La incitación de Medina
RAFAEL PERALTA ROMERO
La virulenta proclama del expresidente Danilo Medina a
sus parciales en la que llama a aplicar acciones violentas el día de las
elecciones presidenciales y legislativas ha cosechado suficiente rechazo de
quienes quieren vivir en paz y disfrutar la democracia, como es el caso de la
mayoría de los dominicanos.
El azuzamiento a las turbas ha tenido varias
interpretaciones, la más obvia de ellas es que se trata de un grito
desesperado ante la evidencia de los resultados que se esperan para los
comicios del 19 de este mes. El tránsito de febrero a mayo ha resultado
largo, sobre todo para quienes no saben aceptar la derrota.
El grito de DM, unido a otros emitidos por los dirigentes
Rubén Maldonado y Jaime David Fernández, parece una línea de
infundir temor a los votantes para que no acudan a ejercer su derecho al
sufragio. Se traduce en un atentado contra las elecciones y contra la
democracia misma. La JCE sabrá qué hacer.
Pensando en este asunto, he salido de las apreciaciones
políticas de corte electoral e inmediatas y he descubierto una imprecisión en
el Diccionario de la lengua española en la acepción de la palabra
estadista. No tanto por la definición, sino por los sinónimos que le atribuye:
político, gobernante, dirigente. De ser así, cualquiera es un estadista.
Un estadista no solo sabe de Estado, sino que su visión y
sus actitudes lo hacen merecedor del pleno respeto de la ciudadanía. Un
hombre que ha gobernado durante 20 años (doce como ministro y ocho como
presidente) pudiera aproximarse a la condición de estadista, tomando en cuenta
su experiencia. Pero Medina...
En un artículo publicado en “elcolombiano.com”, el
escritor Luis Fernando Álvarez, expresa: “El discurso del estadista es simple,
seguro y concreto. Es una guía para el porvenir del grupo social. El discurso
del administrador político suele ser muy elocuente, desafiante, altanero, si se
quiere algo anárquico, inmediatista, desgarrador”.
La República Dominicana vive una paz política que es
ejemplo del continente. Así lo reconocen organismos internacionales. El
enchinche de Medina procura estropear esa armonía, solo por el mezquino
interés de desacreditar las elecciones y restar mérito a la victoria que los
indicadores atribuyen al presidente Abinader.
La furiosa incitación del exmandatario
perjudica hasta a su partido (morado), el cual se disputa el segundo puesto con
el otro PLD, el verde. Quizá Danilo Medina -conjeturo- no quiera que Abel
Martínez alcance la posición del líder de la oposición y se afiance como el
candidato del PLD en 2028. Hay políticos -no estadistas- así.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario