La residencia construida con piezas traídas desde Francia, a finales del siglo XIX en la actualidad genera peligro de desplome.
Por Marcelo Peralta
Montecristi, R.D.-Las propiedades son como las personas que cuando envejecen hasta algunos de sus hijos las abandonan.
El lugar donde se generan, principalmente los fracasos es en la mente de los humanos.
Todo el que piensa en derrota nunca logra una victoria.
Aquel que no cambia la manera de pensar, nunca podrá tener la forma de vivir en armonía.
Muchos funcionarios de los pasados gobiernos del PLD ofrecieron ayudas para restaurar un patrimonio monumental en la ciudad San Fernando, Provincia Montecristi, las que nunca llegaron.
Este patrimonio construido en el año 1895 está al borde del desplome y constituye un verdadero peligro.
Esta vivienda llena de historias, secretos, fue edificada con materiales traídos desde Paris, Francia, la que en su tiempo de gloria sirvió de acogida a a ilustres personalidades del mundo.
Sin embargo, a la fecha, de vieja, descuidada, en cualquier momento podría derrumbarse.
!Ironía de la vida!
Edificada con la pericia del maestro constructor Roderick Arthur, que armó decenas de casas victorianas en Puerto Plata y Montecristi eran los dos de mayor movimiento de carga del país al finalizar el siglo XIX e inicios del XX”, escribió el periodista Ubi Rivas.
El inmueble se desgasta ante los ojos de vecinos y visitantes la
imponente villa de doña Emilia Jimenes Pereyra que muestra su decadencia, pese al
evidente valor histórico y arquitectónico del inmueble, levantado a finales del
siglo XIX.
Pero sigue causando asombro y admiración la
residencia, ubicada en el corazón de la ciudad del Noroeste y registrada por el
Comité Dominicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios del
patrimonio cultural en peligro.
Pese al abandono en que está desde hace
décadas, la mansión se mantiene recordando su esplendoroso pasado ubicada en la
calle Juan Pablo Duarte esquina Federico de Jesús García cerca del Reloj
público y al antiguo Club del Comercio.
Peatones y turistas se detienen a preguntar a
quién perteneció el inmueble.
Deciden hacerse fotos y videos ante la desvencijada estructura, propiedad del Estado dominicano.
Bautizada como la gran casona, admirada y confortable que sirvió de hogar de Doña Emilia Jimenes Pereya adinerada y filántropa.
Fue una dama distinguida que hizo grandes aportes a la
vida de la política, partera y animadora cultural, con apellidos de abolengo y de los
más acaudalados círculos financieros de la época.
Emilia Altagracia, nacida en el 1854 y
fallecida en 1945, era hermana de Juan Isidro Jimenes, quien fue presidente de
la República tras la muerte del dictador Ulises Heureaux, desde el 15 de
noviembre del 1899 al 2 de mayo de 1902.
El líder del Partido Azul fue derrocado por el general Horacio Vázquez y de nuevo elegido presidente en 1914.
Gobernó hasta el
7 de mayo de 1916, cuando fue obligado a renunciar tras la ocupación militar
estadounidense.
A los 22 años, Emilia Jimenes Pereyra se casó con Rafael Rodríguez
Camargo, vinculado a la gesta de la Restauración, quien se destacó como
empresario e instaló el ferrocarril, en Montecristi.
Ella realizaba peñas culturales y festejos en
sus lujosos salones.
Los maestros de Emilia Jimenes Pereyra fueron el puertorriqueño Eugenio María de Hostos; el cubano José Martí y el dominicano general Máximo Gómez.
Una de las galerías de la residencia.
Valor patrimonial
La casa es considerada un patrimonio
monumental.
Construida cuando Montecristi vivía en un
ambiente de prosperidad y atraía a personas de Santo Domingo, Santiago, Puerto
Plata, ingleses, franceses, españoles, chinos, estadounidenses, sudamericanos e
isleños de las demás Antillas.
Un factor importante en el progreso de
Montecristi fue la Casa Jimenes y Cía, que tuvo sucursales en Haití, Alemania,
Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
La compañía era propiedad de Juan Isidro
Jimenes, de doña Emilia y del esposo de esta, Rodríguez Camargo. Los hermanos
eran hijos de Manuel Jimenes, quien fue presidente de la joven nación, en 1849.
Rodríguez Camargo era hijo de Ramón Rodríguez
(El Gallego) y de María Rosa Camargo.
Su familia fue una de las más pudientes del
país, y él falleció en el 1890, a causa de un accidente ocurrido en el mismo
ferrocarril que construyó.
“Dicen que se zafó un vagón y que él iba con
los pies entre dos vagones, con intenciones de pasar de uno a otro; la triste
realidad fue que los vagones se separaron y Rafael cayó al pavimento.
El ferrocarril le pasó por encima, pintando la carretera de rojo”, relata Lobetty Gómez de Morel.
Uno de los salones de la casona.
Características y estilo
La mansión se alza sobre un sótano, donde había dormitorios y cocina para los empleados.
Posee paredes y pisos de madera
y puertas ornamentadas con arco de medio punto.
“Consta de dos niveles, con galerías
perimetrales y balcones tanto frontal, como laterales; de estilo neoclásico,
ecléctica, perteneciente al segundo periodo de la república francesa”, describió
hace algunos años la escritora Lobetty Gómez de Morel.
La autora agrega que el inmueble presentaba
hermosos detalles en las columnas, puertas, dinteles, aleros y cornisas y que
las fachadas del segundo piso estaban revestidas de láminas de aluminio
decorativas, semejantes a escamas de peces.
Destaca que tiene un techo Mansard y que
mostraba en su interior escalera y pasamanos en caoba.
La investigadora señala que el inmueble poseía
amplios salones para realizar cada actividad, sala de recibo, salón de baile y
festejos, área de fumar, con finas escupideras de porcelana, habitación para
las veladas nocturnas, donde el piano constituía el centro de atención.
En su época de magnificencia, decoraban los
pisos bellas alfombras importadas, salones lucían pulidos muebles de manera
preciosa, lámparas de cristalería asiática y otros ornamentos usados en las
residencias solariegas de antaño.
Planes fallidos
La mansión en ruinas sería restaurada, promesa
que hizo José Antonio Rodríguez, cuando fue ministro de Cultura en gobiernos
del PLD y la promesa nunca se cristalizó.
Otro que prometió fue el ministro de Turismo, Francisco Javier García, ofreció aportar los recursos para restaurar la majestuosa joya arquitectónica y nunca llegaron.
Pese al anuncio nada se hizo para restaurar la
casona. Y en la actualidad Neris Rosario Gómez, presidenta del Clúster
Turístico de Montecristi, le solicita al ministro de Turismo, Francisco Javier
García, que encamine gestiones para restaurar la villa, pues es un patrimonio
de gran valor, que a su juicio puede formar parte de la oferta turística de la
provincia.
Por motu proprio, la custodia del
inmueble la ejerce el Clúster Turístico, que incluso hace algunas reuniones en
un salón del primer piso del inmueble, también usado en ocasiones por otras
entidades, contó Rosario Gómez.
Debido al abandono en que ha permanecido, la casona ha sido saqueada en diversas oportunidades y ha piezas de madera preciosa y elementos decorativos originales.
La reseña la hizo Neris Rosario Gómez, cuando
fue presidenta del Clúster Turístico de Montecristi.
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