17 abr 2024

Tratan restaurar avión se descapotó a 24 mil pies de altura hace 36 años

El avión ya había realizado 89.680 vuelos, cuando el fabricante indicaba una vida útil de unos 75 mil.


En el mundo está sucedido cosas raras, porque un avión a 24 mil pies de altura con 100 pasajeros y cuatro tripulantes perdió el techo en 1988 y ahora lo están restaurando para volver a volar.

 

Este hecho sucedió el 28 de abril de 1988 en Hawai cuando el sol brillaba y sus ocupantes emocionados pensaban que iba a ser un vuelo corto habitual y placentero.


Era el vuelo 243 de Aloha Airlines, que tuvo lugar hace 36 años, un 28 de abril de 1988 y que registró una de las hazañas más importantes de la aviación comercial.

El avión  de regreso a tierra.

Se dio cuenta la copiloto Madeleine Tompinks una de las pocas mujeres piloto de EEUU por aquel entonces- y el capitán Robert Schornsteimer inician el despegue, dejando atrás la ciudad hawaiana de hilo y dirigiéndose a Honolulu en un clásico vuelo turístico.


Clarabelle Lansing, la jefa de cabina, salió expulsada del avión y su cuerpo nunca fue hallado y es probable que haya fallecido al impactar con el mar. 


Fue una muerte trágica, en medio de una cadena de milagros. 


El resto de los pasajeros y el personal de cabina todavía estaban con el cinturón abrochado gracias a que la señal luminosa no se había apagado.


No fue el único milagro en que todo estaba dado para que el metal de la aeronave siguiese quebrándose ante tanta presión. La cabina de comandantes había quedado unida al resto del avión tan sólo por los bastidores inferiores del compartimiento de carga e inclinada levemente hacia abajo. 


El avión aterrizó en pista sin mayores inconvenientes con un tercio de su fuselaje desprendido y pasajeros viajando y sin techo, como si se tratase de un bus de turismo urbano.


El accidente sólo contabilizó la muerte de Lansing, que tuvo la mala fortuna de ser la única persona en haberse quitado el cinturón de seguridad, probablemente para iniciar el servicio de a bordo, cuando sucedió la explosión que la eyectó al aire y al mar.


En cualquier momento podría haberse desprendido, y eso sí hubiese significado el fin de las 105 vidas que aún seguían a bordo del Boeing 737-200.

 

El vuelo estaba a punto de convertirse en una historia que nunca olvidarían por ser un día normal

 

Era un gran Boeing 737 que despegó sin problemas, en que la tripulación 5 caras amables, estaba allí para asegurarse de que todo el mundo estuviera contento.

 

La gente encontró sus asientos, miró por las ventanillas y empezó a charlar de lo que harían una vez aterrizaran.


A mitad del vuelo, todo el mundo estaba relajado y desde lo alto, las nubes, océano se veían muy bien. 


Todo está en calma

Iban que reían, adultos que disfrutaban de aperitivos, bebidas, había paz. 

Confiar en el avión

Aloha Airlines, la compañía que pilotaba el avión, era conocida por ser segura, que era algo importante, la gente confiaba en que volar era seguro.

 

Sus aviones, como este Boeing 737, eran revisados en tiempo exacto para asegurarse de que estaban en condiciones de volar.

La grieta de la que nadie hablaba

Una pasajera, Gail Yamamoto, vio algo extraño antes del vuelo al observar había una grieta en la carrocería del avión.

 

La grieta de la que nadie habló


Le pareció raro, pero no dijo nada, porque a veces, las pequeñas cosas pueden provocar grandes problemas.

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