Por Marcelo Peralta
La paz en Haití no ha nacido.
Se
esperaba que surgieran con la andadura de la Misión de Apoyo a la Justicia de
las Naciones Unidas en Haití- Minijusth-.
La
llegada de las misiones de Paz de los cascos azules de la Uno en Haití en el
año 2014 y su salida en el 2017, ha crecido el desorden en esa naciones
africana, francesa, canadiense y “exprimida” por Estados Unidos.
Un ingrediente
de las últimas décadas fue el devastador terremoto en 2010 que lo hundió con 300
mil muertos.
Añadió
un millón 500 mil sin hogar.
La
llegada de tropas de la UNO hizo más tétrica la cuestión haitiana.
Creó
un brote de cólera que saldo de diez mil muertos, cientos de niñas embarazadas
y desolación.
Fue
desde el año 2010 que la comunidad internacional inició el cierre definitivo de
atención a Haití y cargarle ese problema a República Dominicana, bajo el
alegato era la única que se beneficiaba de los bienes, servicios y desde ahí se
acabó el apoyo.
Sin
embargo, desde el 2004-al 2017 cerró la página del mantenimiento de la paz y el
apoyo económico a la nación caribeña.
En la
actualidad esa hambrienta nación enfrenta a una grave crisis política, entrelazada
con desafíos socioeconómicos.
Sus
secuelas afectan directa el contexto de seguridad a la República Dominicana, que
se agravan aún más la inestabilidad política, económica y social con la masiva migración,
transporte de enfermedades, cultura y plagas.
Esa
crisis propicia malestar a República Dominicana, que a la postre, generará confrontaciones
en el porvenir inmediato.
Inestabilidad,
secuestros, crímenes y abandono de la comunidad internacional hace más pesada
la carga de República Dominicana.
Desde
el 1 de enero año 1804 que Haití se independizó de Francia, se convirtió en el
primer país de piel negra en hacerlo, le “cayeron las plagas de Egipto”.
Haití
fue condenado a pagar tributos fuertes a Francia, Canadá lo
saqueó, Estados Unidos lo explotó y sucumbió.
La decisión del esclavo
Jean Jacques Dessalines proclamó la independencia al ganar la última batalla en
Gonaïves al Norte, quedando jefe de Haití, a esa nación le cayeron maldiciones.
Desde
ahí hasta la fecha, Haití ha vivido entre caos, desgracias, tragedias, muertes,
sangre, tierra de nadie con bandas de criminales contra civiles y asesinados de
presidentes.
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