POR: JUAN PABLO BOURDIERD – Comunicador. Reside en Santiago Rodríguez.
El
presidente de la República, Luis Abinader Corona anunció en marzo el programa,
“English for a Better Life” (Inglés para una Vida Mejor) que será implementado
en algunos centros educativos de Jornada Extendida como prueba “piloto”.
Diez
centros educativos ubicados en las cinco regionales del Ministerio de Educación
iniciarán en este año escolar 2022-2023, según informó el Presidente. El
anuncio fue realizado en el salón Las Cariátides, del Palacio Nacional.
Mientras
en la Cámara de Diputados de urgencia, a unanimidad y a todo vapor, fue
aprobado el proyecto de ley que procura garantizar el aprendizaje de inglés
como segundo idioma en los centros educativos de la República Dominicana.
En el
ministerio de Educación de la República Dominicana (Minerd) el idioma inglés
siempre ha sido la segunda lengua de enseñanza, mientras que, la tercera es el
francés; pero es de gran importancia que el primer mandatario de la nación y
los legisladores estén preocupados por la enseñanza en el país, mejor cuando se
piensa mejorar la calidad de la enseñanza de otra lengua.
La
preocupación no solo debe existir para una lengua extranjera, el inglés; todas
las áreas de enseñanza en la educación dominicana están plagadas de
problemáticas, que el Minerd muy bien conoce, pero prefieren amenazar a los a
docentes con que traerán especialistas extranjeros a impartir docencia en las
escuelas de la República Dominicana. Creo que están equivocados. El mejor
maestro del mundo lo tiene la tierrita de Duarte, el único que podía igualar a
un maestro dominicano era el actor James Bond.
Los
especialistas extranjeros de los que tanto alardean, trabajan muy cómodos con
pocos alumnos, siete o quizás 15 y tienen un ayudante. En República Dominicana
un aula debería tener 35 alumnos, sin que influya en eso el nivel social o el
lugar de que se trate. En ese sentido, y partiendo de las condiciones en las
que trabajan los expertos extranjeros, el país y el mundo agradecería que
nuestros ilustres legisladores, tal como aprobaron una ley para que el inglés
sea la segunda lengua, también aprueben otra para regular que nuestras aulas
solo tengan la cantidad de 10 alumnos por secciones y con un ayudante para el
maestro; pero, por supuesto, es mejor decir que no hay en qué gastar el 4 %.
Otra
grave problemática en la educación dominicana es la reubicación de maestros:
Profesores de inicial trabajan en primaria o secundaria; de español son capaces
de impartir matemáticas o cualquiera área como: sociales, naturales, inglés… Es
que los maestros dominicanos son protas. Otra muy buena opción para invertir el
4 % en la calidad de la educación.
Tan
rápido como son conocidas y aprobadas algunas leyes, también debería aprobarse
en bola de humo que los alimentos en los centros educativos sean cocidos en el
mismo centro educativo; como fue la idea inicial del proyecto de Jornada
Extendida; pero cuando los ricos se dieron cuenta de ese agujero negro,
rompieron las reglas del juego. Los suplidores tienen los alimentos hechos a
las 8:00 A.M., para ser llevados a los centros entre 9 y 11 A.M., cual atenta y
pone en riesgo la calidad de esos alimentos: arroz con maíz, arroz con huevo,
locrio de sardina… Esos son los alimentos de calidad que llegan a las escuelas
y liceos.
El
Ministerio de Educación (Minerd) tiene las puertas abiertas para entregar al
país una educación de calidad, como la merecen los dominicanos; el programa de
“Jornada Extendida” es un plan maravilloso, pero fue marchitado cuando se
apartaron de sus raíces; grave, pero muy grave fue quitar los talleres que se
impartían en todos los centros de la modalidad, pues donde no existen talleres,
es más agotamiento y cansancio para docentes y alumnos.
El
cuatro por ciento es una inversión cuestionable si solo beneficia a los
empresarios que venden uniformes, a los que hacen y venden libros y cuadernos y
a quienes están en el negocio de vender comida. Si el Ministerio de Educación
no asume con responsabilidad una transformación educativa y administrativa aún
más profunda que la que se pretende hacer en la Policía Nacional, no alcanzaremos
los objetivos con que nos hemos comprometido en acuerdos internacionales. Y que
conste, que no es responsabilidad de los maestros y de las maestras, como suele
afirmarse para justificar el proceder equivocado de quienes detentan el poder
político y económico en nuestro país.
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