"Sin dobleces ni privilegios".

Recordar la época del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Por: Samuel Jiménez Suero

 

Villa Vásquez, Montecristi, R,D.-Se debía tener diversas razones para poder encajar en la era del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, actuar con sigilo, tras la férrea y prolongada dictadura de 31 años a poco tiempo de terminar la intervención de Estados Unidos de desde 1916 a 1924 que precedió y abrió puertas en el siglo XXI.

 

A pesar de esa funesta herencia, en lo político, económico, social y cultural, todo gravitó en el devenir de las últimas décadas en que habría de debatir hasta qué punto aún hoy, algunas maneras un condicionante de la presente en que prevalece asomos del trujillismo.

 

Al transcurrir el tiempo, en organismos estatales, en la sociedad persiste la duda de si el tirano fue ajusticiado en mayo de 1961, ya que ese régimen no quedó liquidado del todo en el país.

 

Prevalecen patrones culturales institucionalizados que subyacen en el comportamiento y ámbito político en que se plasma la célebre frase de Jorge de Santayana, filósofo y literato español: “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

 

Aún persisten vestigios del tirano de contextos históricos, pasados y presentes de quienes aspiran forjar un porvenir próspero, digno en pueblo pueda tener oportunidades de emprender con altas probabilidades de éxito su búsqueda de la felicidad, material y espiritual.

 

Habría que insistir en tiempos de “modernidad líquida” como la actual de recurrir a la noción de Bauman de repetir la advertencia como un mantra que alimente la conciencia por necesidad, porque el sobrio, compacto, lúcido, comprehensivo, de nada valdría navegar río arriba.

 

Aunque, a veces, la historia hace de los caminos de la acción una encrucijada en la que todas las salidas son igual de trágicas.

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