Por: Marcelo Peralta
La sociedad dominicana percibe desde Haití brota un inusual olor que
causa perplejidad.
El olfato de gente en la parte española predice que en la tierra de Jean
Jacque Dessalines habrá incremento de la desgracia y la fatalidad
Hay diversidad de opiniones en torno al “tufo”.
Huele a estiércol, a aguas fétidas, algas podridas y a morgue.
Si pregunta a alguien en Estados Unidos, Canadá, Francia y Europa, diría
en Haití "nada bien".
Ráfagas por aquí y ráfaga por allí, que podrían elevar los estruendos.
Anoche disgustos y olfatos se elevaron en Haití.
Y esa advertencia es peligrosa para República Dominicana.
Las razones, es que, este criminal que tiene apoyo en Haití y a nivel del extranjero culpó a Estados Unidos, Francia, Canadá de las desigualdades sociales en esa mitad país.
Estados Unidos que siempre tiene las narices llenas de azufre sacó y ordenó evacuar a su personal diplomático de Haití.
Y eso huele mal.
A República Dominicana autoridades, políticos, mafiosos y guardias en la frontera están dejando pasar cantidades de haitianos.
Lo es por la complicidad de autoridades, políticos, jefes de bandas y militares
desconfiados.
El origen de esa extraña fragancia, desagradable, difícil de definir
tiene sus raíces en el archipiélago que comparten españoles y africanos.
No hay que ser estudiosos para ver la dirección del viento en el país
español.
Hay un viejo dicho de Haití no puede venir "ni buen viento ni buen
casamiento".
Y otro que reza de más allá del canal del río Dahabón no puede “venir
nada bueno”.
Lo cierto es que la desgracia Haití nada bueno viene a República
Dominicana.
Viene un extraño fenómeno y pronto se sabrá el origen de la pestilencia
invade la isla española.
Adolfo Hitler aquel viejo zorro político austríaco, nacionalizado
alemán, líder del partido Nacional Socialista, dictador de Alemania de buen olfato:
“Decía solo algo desagradable se podía esperar del enemigo”.
El mal olor persiste y se acrecienta.
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