Adelson Aguasvivas calificó para cuatro universidades y su sueño era Harvard.
Nunca pensó que desde su pueblito, “La Jaguita”, Municipio General Olegario Tenares, Provincia Hermanas Mirabal, en las Región Nordeste la alegría de Adelson Aguasvivas iba a ser tan rebosante.
Tenía un soñó de ser un genio en computación. Su familia era de escasos recursos económicos.
Su hermano le regaló una computadora cuando cumplía ocho años. Al llegar a los 10 años, su familia se lo llevó para El Bronx. Vivían inestable por la estrechez del cuarto.
Su abuela vivía en un apartamento donde aunque no podían quedarse por mucho tiempo.
Su papá empacaba compras en un supermercado y la mamá limpiaba casas obteniendo buena paga.
Recordó las palabras alentadoras de su madre, quien le expresaba que a pesar de la crisis y las carencias económicas su único trabajo era estudiar.
Aplicó para las universidades “NYU, Cornell”, “Columbia” y optó por “Harvard”, porque soñaba matricularse ahí.
“Mi mamá me dijo que nos estábamos mudando a Estados Unidos para poder darme un mejor futuro y eso nunca se me olvidó.
En mi corazón siempre estuvo la intención de poder devolverles todo el sacrificio que hicieron por mí y que no tuvieran que trabajar tanto”, resaltó Aguasvivas.
Narra que desde que entró a la secundaria comenzó a buscar qué iba a hacer con su vida después de terminar la escuela.
“Yo tenía estos sueños locos de estudiar en Harvard, pero no tenía a nadie a mi alrededor que me ayudara o que conociera el proceso y me ayudara a aplicar, que una amiga suya comenzamos a buscar asesoría en la escuela para que nos ayudaran”, narra el dominicano.
“Yo apliqué a todas las universidades que eran reconocidas en ingeniería en Estados Unidos, algunas cerca de mi familia y otras un poco más lejos”, expresó.
“El día que llegan todas las cartas donde dicen si te aceptaron o no, aproveché que estaba solo en mi casa porque no quería que nadie supiera que no me habían aceptado en Harvard, y por eso mismo comencé abriendo las cartas de las universidades en las que tenía menos posibilidades de ser aceptado, bueno Harvard fue la primera que abrí”, dijo
Expresó que cuando la abrió y vio la carta donde lo aceptaban no lo podía creer. “Yo le tiré una foto y se la mandé a mi hermano y a mi primo y comenzaron a relajarme, diciéndome que dejara de falsificar las cartas de la universidad poniendo mi nombre”, recuerda entre risas.
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