Santiago, R.D.-Como el refranero de que la “fiebre no está en la sábana”, resurge a nivel del país denuncias de edificaciones públicas y privadas en deterioro, tras la debacle en discoteca Jet Set con saldo de 232 muertos y cerca de 180 heridos, varios siguen en cuidados intensivos.
Con la “debacle” ocurrida en la discoteca Jet Set, la madrugada del martes 8 de abril que hasta ahora deja 232 muertos y cerca de 180 heridos, algunos continúan hospitalizados en condiciones críticas, el Estado Dominicano “mostró una especie de rostro irresponsable”.
A pesar de esa tragedia, de cuyas categorías pocas se han registrado en el mundo, el Estado deja en evidencia que la gente que integra la sociedad más vulnerable carece de garantía y protección de asistir a lugares seguros.
Aunque esa madrugada, había gente de la alta sociedad, porque hombres y mujeres con apellidos de abolengo celebraban cumpleaños, por cuya razón el caso ha adquirido un poco de notoriedad y publicidad en medios de comunicación.
El Estado es, ha sido, será irresponsable y culpable por falta de criterios en la inspección cabal de esos lugares de diversión que se registra a nivel del país.
Peor aún, una de las víctimas fue un joven ingeniero que ocupaba la Dirección de Supervisión de Edificaciones del cabildo capitalino.
Vida truncada lamentablemente en medio de una estructura que la supervisión debió garantizar.
Ese suceso constituye responsabilidades compartidas Estado, Ayuntamiento del Distrito Nacional, Colegio Dominicsno de Ingenieros, Arquitectos, Agrimensores-Codia-, ministerios de Medio Ambiente, Salud Pública y las investigaciones y sanciones no pueden solo quedarse en la discoteca Jet Set, sino que debe abarcar otros estamentos.
Al registrarse ese trágico y lamentable acontecimiento, la opinión pública exige algo más verdad, se impongan consecuencias, que en las investigaciones y deliberaciones haya transparencia, en el entiendo que el Estado debe rendir cuentas.
El Ministerio Público ha prometido una investigación exhaustiva, en que espera informes técnicos, conclusiones judiciales transparentes en el proceso penal, que se haga urgente revisión profunda en el área accidentada, que renuevan los permisos de operación de ese establecimiento.
Hacer urgente reestructuración del sistema de inspección, criterios modernos, herramientas digitales, personal formado y voluntad política.
Con tantos muertos, nadie sin importar el dinero que posee es capaz de resarcir el dolor y luto por la cantidad de 234 muertos y gente en centros de salud al borde del fallecimiento.
Ojalá que las estadísticas y la realidad de esa tragedia no la diluye y que quede para la memoria nacional.
Esa tragedia quedará en la historia
En esa tragedia murieron hombres y mujeres famosos, con apellidos de abolengo de República Dominicana, España, Italia, Francia, Argentina, Estados Unidos, que se mencionan por sus posiciones sociales, económicas, culturales y olvidan a los de “a pie”, que se desvelaba por trabajar allí.
Ahora afloran por doquier reporteros auténticos que representan medios nacionales, sabandijas en redes sociales, profanos en plataformas digitales, retorciendo realidades con opiniones; denunciando deterioro en instituciones públicas, privadas, desvirtuando y minimizar las dimensiones de lo sucedido en la Jet Set.
Por osadía y valor de la gobernadora de Montecristi, Nelsy Milagros Cruz Martinez, que en su lecho de muerte, atrapada entre escombros, hierros retorcidos encima de su cuerpo pudo llamar al presidente Luis Abnadere enviar equipos y personal de emergencias.
El efectivo accionar del general Juan Manuel Mendez, director de Centro de Operaciones de Emergencias -COE- el saldo de muertos no ha sido mayor, porque actuaron con prontitud, aunque van 232 víctimas y decenas siguen en condiciones delicadas.
Las agencias de socorro, a cargo del general Mendez evidenciaron y demostraron que en su área de rescate en cuestiones de emergencias predomina profesionalismo, valentía, compromiso en la sagrada y triste labor de localizar víctimas muertas y lesionados.
Pese a ese desprendimiento de hombres y mujeres en salvar vidas, en tragedia, desde el gobierno central debería existir un verdadero compromiso con la seguridad y garantía de quienes se dedican a esas complicadas labores.
El presidente Luis Abinader debería hacer ingentes esfuerzos en fortalecer las labores de prevención, supervisión, fiscalización rigurosa de los espacios públicos, porque el país es un “desastre y bomba de tiempo” que en cualquier momento estallaría y las consecuencias podrían tornarse catastróficas.
Es ahí donde están las mayores y peores fallas, cuando desde el gobierno se maneja con “improvisaciones, descuido, irrespeto y violando normas y leyes”.
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