Diarioglobalrd.blogspot.com
La vida, los hechos, proezas del poeta azuano, locutor, declamador Héctor José
de Regla Díaz: Nació el, 21 de enero 1910 y murió en Nueva York en el 1950
cuando apenas tenía 40 años de edad.
Héctor J. Díaz como cariñosamente les llamaban sus contemporáneos y amantes de la bohemia sana, nació en la culta y pintoresca ciudad de Azua de Compostela el 21 de Enero del año 1910.
Locutor, escritor, declamador, trovador y poeta. Estrella que brilló con luz propia en el difícil y escabroso sendero del arte en la República Dominicana.
Desde su infancia en Azua, sus compueblanos oían con deleite, esa oratoria fácil y brillante que brotaba a raudales cual si fuera el Dios apolo inspirado en el olimpo.
Aún recuerdan los azuanos octogenarios, a este singular decidor de versos enseñoreado en las ventanas de beldades de su tierra, en la compañía de insignes trovadores hijos de Compostela, entre los cuales puedo citar al inolvidable Armando Pérez Hardy, al que tuve honor de conocer y tratar, al casarse con mi pariente Iluminada Caamaño con quien procreó una hermosa y ejemplar familia.
Héctor J. Díaz durante años, ha sido subestimado por quienes a base de falacias transforman los medios periodísticos, no en las fuentes para obtener informaciones fidedignas y enriquecedoras, sino en vulgares páginas alienantes al servicio de espurios intereses.
El bardo azuano con toda su grandeza, no figura en esas antologías contaminadas exprofeso por manejadores de opinión pública en los asuntos literarios y poéticos.
Apóstatas carentes de principios, claudicantes de vergüenzas que se postran cual lacayos, bajo el manto putrefacto de esa burguesía que reniega aceptar que Héctor J. Díaz no fue poeta por voluntad de las élites, ni se arrastró pedigüeño en busca de limosna.
Fue poeta por elección y
voluntad de un pueblo identificado con esa elocuencia viril, con ese arte
genuino que generoso regaba por doquier, memorizando sus poemas y cantando sus
canciones.
Por encima de las mezquindades de la llamada aristocracia, las figuras de más renombre en el parnaso nacional fueron pródigas al emitir sus consideraciones sobre este genial sureño, romántico y bohemio.
Para Don Héctor Inchaustegui y Cabral, “fue un poeta fuerte y perdurable, que en parte tenía tinturas de poesía negroide, un ritmo inmejorable, donde prevalecía un estilo limpio, repletos de imágenes claras y llenas de vida”.
Don Franklin Mieses Burgos decía de él lo siguiente “Poseía una personalidad única e inconfundible. La de no imitar a nadie. Razón por la cual, en su verso ágil y sonoro, jamás podremos encontrar el grillete mohoso del esclavo, ni mucho menos la humillante librea de un lacayismo bochornoso. El era él en él mismo.
Por encima de las mezquindades de la llamada aristocracia, las figuras de más renombre en el parnaso nacional fueron pródigas al emitir sus consideraciones sobre este genial sureño, romántico y bohemio.
Para Don Héctor Inchaustegui y Cabral, “fue un poeta fuerte y perdurable, que en parte tenía tinturas de poesía negroide, un ritmo inmejorable, donde prevalecía un estilo limpio, repletos de imágenes claras y llenas de vida”.
Don Franklin Mieses Burgos decía de él lo siguiente “Poseía una personalidad única e inconfundible. La de no imitar a nadie. Razón por la cual, en su verso ágil y sonoro, jamás podremos encontrar el grillete mohoso del esclavo, ni mucho menos la humillante librea de un lacayismo bochornoso. El era él en él mismo.
Y Don Juan Lockward el impertérrito
Mago de la Media Voz, se pronunciaba de esta forma “Fue antes que nada poeta.
Espontáneo, natural y de fácil estro; jovial e ingenioso a quien recuerdo
siempre como ente inolvidable y un amigo insustituible”.
El Periodista Miguel Ángel Peguero Hijo, fue la excepción al hablar “Héctor J. Díaz, cuando dijo que el último juglar dominicano, que arropó de amargura sus últimas canciones.
El Periodista Miguel Ángel Peguero Hijo, fue la excepción al hablar “Héctor J. Díaz, cuando dijo que el último juglar dominicano, que arropó de amargura sus últimas canciones.
Es de entonces que su
verso, sencillo, desconsolado, apasionado, candoroso, irónico, tierno, deja
escapar sin quererlo un acre aroma fúnebre, como esas rosas solitarias abiertas
junto a una tumba”.
Como productor de radio, hizo lo mejor de su época: Cuando decía que recordar es vivir.
Como productor de radio, hizo lo mejor de su época: Cuando decía que recordar es vivir.
Serenata Moderna.
Cartas a la Posteridad.
