Por: Samuel Jiménez Suero
A pesar de esa funesta herencia, en lo político, económico,
social y cultural, todo gravitó en el devenir de las últimas décadas en que
habría de debatir hasta qué punto aún hoy, algunas maneras un condicionante de la
presente en que prevalece asomos del trujillismo.
Al transcurrir el tiempo, en organismos estatales, en
la sociedad persiste la duda de si el tirano fue ajusticiado en mayo de 1961, ya
que ese régimen no quedó liquidado del todo en el país.
Prevalecen patrones culturales institucionalizados que
subyacen en el comportamiento y ámbito político en que se plasma la célebre
frase de Jorge de Santayana, filósofo y literato español: “Aquel que no conoce
su historia está condenado a repetirla”.
Aún persisten vestigios del tirano de contextos
históricos, pasados y presentes de quienes aspiran forjar un porvenir próspero,
digno en pueblo pueda tener oportunidades de emprender con altas probabilidades
de éxito su búsqueda de la felicidad, material y espiritual.
Habría que insistir en tiempos de “modernidad líquida”
como la actual de recurrir a la noción de Bauman de repetir la advertencia como
un mantra que alimente la conciencia por necesidad, porque el sobrio, compacto,
lúcido, comprehensivo, de nada valdría navegar río arriba.
Aunque, a veces, la historia hace de los caminos de la
acción una encrucijada en la que todas las salidas son igual de trágicas.
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