"Sin dobleces ni privilegios".

Iglesia Católica se deja ver el refajo tras carta de los obispos

Por Marcelo Peralta

Santiago, R.D.- El cinismo, hipocresía y hasta complicidad de la Iglesia Católica, en ocasiones sale a flote en fechas memorables, como hoy en el Día de Nuestra Señora de La Altagracia, en que los obispos emiten una carta haciendo críticas.

Esta organización católica que por años ha permitido que sacerdotes y algunos de sus jerarcas cometan abusos sexuales contra menores, ahora trata de “limpiarse” y “truena” contra supuestos males sociales, los que define como pandemias y reclama “reflexión”.

En un documento, hace una analogía con el Covid-19  la Conferencia del Episcopado Dominica­no, a la vez que instó  a con­trarrestar las pandemias de la mentira, la violencia, el afán del dinero y el he­donismo que amenazan a los pueblos.

Tras poner a circular la Carta Pastoral titulada “San José, custodio del Redentor y modelo del cre­yente”, dedicada al esposo de María, la madre de Je­sús.

“Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas más trá­gicas de la historia”, expre­sa el documento sobre la pandemia del Covid-19 que ha acaparado la atención de la humanidad; ha sido objeto de duros y prolonga­dos debates en los medios de comunicación.

La carta pastoral dice aunque nunca en la historia recien­te había sucedido un fenó­meno de tal envergadura como la actual pandemia, los obispos plantean que el nuevo coronavirus no afecta al ser humano en su esencia, sino que, a la luz de la fe, tan sólo lo to­ca tangencialmente. Advier­ten que “el verdadero drama de nuestro siglo es el vacío de Dios en el alma de tantos pueblos y la verdadera pan­demia que nos aqueja es la anemia espiritual”.

Mentira
Los líderes de la Iglesia Cató­lica exponen que la “pande­mia de la mentira es la pri­mera que irrumpe, la más peligrosa. Se hace pasar co­mo portadora de la verdad y de la luz (Luzbel)”, además de que usa algunos medios de comunicación para bom­bardear a los hogares con normas, costumbres y mode­los de vida contrarios a la Re­velación.

Lamentan que niños y jó­venes muchas veces son vícti­mas de agentes que difunden falsas doctrinas y una sabi­duría enemiga de la Cruz de Cristo.

Violencia
La Iglesia Católica consi­dera también que la misión de la pandemia de la vio­lencia es que los hombres se maten unos a otros indiscri­minadamente. “Este espíri­tu de violencia, lamentable­mente parece que se ha ido adueñando de algunos pue­blos”, reflexiona, tras citar, además de las guerras, mal­tratos, burlas y acosos entre alumnos, vandalismo, peleas callejeras, trata de personas, terrorismo y armamentismo.

Llamó a imitar el ejemplo de Jesús que venció la vio­lencia y el odio hacia él con amor, abriendo las puertas a la salvación con su perdón gratuito.

Refiere que en un mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, también José se con­virtió en un símbolo de respe­to hacia su esposa María.

Amor al dinero
Los obispos condenan ade­más el afán y la idolatría del dinero que rige la vida actual de los pueblos, bajo la ilu­sión de que quien más bie­nes consigue, más asegurada tiene la supervivencia en este mundo.

“La vida humana se con­vierte para ellos en un in­menso mercado donde cada uno intenta, compitiendo, atesorar el máximo de rique­zas”, indica la Carta Pastoral, tras recordar el pasaje bíblico en Primera de Timoteo res­pecto a que “el amor al dine­ro es la raíz de toda clase de males”.

La CED estima que en una situación de precariedad, la respuesta no está en el dine­ro, sino en el Dios providente que sabe cuidar de sus cria­turas, al recordar que “el cre­yente no se angustia, como los paganos, “ni se desespera por su vida, qué va a comer o con qué se va a vestir”.

Hedonismo
Los obispos condenan, asi­mismo, la pandemia del he­donismo -doctrina que abo­ga por la búsqueda constante del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vi­da-, que arrastra a gran par­te de la humanidad a los fal­sos paraísos terrenales, como el consumo de alcohol y dro­gas, así como el sexo y dine­ro fácil, placeres que en vez de felicidad producen mucho dolor y esclavitud.

“El hedonismo es sucio e inmisericorde, al final to­do acaba en podredumbre y hastío”, refiere la reflexión pastoral que invita a la pobla­ción a no romper bajo nin­gún concepto la unidad fa­miliar.

Apunta que “la persona que vive una sexualidad des­ordenada entristece al Espí­ritu Santo y se convierte en un ciego sin discernimiento, incapaz de descubrir los de­signios secretos del Dios de la historia”.

Arrogancia de los gobernantes 

El documento precisa que pese a la impresión de que el mundo está a merced de los fuertes y poderosos, así co­mo bajo la arrogancia y vio­lencia de los gobernantes te­rrenales, la “buena noticia” del Evangelio consiste en mostrar cómo Dios siempre encuentra un camino para cumplir su plan de salvación.

En su Carta Pastoral, la Iglesia Católica exhorta a la población a tener la misma valentía creativa del carpin­tero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, antepo­niendo siempre la confianza en la providencia.

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