de un régimen que,
como el que padecemos, se ha hecho añejo y está degradado hasta lo último. Es
más fácil quitarle el poder del Estado a los grupos que históricamente lo han
detectado en su provecho, que erradicar la corrupción y la prostitución.
22.- No basta con señalar las enfermedades que
lesionan el enfermo orden social, económico y político bajo el cual estamos viviendo
y hemos vivido durante más de doscientos años; lo que importa es, además de
identificar la alteración de la salud incurable del cuerpo social, decir que
contagia a todas las personas que giran alrededor de su dominio.
23.- Denunciar los males sociales para que sean
conocidos por el pueblo y ponerlos en evidencia enriquece el conocimiento de la
realidad que vivimos, pero mostrar su esencia hace posible que elaboremos
métodos de lucha para enfrentarlos con posibilidades de éxitos y así liberarnos
de ellos. Revelar las causas que motivan los fenómenos sociales entraña
compromiso social y, a la vez, prueba coherencia y fidelidad a las ideas de
verdadera liberación de la opresión social.
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