Canción de la vida Diaria.
Tradiciones, leyendas y
supersticiones Dominicanas, entre otros, que son ejemplos fehacientes del
talento y originalidad de este artista.
Sus composiciones musicales representan la expresión genuina de su alma candorosa y bohemia, basta citar unas cuantas: Tu Nombre; Dolores; Oh Paris; ésta última un Bolero lamento, que pone de manifiesto cual polifacético era el poeta, al inspirarse en forma sublime en la invasión Alemana a Francia, perpetrada en el año 1940 durante la Segunda Guerra Mundial.
Como hombre de pueblo, fue el creador de algunos merengues que escribió las letras de esa joya musical denominado “El Negrito del Batey”.
Sus composiciones musicales representan la expresión genuina de su alma candorosa y bohemia, basta citar unas cuantas: Tu Nombre; Dolores; Oh Paris; ésta última un Bolero lamento, que pone de manifiesto cual polifacético era el poeta, al inspirarse en forma sublime en la invasión Alemana a Francia, perpetrada en el año 1940 durante la Segunda Guerra Mundial.
Como hombre de pueblo, fue el creador de algunos merengues que escribió las letras de esa joya musical denominado “El Negrito del Batey”.
Son de su autoría; “El Mal
Pelao”; “La Muerte de Martín“; entre otros.
Publicó los siguientes libros: Lirios Negros, en el año 1934; Flores y Lágrimas en 1935; Ritmos Íntimos, en 1936; Plenitud en 1943 y Versos para una sola Noche, en 1946, donde aparece el que habría de consagrarlo para toda la vida.
Parte de su vida, la dedicó a la tarea de impulsar la presentación de artistas en el interior del país, en una nueva faceta de su profunda sensibilidad.
Valiente y osado, amigo sincero a carta cabal.
Publicó los siguientes libros: Lirios Negros, en el año 1934; Flores y Lágrimas en 1935; Ritmos Íntimos, en 1936; Plenitud en 1943 y Versos para una sola Noche, en 1946, donde aparece el que habría de consagrarlo para toda la vida.
Parte de su vida, la dedicó a la tarea de impulsar la presentación de artistas en el interior del país, en una nueva faceta de su profunda sensibilidad.
Valiente y osado, amigo sincero a carta cabal.
Decía lo que pensaba de
frente, no sabía fingir ni mentir.
Era cual fenómeno en una
sociedad veleidosa.
Falleció en la Ciudad de New York el 30 de Julio del 1950.
Falleció en la Ciudad de New York el 30 de Julio del 1950.
Sus restos mortales
descansan en el Panteón de los artistas en el Cementerio de la Avenida Máximo
Gómez de la ciudad capital.
El amigo de siempre, compañero en orgiásticas serenatas.
El amigo de siempre, compañero en orgiásticas serenatas.
Una vez el Locutor Alfonso
Martínez, realizó la recopilación de sus mejores poesías y las publicó como
homenaje póstumo.
No es posible finalizar este artículo, sin hacerme eco del sentir de las grandes mayorías; de esos dominicanos de almas sensibles y gran corazón
Todos coinciden en señalar, que las estaciones radiofónicas del país, salvo honorables excepciones, no colocan en sus programaciones, espacios que busquen rescatar aspectos relevantes de la cultura dominicana y que artistas de la talla de Héctor J. Díaz entre tantos olvidados, sea prácticamente un desconocido para las presentes generaciones.
Por el contrario, las ondas hertzianas saturan el ambiente de programas que suelen ser insípidos, carentes de un contenido verdaderamente dominicanista, que constituyen un flaco servicio a nuestra idiosincrasia.
Héctor José de Regla Díaz, es una joya invaluable del más genuino arte en la República Dominicana.
Su fuente de inspiración con raras excepciones, siempre fue la mujer.
No es posible finalizar este artículo, sin hacerme eco del sentir de las grandes mayorías; de esos dominicanos de almas sensibles y gran corazón
Todos coinciden en señalar, que las estaciones radiofónicas del país, salvo honorables excepciones, no colocan en sus programaciones, espacios que busquen rescatar aspectos relevantes de la cultura dominicana y que artistas de la talla de Héctor J. Díaz entre tantos olvidados, sea prácticamente un desconocido para las presentes generaciones.
Por el contrario, las ondas hertzianas saturan el ambiente de programas que suelen ser insípidos, carentes de un contenido verdaderamente dominicanista, que constituyen un flaco servicio a nuestra idiosincrasia.
Héctor José de Regla Díaz, es una joya invaluable del más genuino arte en la República Dominicana.
Su fuente de inspiración con raras excepciones, siempre fue la mujer.
La mujer del pueblo, llena
de laboriosidad, noble, digna y generosa.
Falleció en New York en el 1950, a los 40 años de edad.
Falleció en New York en el 1950, a los 40 años de edad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario