I.- Lo que revela nuestra realidad
1.- En el curso de una conversación sostenida con un amigo, me manifestó
que al leer mis escritos en la prensa había observado que hago énfasis en la
niñez dominicana y la necesidad de orientarla correctamente en el hogar y en
los centros escolares. Le respondí a mi interlocutor que su advertencia sobre
mis artículos en torno a la inquietud por los niños es correcta y la
reiteración responde a que creo que en esa línea hay que continuar trillando.
2.- Partiendo de la idea que me he formado, extraída de la realidad que
vivimos, real y efectivamente me inquieta la forma de comportarse en el orden
ético y moral de la generalidad de los miembros que componen la comunidad
dominicana y cómo los peores vicios se afianzan cada vez más llegando a
conformar la forma de pensar y actuar de segmentos sociales que hasta no hace
mucho tiempo tenían un proceder distinto al que ahora exhiben.
3.- La diversificación, propagación y extensión de inconductas antes no
observadas en nuestro ambiente muestran su afianzamiento y revelan que con el
transcurrir de los años han sido perfectamente asimiladas y negativamente muy
bien aprovechadas por sus receptores. En lugar de rechazar las acciones
antisociales lo que se observa es que son asumidas y bien digeridas por
aquellos que de ellas se han alimentado.
4.- Lo que estamos comprobando es que hay una indiferencia total a las
prácticas divorciadas de la decencia; tolerancia que asombra hacia lo que
significa indecencia, y alianza impúdica con lo que representa degradación.
Ante la no repugnancia a lo que simboliza degeneración, hay que admitir que nos
estamos moviendo en un medio propicio, tolerado y de simpatía al fenómeno de la
corrupción en todas sus manifestaciones. Muy pocos grupos sociales organizados
y con poder de decisión demuestran rechazo a las lacras que arropan el cuerpo
social de nuestro país. .
5.- Lo que pinta la realidad de nuestro país en lo ético y moral es que
ciertamente aquí hay personas y grupos sociales contrarios a todo lo que
significa vicio y degeneración social. Pero esto no quiere decir, en modo
alguno, que como sociedad la degradación sea extraña a la esencia misma del
sistema que le sirve de caldo de cultivo y la sigue, anda con ella mezclada,
enredada hasta el tuétano.
II.- La esperanza está en la niñez. Función
de los padres; sus fallas
6.- Si un ordenamiento económico y social está entregado a los vicios, y no
se vislumbra en lo inmediato un cambio que elimine lo que significa crapuloso,
concupiscencia, relajamiento, depravación y degradación, entonces lo que nos
queda es estar esperanzados, confiados en lo que está al margen de la
podredumbre, lo no contaminado y salvable. En el caso específico de nuestro
país lo único fiable es la niñez, siempre y cuando sea guiada por caminos de
honradez, honestidad, integridad y solidez en principios éticos y morales.
7.- Debemos de ser realistas, poner nuestro reloj de razonar en hora,
acorde con el signo de los tiempos, y así nos daremos cuenta de que el país
está obligado como comunidad civilizada a aprovechar lo que nos queda y se
pueda formar saludable porque está libre de los vicios que corroen la sociedad
dominicana de hoy, entre los que sobresalen deshonestidad, falsía, hipocresía,
traición y ambición desmedida por alcanzar la mercancía dinero sin ningún
esfuerzo.
8.- Si todavía contamos con niñas y niños que están en condiciones de ser
correctamente formados, y estamos conscientes de que la enseñanza ocupa el
lugar central de todo sistema de organización de la vida, debemos esforzarnos
para contar en el futuro con seres humanos de buen proceder porque su formación
está gestada partiendo del aprovechamiento de su disposición de aprender las
buenas costumbres y todos aquellos valores que rodean a la persona y la hacen
adecuada para el buen vivir en comunidad.
9.- El más profundo y alto sentido de los principios que rigen la moral del
ser humano son aquellos que se adquieren en la niñez, y son los mismos que van
a determinar sus potencialidades para compartir y querer a los demás por el
sólo hecho de formar parte de la comunidad humana. El dominicano y la
dominicana del mañana deben actuar con la diferencia que separa a la persona
física de los animales, es decir, por la conducta y los instrumentos utilizados
en la actividad laboral.
10.- El perfeccionamiento del proceder de una persona solamente es posible
lograrlo obteniendo buenas actuaciones desde la niñez; si logramos la decente
formación en los primeros años del niño, de seguro que en la adultez no
incurrirá en faltas que vengan a dañar el ambiente donde viven. Un joven de
correcta orientación tiene un porvenir cierto, siempre y cuando sea
sometido a una educación que haga de él un sujeto autorizado, acreditado por el
sello que le sirve de distinción a su carácter que es la identificación de la
conducta cultivada para llegar a ser modelo de ciudadano de bien.
11.- No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que el carácter con el
cual se ha levantado la juventud nuestra de los últimos años es sumamente
débil, carece de vigor y su titular prueba haber tenido una orientación que
cede ante cualquier influencia extraña. La flaqueza de que está constituida la
conciencia de los jóvenes actuales revela que tuvieron padres flojos,
complacientes, tolerantes; que carecían al dar sus consejos de la fuerza
suficiente para influir en la mente de sus descendientes. Sus métodos
educativos resultaron no ajustados a la realidad, no acertaron en el objetivo
que debe perseguir todo progenitor de entregarle a la sociedad un ser humano
que ajuste sus actuaciones a las normas de buen vivir. La sociedad pequeña, la
familia, si hace una obra mala, cuando entra a la sociedad grande de mala se
convierte en pésima.
12.- La grandeza de los padres ante los hijos no está en el exceso de
demostración de afectos con caricias, sino en enseñarles en el hogar para que
luego, al ser adultos, sirvan de ejemplo cívico y ciudadano. La demasiada
condescendencia que se les manifiesta a los niños no prueba la buena educación
que se les está dando. El papá y la mamá dan demostración de don educativo por
la enseñanza que bien reciben sus vástagos. El jovencito que sale del hogar
dañado, entra al medio social a pervertir por culpa de sus guías hogareños.
13.- No toda persona reúne las condiciones para darle buena formación a sus
descendientes, pues no basta con cumplir con deberes de vivienda, alimentación,
ropa, pago de los servicios educativos y de salud. Los padres deben ser
objetivos y desapasionados; proceder como verdaderos preceptistas, además de
buenos consejeros. A los niños hay que darles a conocer el criterio, la opinión
certera que se tiene con respecto a una materia o asunto; hay que hacerles
exposiciones comprensibles para que no guarden indecisión o vacilación de lo
que han aprendido para que luego, en el accionar de sus vidas, no se comporten
con inseguridad.
14.- Ser correcto con los niños y con las niñas para que en el porvenir
procedan conforme a las reglas de buen vivir, no quiere decir que les
dispensemos un trato grosero y descortés. Lo que deben procurar los padres es
alcanzar que sus hijos y sus hijas les vean como sus mejores amigos, guías y
protectores, además de sus educadores. La ternura para con los hijos debe ir
acompañada de la buena educación, para que a la expresión de cariño se una la
explicación con suavidad y sincero mimo.
III.- Los padres deben reflexionar
15.- Sin duda alguna, lo que está revelando la sociedad dominicana es que
los padres tienen que someterse a un profundo examen en lo que se refiere a la
formación de sus hijos, y la revisión que precisan no tiene espera, porque los
controles requeridos por sus hijos son de tal urgencia que más tarde sería muy
triste. Los ascendientes deben someterse a una sincera autocrítica y saber que
están obligados a revolver su forma de educar, darle vuelta atrás a los métodos
que han utilizado para entregarles a la sociedad un material humano bien hecho,
realizado adecuadamente y confeccionado a la medida.
16.- Si en verdad aspiramos a tener un mejor país, debemos comenzar a
cuidar a la niñez que es la que debemos formar con una orientación exquisita.
Si logramos que nuestros niños y niñas se desarrollen con una conducta
depurada, de seguro que vamos a dejar a la posteridad una nación integrada por
ciudadanas y ciudadanos de comportamiento excelente.
17.- Está dentro de los deberes de los progenitores formar el pensamiento
de sus descendientes porque la niñez es posible guiarla correctamente siempre y
cuando los padres se ocupen de mantener la dirección de la educación
llevándoles a la conciencia el deber de ser disciplinados, cumplidores y
correctos; comportándose con responsabilidad y actuar con prudencia y seriedad.
18.- El buen papá no es aquel que satisface los deseos de sus hijos, sino
el que cumple con la función de guía, instructor, preparador y organizador de
la buena conducta que les acompañará para siempre. El padre que bien enseña en
el hogar hace de perfecto docente y entrega a la sociedad un ser humano digno
de ser modelo de ciudadano.
19.- Todo aquel que decide asumir la calidad de padre debe saber que tal
condición entraña responsabilidad no solo materiales, sino también en el orden
espiritual. Además de comer y vestir, a los hijos hay que aportarles ideas, conocimientos
y los principios que en el curso de su existencia les van a servir de guía en
sus actuaciones. Aceptar ser papá quiere decir hacerse cargo del comportamiento
responsable del futuro munícipe y ciudadano.
20.- La idea de que “los hijos no son del padre ni de la madre; son
la unión de ambos personificada y es afán de perfección modelada en carne y
alma”, se sintetiza en que el proceder de los descendientes es la realización
de los ascendientes. El producto bien acabado prueba dedicación y
escrupulosidad en su estructuración.
21.- En nuestro país cada padre de familia debe reflexionar en el sentido
de si está desempeñando a cabalidad su función de orientar a sus descendientes
para que en el futuro sean mujeres y hombres buenos. Cualquier momento es
oportuno para deliberar con respecto a saber si se está actuando bien o mal, y
los hechos están diciendo que aquí los directores de los hogares han fallado,
no han obtenido buenos resultados, han demostrado desatino porque sus obras han
salido mal formadas.
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