Rufino Antonio de la Cruz Disla, era el ciudadano que manejaba el jeep el 25 de noviembre del año 1960 cuando las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal lo contrataron para ir a la cárcel San Felipe de Puerto Palta a visitar a sus esposos que estaban presos por órdenes del presidente Rafael Leónidas Trujillo y a su regreso fueron asesinados.
De la
Cruz Disla, nació el día 16 de noviembre del año 1923 y era un agricultor, transportista
de carga, trasladaba pasajeros desde Salcedo, Moca, San Francisco de Macorís,
Nagua y Samaná hacia Santiago, Bonao, La Vega, Villa Altagracia y Santo Domingo.
Hombre
servicial, que vivía en el paraje El Corozal, de Villa Olegario Tenares,
municipio de la provincia Hermanas Mirabal en la Región Nordeste.
Asistió a
la Escuela Primaria Rural de Conuco completando el tercer grado, destacándose
en matemáticas, lectura, gramática; de buena ortografía en las fotos que
dedicaba a parientes y amigos.
Realizó
estudios básicos de trompeta y clarinete en la escuela de Bellas Artes que
operaba en Villa Tenares.
Joven
trabajador, personalidad agradable, simpático, cortés, juguetón, expresivo con
su extensa familia, amigos y relacionados.
Tenía voz
de locutor, llena de matices; aficionado al buen vestir y usaba perfumes de
agradable aroma.
Sobresalió
en el servicio militar obligatorio, por cuyas cualidades personales se le
ofertó incorporarlo al Ejército Nacional, la que evadió escudándose en las
responsabilidades que tenía con diversas actividades laborales.
Manifestaba
ideales democráticos, de referente en su comportamiento patriótico al
combatiente Perún De la Cruz Camilo, distinguido luchador en contra de la
primera Intervención Militar de Estados Unidos contra República Dominicana del
año 1916 al 1922.
Su
biógrafo halló evidencias testimoniales de la relación de Rufino de la Cruz Disla
con una célula del movimiento político 14 de junio.
La que encargó
a realizar la misión secreta de acompañar a Minerva Mirabal en varios
viajes a Puerto Plata, porque era hombre que reunía las condiciones para esa
encomienda al ser un prototipo de hombre decidido, atrevido, valiente, excelente
conductor que servía de compañía, custodia y protector.
No fue un
simple chofer, sino un hombre de diversas actividades económicas, comprometido,
solidario, valeroso, de excepcionales condiciones morales, capaz de cumplir
aquella misión en la cual perder la vida era lo más probable.
Algunos
historiadores han tratado la figura de este hombre como un actor de reparto,
casi tirando a extra en el drama de las hermanas Mirabal.
Datos
testimoniales evidencian lo profundo de su compromiso político que pasó de
opositor silente a activo y visible a la tiranía al formar parte del Movimiento
14 de junio.
Su
histórico sí a Minerva Miraban del cual no se apartó a pesar de las presiones
de allegados, siempre acompañó a las hoy heroínas en varios viajes a Puerto
Plata, entre otras acciones y actitudes notables.
A pesar
de haber sido asesinado junto a las hermanas Mirabal, Rufino de la Cruz Disla
ni fue velado ni sepultado junto a ellas por las deplorables condiciones de cómo
quedó su cadáver de los palos propinados por los asesinos contratados de los
criminales de Trujillo.
Las manos
de Rufino de la Cruz Disla, relatan quienes acudieron al velatorio tenía las
manos atadas a la espalda, con los huesos de la cara crujientes al tocarlos
«como cascarones de huevos».
Los
groseros asesinos fueron tan salvajes que a este molieron su cuerpo a palos.
Dejó en
la orfandad a su única hija Miledys de la Cruz González.
Era hija
de Delisa González esposa de Rufino de la Cruz Disla quienes contrajeron
matrimonio el 19 de diciembre de 1948.
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