Se prendió La Chispa.
Por Marcelo Peralta
Los actos de
violencia ejercidos por los golpeadores cíclicos tienen un carácter privado y
repetitivo.
Esas personas del
comportamiento exhibido por el regidor Ramón Bonilla -La Chispa- que agredió
al profesor y dirigente comunitario Leo Reyes en plena sesión en el
Ayuntamiento de Mao, parecen tener una doble personalidad.
Son de las personas
que se comportan de una manera cuando están en su hogar con su pareja, y de
otra muy distinta cuando están en público.
Suelen ser amistosos
con los hombres y poco propensos a enfadarse con ellos mismos y su furor se
concentra en la mujer con la que están emocionalmente ligados.
El agresor, como fue
su actitud y se evidencia en un vídeo que se ha hecho viral en las redes
sociales se vuelve violento sin causa aparente.
Personas con el
comportamiento de La Chispa, atraviesan ciclos de acumulación de tensión que no
guardan relación con lo que los rodea.
Su actitud es en la
reaccionan con ataque verbales y físicos cada vez más intensos.
Es de las personas
que insultar y avergüenzan a su pareja delante de otras personas emitiendo fases
del maltrato.
Ello es un proceso
cíclico de acumulación de tensión y descarga violenta sin importar los
escenarios en los cuales se encuentren.
A lo sumo dirán que
está de “malhumor” o “un poco tenso”, no obstante, esas formas de actuar son mecanismos de defensa frente al temor y
sentimiento de indefensión que los invade.
Se debe a que poseen
un concepto de sí mismo muy vulnerable y cuando están en esta etapa, los
golpeadores pasan una y otra vez la “cinta grabada de prostituta”, que se
obsesionan con esta pauta mental de inculpación, hostilidad y reproches
fantaseados.
Son pensamientos que
giran en torno a la infidelidad sexual, a los celos y en que el agresor lo
aterroriza la idea de que su mujer lo abandone, ya que necesita
desesperadamente de ella para definirse a sí mismo.
Esos hombres
controlan el uso el uso del tiempo y del espacio que hacen sus mujeres y
conciben sospechas ante cualquier contacto de éstas con otros hombres.
Consideran que todos
los hombres ven a sus esposas como objetos sexuales deseables y las ocasiones
en que la mujer corre mayor riesgo son cuando se separa, busca refugio y queda
embarazada.
El marido teme que
el bebé lo desplace en el afecto de su esposa y es en los momentos en que éstos
hombres violentos explosionan de manera física cuando se consideran
acorralado.
Por eso es en esos
momentos en que el agresor cae en un estado alterado, disociativo, en el que su
mente parece estar separada de su cuerpo, en el que no tiene ninguna compasión
por el dolor de su víctima, y en que la acción física le resulta placentera.
La agresión del
regidor Ramón Bonilla- La Chispa- contra el profesor Leo Reyes, se evidenció que
prosigue hasta que el arma está descargada, rota y exhausta.
Ahí es en donde
entra la predisposición a sentir celos morbosos y los rasgos de personalidad
más sobresalientes.
Si se trata de
ejercer violencia contra su compañera sentimental el homicida fija su postura
mental en el hecho de que “No puede
dejarme, “Si no puedo tenerla, nadie la tendrá”.
Queda evidenciado de
que en este estado, el victimario cavila constantemente sobre la mala voluntad
de su mujer.
Y cuando por fin
explota, su rabia es incontrolable, quiere aniquilar a su víctima, la
aterroriza y la humilla sin arrepentimiento y ni ternura.
Entonces, después de
cometidos sus exabruptos, se presentan mecanismos de defensa que van desde la
negación de lo ocurrido hasta las tentativas de expiación y las promesas de
cambiar.
En
mi opinión, nadie quiere estar en esta realidad, aunque, es algo que cada vez
sucede más y que no podemos ignorar las innúmeras muertes de ciudadanos y
mujeres en el país por causa de la violencia.
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