Javier Milei lo dijo desde el primer día para solucionar los problemas económicos de Argentina, la eterna inflación, el gobierno debía realizar un "drástico recorte" del gasto público.
El presidente libertario, el primer economista en liderar la segunda economía de Sudamérica, graficó su intención con una herramienta que dejaba muy claro su objetivo: famosamente hizo campaña blandiendo una motosierra.
La vasta mayoría de economistas reconoce que este saneamiento de las cuentas públicas ha sido clave para que la inflación, que superó el 210% anual a finales de 2023, haya bajado al 47,3% anual, la última cifra oficial informada en mayo.
Y muchos esperan que la cifra siga bajando. Para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le acaba de prestar a Argentina otros US$20.000 millones como espaldarazo al gobierno de Milei, prevé que la cifra caiga al 35,9%.
En tanto, proyecta que el país tendrá el mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina, con una expansión del 5,5%, más del doble que el promedio de la región (2%).
Y tras asumir el cargo, cumplió su palabra.
El actual gobierno es el primero en la historia de Argentina que ha tenido superávit fiscal desde el comienzo.
En otras palabras, desde enero de 2024 el país tiene más ingresos que gastos.
El costo que están pagando los argentinos por esta corrección económica es enorme.
Desde empleados públicos que perdieron su trabajo (se redujo la plantilla estatal en un 10%, según el gobierno) a docentes que ya no pueden seguir enseñando en universidades estatales debido a los bajos salarios.
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