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» La lealtad, dañada por los farsantes.
Por:
Ramón Antonio Veras.
I.- Mamá
me hizo de una sola pieza
1.-Mi madre no solamente me parió, sino que
también me educó para que mis actuaciones estuvieran ajustadas a mi crianza.
Ella quiso hacer de mí una persona libre
de ideas preconcebidas, porque son las
que impiden los juicios libres.
2.- Por llevar una existencia como
la deseó mamá, al instruirme en lo que
consideró debía de ser un hombre sin taras, no tengo espacio en mi cerebro para
pensar en dañar a otro.
3.- Mantener a mamá como guía
mental, me ha llevado a estar al margen de aquellas formas nocivas de actuar
que contaminan el medio social.
4.- Creo en la sinceridad como algo
inherente a mi propia existencia; no la acepto fuera de mí; el fingimiento lo
detesto. El sentimiento de cariño hacia otro lo vivo intensamente, sin reserva
de ninguna clase.
5.- Porque provengo de un hogar
dirigido y formado por una mujer de una sola pieza, me desarrollé como un ser
humano que no sabe hacer traición. El quebrantamiento de la fidelidad no está
en mí.
6.- Asimilar las orientaciones de mi
progenitora, me motivan a comportarme plenamente fiel a quién le doy testimonio de amistad. He hecho de la
fidelidad una norma de vida. La debida franqueza la tengo como línea a seguir.
7.- Creo que la nitidez ha de ser la esencia misma de aquellos que
deciden ser amigos o amigas. Debe estar presente la transparencia entre quienes se unen basándose en el afecto mutuo.
8.- Al tener de por medio al amigo o
a la amiga que cree en mi amistad, me convierto en su otro yo. Me creo ser la
prolongación de la persona de aquellos a quienes hago saber que tienen en mi a un
auténtico aliado incondicional.
9.- Al entregarme al amigo procedo
con pensamiento pausado, para nunca arrepentirme de la adhesión que le profeso a quién he
escogido como aliado fiel. No hay tacha de ninguna clase en los nexos que
tienen origen perfecto.
II.- Compartiendo con desleales
10.- Aunque me he preocupado para
que aquellos con los que me relaciono y gozan de mi estima, desarrollen
la lealtad hasta su más alto grado, en general no he logrado mi objetivo.
11.- No ha fructificado mi deseo de
encontrar equilibrio, entre mi entrega en la fidelidad que practico, y la
deslealtad de que he sido víctima. Al parecer han pesado más en los
traidores las taras sociales, que las demostraciones de afectos que de mi parte
han recibido.
12.- La realidad de la vida me ha
demostrado que he procedido de manera ingenua, ante personas que simulan
sentimientos y opiniones que no tienen. Farsantear es cultivado por individuos
a quienes creía llenos de franqueza.
13.- En el ambiente nacional
dominicano está resultando algo complicado encontrase con el ente social digno de fiar. Algunos a los cuales creía
merecían mi incondicional confianza, me han resultado totalmente innobles,
falsos de cuerpo y alma.
14.- Lo que me está diciendo el diario vivir es que debo estar
condicionado para no impresionarme por las deslealtades de que sea víctima, por
personas a las cuales tenía en condición de amigos. Nada me debe extrañar,
porque el medio daña hasta a los más puros de sentimientos.
15.- Hay que mantenerse lo más
extremado vigilante posible porque, de un momento a otro comprobamos que aquel
a quien creíamos nuestro más fiel amigo, hizo causa común con un venenoso
murmurador. Es un perverso artero aquel a quien creía tu aliado fiel, pero
compartió con tu adversario gratuito que se prestó a difamarte.
16.- La acción ruin la considero
ejecutada por personas despreciables, indignas de tener como su amigo a quienes
sobra dignidad. Aquellos que no saben
fingir afectos, no deben tener ningún vínculo con los farsantes.
17.- Aquel que bien te conoce y se
había identificado como tu amigo, no es leal si hace complicidad con quien
lanza habladurías con el único objetivo de dañarte. Se confabula con el
malvado, el que dice es tu cofrade, y hace mutis, en lugar de salir en tu
defensa.
III.- Ante
la presencia de desleales, querer a los sinceros
18.-
A un hombre o a una mujer de bien le resulta sumamente molesto mantener sinceras relaciones de amistad, allí donde
el falaz abunda y se distingue al artificioso; impera la capciosidad; el impostor es alabado, la insidia se
considera virtuosa. Y el dolo se ha aceptado como igual a la autenticidad.
19.- Si el ser humano está
formado para estar contento, jubiloso, de buen humor, debe preocuparse
para escoger como amigos a personas que motiven permanecer radiantes, como son
aquellas que viven para alegrarnos con sus nobles actuaciones.
20.- Al establecer relaciones de
amistad con una persona, hay que estar preparado para esperar momentos de sana
comunicación, pero también para ser objeto de vileza y las peores
mezquindades. Nadie está libre de llegar
a estar compartiendo con quien abraza la bajeza.
21.- Cada día que transcurre debe
convertirse en espacio de tiempo que nos permita asimilar las experiencias y,
en particular, aprender a reunir y bien
guardar lo que nos ha ocurrido con aquellas
personas que ocupaban en nuestra vida un lugar distinguido de confianza,
pero con ellas terminamos desilusionados,
cargados de desengaños.
22.- Ante tantos y tantos desleales,
lo que nos dice el diario vivir es que a
los amigos leales hay que mantenerlos
elevados; fijos en nuestros corazones;
con permanente demostración de cariño. No debemos, jamás, infravalorar, ni frivolizar el afecto que merece aquel que ha
demostrado ser puro en los vínculos de amistad.
23.-
Debemos proceder a escoger con sumo cuidado a los amigos, para no ser
víctima de los farsantes; ser minucioso a la hora de depositar confianza. Ser
escrupuloso nos libera de tratar a los simuladores. Nada de actuar a la ligera para evitar pasar por momentos
amargos ante la perversidad de un traidor.
24.- Son muchas las situaciones
anímicas que generan en las personas los actos de deslealtad, comenzando por
las frustraciones, y terminando con los desengaños que se mantendrán en la
conciencia como un sello de desesperanza.
25.- Porque nadie se prepara para
sentirse desalentado, la deslealtad golpea anímicamente hasta al más
insensible. El disgusto generado por la
falsía, además de contrariarnos y causamos sinsabores, nos lleva al
abatimiento, hundiendo el deseo de proceder de buena gana, de estar a gusto.
26.- Cuando descubrimos la actitud
del desleal, es entonces cuando más debemos fortalecernos con absoluta
inclinación hacia ese amigo que se ha mantenido fiel, y es el que se hace merecedor de nuestra completa bienquerencia.
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