Con 100 años de edad, labora por 85 en una empresa brasileña.
Pese a la renovación de la compañía, nunca pensaron en deshacerse de él, por su constancia y dedicación.
Aunque comenzo ejerciendo labores en el sector marítimo, su agudeza mental y fluidez en alemán, idioma común en la región, le hicieron ascender rápidamente.
Fue escalando en la empresa hasta incorporarse en el sector de ventas, donde fue responsable de los acuerdos con clientes clave para la compañía.
Su capacidad de adaptación
En el centenario, sus colegas reconocieron el trabajo de Orthmann y su versatilidad.
Por décadas, Orthamnn ha conseguido adaptarse a todo: desde libros de contabilidad, cadenas de suministro globales y software empresarial.
Sus compañeros le describen como “un mentor”, que les guiaba con mano firme y lideraba “en silencio”, escuchando primero, dando ejemplo.
Su amabilidad y predisposición cautivaron a la compañía, ahora RenauxView, que pese a haber evolucionado, no ha pensado nunca en sustituir a Orthmann.
La jubilación en Brasil
Las leyes brasileñas han sido, en parte, las responsables de la larga temporada de Ortmann en la empresa.
El sistema público de pensiones del país establece edades mínimas de 65 años para hombres y 62 años para mujeres con requisitos de cotización.
Sin embargo, cobrar una pensión no obliga automáticamente a los trabajadores del sector privado a dejar de trabajar.
No obstante el sector público, hay requisitos que cambian el patrón: funcionarios públicos se enfrentan a la jubilación obligatoria a los 75 años.
Esto pone de relieve que los límites de edad obligatorios están vinculados a funciones públicas específicas, no al sector privado.
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