15 mar 2018

Llevan a Ana Julia Quezada a la prisión sin garantía de nada.


Ana Julia Quezada comenzó a confesar este martes, tras hablar con su abogada.
 
Lo hizo durante dos horas.

Dijo que había matado al pequeño Gabriel Cruz, el hijo de su pareja, Ángel Cruz.

Declaró que el niño se subió con ella en su coche porque le sugirió “ir a pintar la casa” de la finca familiar de Rodalquilar, a 4 kilómetros, donde la pareja estaba arreglándose una vivienda.

Que allí el niño (de ocho años) se enfadó y la atacó con una especie de hacha. Entonces ella le habría golpeado con la parte roma de esa herramienta dejándolo inconsciente. 

Y que, asustada, luego le estranguló con sus manos, le desnudó y le enterró.

Ana Julia en el momento en que acudía a un registro con la Guardia Civil.

El hacha fue encontrada aún en la noche de este martes por los investigadores de la Guardia Civil en la finca, pese a que llegaron a excavar la tierra en busca de más pruebas que hagan encajar las piezas del rompecabezas de este crimen.

No obstante, la inspección ocular no había concluido y faltaban estancias de la casa por mirar.

Sí hallaron, en cambio, las ropas del niño, que ella arrojó a 30 kilómetros del lugar en el que lo mató, en un contenedor de la urbanización costera Retamar.

Lo hizo uno de los 12 días en los que el pequeño permaneció desaparecido, “cuando pudo usar el coche sola”, según fuentes de la investigación.

Esa confesión explicaría, en parte, algunas cosas, como que no hubiese restos biológicos, ni rastro del niño en el lugar en el que fue visto por última vez, en la pequeña pedanía de Las Hortichuelas.

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