Por Marcelo Peralta
Estamos viviendo en incertidumbre personal, laboral, grupal, individual, colectivo,
social, familiar, entre angustia y desconcierto,
ya que nadie nos ha dicho las razones del por qué y para qué crearon el
coronavirus que nos paraliza.
En el
mundo, pocas personas están acostumbrados a llevar una vida “planificada”, a
nivel personal, profesional, laboral, familiar, social y grupal.
Cada ser
humano tiene rutina que nos tranquilizan, nos alejan del caos, los niños van al
colegio, los adultos al trabajo, de compra y los domingos a las actividades
educativas, playas, a templos religiosos, política, a una comida familiar, excursiones.
La
aparición en el mundo del coronavirus ha puesto en de rodillas y en jaque a la
humanidad.
A pesar
de su miniatura controla, enferma y mata a millares de hombres y mujeres sin
saber hasta cuándo se mantendrá.
Las planificaciones
que se habían creado, por el momento se observa imposible realizarlas.
El
coronavirus le ha demostrado al hombre que a pesar de sus ambiciones económicas
y afán de lucro en todas sus dimensiones, le ha demostrado que es frágil,
vulnerable y sin importar los millones acumulado en buena o
en mala lid.
Muchos empresarios y mujeres adineradas en los actuales momentos
en el mundo no pueden trabajar, dormir, programando para cuando, Dios lo desee recuperar
el dinero dejado de ganar con maniobras o no.
Ellos,
si quedan vivos, buscarán la manera de cómo organizar, evolucionar ante esta
crisis, qué va a pasar en el porvenir.
Antes de
la llegada de la pandemia a muchos no les daba el tiempo para revisar las
tareas de sus hijos al regreso de las clases, porque no tenían tiempos, mientras
hoy, se dan cuenta los sinsabores que pasen los maestros en las aulas.
La
sociedad, nunca agradece la labores de los médicos y en estos tiempos, hasta
cuando una hebra de cabello les duele claman a que les llamen a un médico para qué
le revise su anatomía.
Maldecimos
a los guardias y policías cuando arrestan a los parientes o delincuentes, sin
embargo, en estos tiempos de crisis sanitarias son ellos que nos defienden y
protegen.
Criticamos
a las enfermeras cuando hacen huelgas en los hospitales reclamando mejores
condiciones salariales, no obstante, en la actualidad médicos y personal de apoyo
son quienes se arriesgan y contagian salvando vida del coronavirus.
La sociedad
injusta no contempla ni valora la extrema angustia, incertidumbre y
presión a la que están familiares de médicos, enfermeras, camilleros, choferes
de ambulancias, seguridad de hospitales estatales y clínicas privadas en estos
momentos de crisis del coronavirus.
¿Por dónde
irán las redes de este coronavirus?.
¿Por qué
el mundo sigue atado a un virus?.
¿Por qué
un virus nos hace sentir vulnerables?.
¿Por qué
nos paraliza, enferma y mata a miles de personas?.
¿Por qué
si alguien lo creó no tiene la manera de detenerlo?
¿Por qué
tiempo lo crearon y lo lanzaron al espacio?.
¿Quiénes
se responsabilizan por los daños ocasionados y que nos tiene perdidos y
detenidos?.
Tener
que esperar a que algo se resuelva crea ansiedad.
Ahora
bien, lo imprevisible supone esfuerzo psicológico para millones de personas.
Los psicólogos
no darán abasto para lidiar mejor con la incertidumbre humana.
El mundo
tiene que reaccionar de manera normal y adaptativa ante la situación
imprevista, la tensión a la que estamos sometidos.
Consciente
estamos de que en miedo, es una emoción básica y contagiosa, psicofisiológica el cuerpo no está preparado para actuar ante reacciones automáticas y el
cerebro no listo para soportar y dar
una respuesta inmediata.
Ante
todas las cosas, debemos que tratar de comprar, a cualquier costa “TRANQUILIDAD
EMOCIONAL”, rechazando todo aquello que nos vaya a deprimir, desesperarnos.
Mi
recomendación, es que ante esta vorágine que nos afecta, tratemos de hacer algo
que nos dé tranquilidad, porque tarde que tempranos, Dios hará que esto pase.
La incertidumbre
se alimenta con preocupaciones, pensamientos negativos en que muchos insensatos
tratan de engordarla con teorías tremendistas, catastrofistas, en que es más
fácil caer en depresión que mantenernos de pie firme, porque
no debemos sobreponernos a las informaciones de los medios de masas y de
personas inseguras.
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