Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.-El alza de los
precios de la alimentación, electricidad, agua potable, transporte urbano, medicinas,
siguen disparadas, aumentando más la presión a los consumidores, que creen los
supermercados son hogares del terror.
Los precios de artículos de
mayor demanda suben, la galopante inflación se traga los “chelitos” que a
regañadientes las familias pueden obtener, porque el gobierno de Luis Abinader
que prometió “cambio” no nombra a nadie, dicen militantes del PRM.
Se observa la inflación
subyacente, gravita en las facturas de agua potable, energía, medicinas, alimentación,
transporte urbano, en que ha sido incrementado.
A parte de los abusivos
precios en las ventas de combustibles, gas licuado de petróleo que raya los 150
pesos por galón.
La presión ciudadana se une a
la incertidumbre, inseguridad, criminalidad que campean por doquier en la segunda
ciudad en importancia del país como es Santiago con más de un millón de
personas.
Otro factor que gravita en la
sociedad son miles de haitianos diferentes a diario cruzando en calles, pasillando
en tiendas, supermercados, restaurantes, bancos comerciales, estaciones de combustibles,
terminales de guaguas.
Mientras el ingrediente que
le ´pone la “tapa al pomo” es la inseguridad ciudadana con asaltos, atracos, robos
a manos armadas, con cuchillos, robando carteras a mujeres y hombres.
Todo evidencia, el país
carece de garantía en los diferentes niveles.
El motoconcho prácticamente
en zonas de mayor flujo de demanda es controlado por haitianos, quiénes, sin escrúpulos,
reglas, cuidados se colocan en intercepciones impidiendo el paso normal de transeúntes.
Prácticamente, se evidencia
la sociedad está desamparada, porque el gobierno de Luis Abinader no garantiza “nada
en lo absoluto”.
Las estadísticas respecto a
los crímenes en Santiago van en aumento, porque a diario, la Policía selectivamente
reporta en sus novedades muertes.
Estos hechos aumentan, aunque
desde el gobierno se “allanta” con un “puñado” de agentes de la Policía que
suelta a las calles con “garrotes” y muertos de hambre, a patrullar en algunos
lugares seleccionados.
Pese a la presencia de esos
agentes, los robos, atracos, asaltos, no se detienen y van en aumento, igual
que la venta de drogas.
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