El periódico LaPrensa de
Florida ha reseñado la generosidad y solidaridad de un trabajador social que murió
de cáncer a los 63 años, dejando la mayor parte de su patrimonio a
organizaciones de caridad que ayudan a los pobres, a niños enfermos,
discapacitados y abandonados.
Lo que nadie sabía es que
su patrimonio fuera tan sorprendente dejando 11 millones de dólares.
Incluso los más cercanos
a Alan Naiman no
tenían ni idea de la fortuna que amasó en silencio.
Esto se debe a que el
trabajador social del estado de Washington ahorró hasta el último penique que
caía en su bolsillo.
Naiman trabajó para el
Departamento de Servicios Sociales y de Salud, ganando $67,234 dólares al año.
Hizo otros trabajos
paralelos, a veces con hasta tres
empleos a la vez.
Ahorró
e invirtió lo suficiente para ganar varios millones de
dólares y heredó varios millones más de sus padres.
Según los amigos la decisión
de dejar casi todo su patrimonio a asociaciones que ayudan a los demás viene
del hecho de que su hermano mayor tenía una discapacidad de desarrollo.
“Crecer con un hermano
mayor y discapacitado cambió un poco de la manera en que veía las cosas”, contó
su amiga cercana, Susan Madsen, a Ctvnews.
Naiman dejó $2.5 millones de dólares para
el Centro
de Cuidado Interino Pediátrico, una organización que atiende a bebés nacidos de madres que
abusaron de las drogas y ayuda a los niños a abandonar su dependencia.
Donó 900 mil dólares a la
organización de cuidado de crianza y niños en acogida Treehouse,
diciéndoles que él acogió a niños hace años y que les había llevado juguetes y
artículos de primera necesidad durante mucho tiempo más.
Muchas de las organizaciones
que se benefician de la generosidad de Naiman admitieron que no lo conocían.
“Nunca soñamos que algo así
nos sucedería.
Desearía mucho haber podido
conocerlo.
Me hubiera encantado que él
viera a los bebés que está protegiendo”, dijo la fundadora de Pediatric Interim
Care Center, Barbara Drennen al medio mencionado.
“La frugalidad que vivió, a
la que se comprometió en su vida, fue por esto”, agregó Jessica Ross, la
directora de desarrollo de Treehouse.
“Es realmente un regalo
para todos nosotros ver esa demostración pura de filantropía y amor”.
Las más grandes muestras de
amor y generosidad no siempre necesitan una repuesta recíproca o acaparar
atención, se hacen de forma altruista.
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