Aunque en
1775 la corona española había ordenado la eliminación de los cementerios
parroquiales.
Al 1805
el cementerio de la ciudad estaba frente a la Iglesia Parroquial Mayor, hoy
Catedral Santiago Apóstol.
Trasladado
a La Otra Banda cerca al momento de la proclamación de la Independencia
Nacional.
En 1844 el cementerio
viejo fue reubicado a la calle de San Sebastián la que es hoy 30 de marzo
y la tumba más antigua data de 1855.
El
camposanto abandonado existía hasta el 1892 y era usado para llevar animales
muertos.
La nueva
necrópolis quedó separada por muros ante los fusilamientos de Eugenio Perdomo,
Vidal Pichardo, Carlos de Lora, Ambrosio de la Cruz, Antonio Batista y Thomas
Pierre, primeros mártires de la Restauración de la República 1844.
Tras quitarlo
del casco urbano significó un avance de pureza para la ciudad, propició la
adopción de un concepto de paisajismo en la idea al paraíso terrenal que
implicó la aparición de una nueva tipología arquitectónica con funeraria, que
trajo consigo la irrupción del estilo neoclásico.
Su
conversión en un espacio donde empezarían a resumirse los valores simbólicos de
la espiritualidad burguesa, sustraerse del influjo de la religión católica, y
en 1888, el ayuntamiento negó a la Logia Nuevo Mundo número5 la construcción de
un mausoleo masónico.
Fue en
1894 que el párroco de la Iglesia Mayor, Carlos Nouel, se opuso por ante el
presidente del ayuntamiento, José Nicolás Vega, al entierro del masón y
farmacéutico alemán Eugenio Muller, por no pertenecer a la religión católica,
hecho que determinaría la construcción por la Logia Nuevo Mundo número 5 en terrenos
donados por el ayuntamiento denominado Cementerio Cosmopolita al este del que
pasó a llamarse Cementerio Católico.
Fue
destinado a dar cabida a los masones, los no católicos y los rechazados por el
clero y su construcción se confió a Onofre de Lora, quien lo concluyó en 1895,
inaugurado el 15 de agosto de 1897 por el presidente Ulises Heureaux-Lilís-.
Los cementerios
Católico y el Cosmopolita estaban cerca y separados por una pared en que eran
sepultados ricos y pobres de ambas religiones.
El cementerio
católico fue ampliado en el año 1902 porque tanto este y el cosmopolita resultaron
dañados por fuerzas revolucionarias tras cerco de “Los Comeburros en 1914.
Y en la
parte frontal original fue eliminada y colocada la inscripción “La casa de
todos”.
Levantado
un muro perimetral que integró la capilla donada en 1939 por José y Jacinto
Dumit y dedicada a Cristo Crucificado.
Múltiples
valores en el Cementerio de la calle 30 de marzo que van en patrimonio
artístico, arquitectónico, histórico, intangible, necrópolis que ofrece una
visión particular de la sociedad santiaguera de finales del siglo XIX y el
siglo XX a partir de su amplia gama de monumentos funerarios de diversos
estilos.
Tiene reflejo
a su vez del proceso migratoria recibido por la ciudad, impronta que deja sus
huellas de sus estilos arquitectónicos, inscripciones lapidarias en los que
descansan restos de variados personajes de la historia local, nacional,
extranjera con testimonios orales, rituales mágicos en vudú dominicano a la división
de “los guedeses” y su jefe el Barón del Cementerio.
A la
llegada del año 1976, el Archivo Histórico de Santiago inventarió las tumbas, realizando
un proyecto de rescate de sus patrimonios edificado, inmaterial y valorización.
El mausoleo
de José Manuel Glas, construido en mármol de Carrara a un costo de 15 mil
francos por el escultor Oreste Bardi, llegó al país a partir de 1895 por el
puerto Francisco del Rosario de Sánchez, provincia Santas Bárbara de Samaná en
toneladas de piezas que fueron transportadas hasta La Vega en ferrocarril y
traídas a Santiago en carretas tiradas por bueyes.
Armado
con posterioridad a 1900, lo preside la estatua yacente para la que posó con
una mortaja en el taller del escultor Jules Feberv en Niza, Francia de José
Manuel Glas, poderoso comerciante, masón, restaurador, munícipe valorado nacido
Cotuí en 1834 y falleció en Santiago en 1895.
Mausoleo
de Daniel Ortiz, levantado en 1915 para descanso de sus restos,
asesinado en 1911 por el general Santiago Díaz y Díaz-Chago-, al que obligaba
asumir la paternidad de la criatura que nacería cuando su propia hermana fue
violada por un desconocido.
Originalmente,
la lápida se leía: “Aquí yacen los restos de Daniel Ortiz, calumniado y
asesinado cínicamente en Jacagua”. Este denunciante epitafio enfrentó
judicialmente entre 1928 y 1930 a su viuda Caridad Alfonso y al Ayuntamiento en
un litigio que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia y en 1940 ese letrero
lo desaparecieron.
Mausoleo
de Cipriano Mallol. Es la tumba más antigua del cementerio,
personaje nacido en Canet, Cataluña, el 6 de abril de 1795 y fallecido en
Santiago el 1 de noviembre de 1855, una figura de relieve en el comercio local
desde la ocupación haitiana 1822 y la llegada de la Primera República 1844.
Es
ascendiente por la línea de su hija Ana Rosa Mallol Olmedo, esposa del
presidente José Desiderio Valverde, de las familias Guzmán García, García
Ariza, Mella García, García Beltrán, Campagna García, Ricardo García, Torres
García y Pichardo Valverde.
Panteón
de José Batlle nacido en Mataró 1844 y murió en 1899 era primo de
Fontana en Carrara una italiana comerciante de origen catalán junto a José
Batlle Filbá.
Sus
despojos estuvieron en el panteón de su cuñado Augusto Espaillat Espaillat
hasta 1903, cuando fueron inhumados en este singular mausoleo de mármol blanco
con reminiscencias egipcias en sus piezas arquitectónicas.
Panteón
de Johann Bischoff. Una de las tumbas más atrayentes del
Cementerio Cosmopolita que está erigida en mármol negro por la fábrica de
cigarros y cigarrillos “La Habanera” del año 1916 en recuerdo de su empleado
Johann Bischoff del alemán nacido en Santiago el 16 junio 1886 y murió el 17
septiembre 1910 de una enfermedad contagiosa. Su motivo central lo constituía una
columna trunca, evocadora de la interrupción de la vida.
Panteón
Copello – De Soto. Bajo la piadosa mirada de una exquisita virgen
en mármol, esta sepultura acoge los restos del munícipe y embajador Anselmo
Copello (Santa Margarita Ligure, Italia, 1879 – Washington, Estados Unidos,
1944) y su esposa Argentina de Soto.
Fue socio
de Richard Sollner en la fábrica de cigarros y cigarrillos La Habanera desde
1907, Copello llegó a ser presidente ya convertida en Compañía Anónima
Tabacalera quien presidió el Ayuntamiento de Santiago y del Centro de Recreo.
Panteón
de Augusto Espaillat. En esta estructura ecléctica en mármol de
Carrara, coronada por una llama votiva y encargada a la casa de Primo Fontana
en 1897, reposan los restos de Augusto Espaillat Espaillat (1849/50-1896), que
estuvieron hasta 1899 en el panteón de Tomás Pastoriza. Espaillat
estableció en 1870 el Bazar Parisién, gran almacén dedicado a la venta de
mercancías importadas, suplidor de efectos de comercio para revendedores
locales y comerciantes de la región del Cibao y con amplias relaciones con
casas estadounidenses, canadienses y europeas. Considerado uno de los
comerciantes más acaudalados de la ciudad en el último tercio del siglo XIX,
fue presidente del Ayuntamiento de Santiago (1886), miembro de la Junta de
Fábrica de la Iglesia Mayor (1888), miembro del Comité Propagador del
Ferrocarril Central Dominicano (1889) y promotor de la fundación del Cuerpo de
Bomberos (1894).
Mausoleo
de Ercilia Pepín. La educadora Ercilia Pepín (1884-1939), en
previsor adelanto a su muerte, requirió el diseño y construcción de este
austero mausoleo en estilo Art Deco al ingeniero Rafael Alfonso Aguayo Ceara,
constructor del antiguo Palacio de Justicia, la iglesia Nuestra Señora de la
Altagracia y la Plaza Valerio.
Mausoleo
a los caídos en la tragedia de Río Verde. Levantado en 1953 para
albergar los restos de los integrantes del equipo de béisbol de Santiago y sus
acompañantes, accidentados en Río Verde, Yamasá, el 11 de enero de 1948 a su
regreso en avión desde Barahona, donde habían participado de dos partidos
amistosos. Anualmente, la Asociación de Cronistas Deportivos de Santiago
conmemora aquella tragedia en un acto en el que se pasa lista a los nombres de
los fallecidos y se entona el soneto del poeta Ramón Suárez Vásquez, compuesto
al calor de la noticia del accidente.
Tumba
judía en el Cementerio Cosmopolita. Este singular enterramiento de Isaac
Benoliel, natural de Gibraltar y residente en Manchester antes de avecindarse
en Santiago, donde murió el 5 de mayo de 1896 a la edad de 28 años, forma parte
de la atención de los caracteres y símbolos presentes y el año de su muerte
conforme el calendario judío.
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