Por: Ramón Antonio veras.
I.- He aprendido con la
práctica de la vida
1.- Sin proponérmelo, mi vida
se ha desarrollado confirmando la veracidad con el ejercicio de la práctica. He
adquirido conocimientos de manera objetiva, fuera de cualquier instrucción
sacada de un manual.
2.- Sé lo que es no tener un
techo para vivir, porque nací en un bohío prestado por su propietario a mi
mamá, a cambio de que ella le lactara un nieto. 1
3.- Aprendí lo que es tener
hambre y no contar con nada para comer, cuando mamá un día cualquiera de
dificultad, llegado el mediodía sin que tuviera dinero para comprar la comida,
salía al patio de la casa, lanzaba una mirada al cielo buscando el sol, y luego
me decía: “Negro, van a ser las doce, ciérrame la puerta”. Con estas palabras
mamá quería decir que había perdido toda esperanza de encender el fogón para
preparar alimentos al mediodía. La explicación que nos daba mamá a sus hijos,
era que ningún hijo suyo iba a moverse fuera de la casa, para que luego alguien
pudiera decir por el barrio que un hijo de Ydalia andaba velando comida.2
4.- Conocí la palabra dinero
por mi trabajo como limpiabotas, porque cuando niño, antes de salir a limpiar
zapatos, mamá me decía: “Negro, recuérdate que debes cobrar dos centavos por
zapatos bajitos y tres por las botas”. 3
5.- Me gusta estrenar mis
piezas de vestir, porque la ropa que usé en mi niñez, siempre fue de medio uso.
Resulta que mamá lavaba y planchaba para varias familias en Santiago y recibía
en donación las vestimentas usadas de los niños de esas familias. “Una de las
casas a las cuales mamá prestaba servicios como lavandera y planchadora, era la
de la familia Cocco, que vivía en Santiago. Miembros de los Cocco son Manuel y
su finado hermano, mi amigo entrañable Miguel Cocco”.4
6.- La persona que en mi
hogar hace labor de servicio doméstico, siempre ha sido tratada como formando
parte de la familia, porque esa fue la consideración que me dio doña Aracelis,
la madre de los Llenas Dávila, cuando en mi niñez hacía en su hogar labores de
limpieza y diligencias.
7.- Aunque salí de la UASD,
en el año 1967, investido con el título de doctor en derecho Magna Cum Laude,
fue al lado del licenciado Francisco Porfirio Veras, don Lilo, donde conocí la
práctica de la abogacía, haciendo labores de oficinista y mensajero, desde
comprar sellos de Rentas Internas hasta aprender a cancelarlos.
8.- En la cuna del imperio,
asimilé que en el capitalismo la salud es una mercancía, porque estando mi
compañera Carmen, afectada de cáncer, me trasladé con ella a New York, para
fines de tratamiento de radioterapia. Una vez los médicos norteamericanos
hicieron a Carmen los chequeos y exámenes previos de rigor, y precisaron el
número de sesiones de radioterapia que debía recibir, una jovencita, secretaria
ejecutiva del hospital, le dijo a Carmen: “Doña, este es el tratamiento que
usted necesita y los costos; todo el dinero tiene que ser pagado antes de
comenzar y si se inicia mañana tiene que ser pagado hoy o mañana antes de ser
tratada”. En ese momento intervine, y le contesté que pagaría de inmediato el
cincuenta por ciento; pero ella no me dejó terminar y contestó: “Aceptamos el
cincuenta por ciento ahora, pero el tratamiento no comenzará hasta que se haga
efectivo el total de la cuenta”. Al día siguiente se le pagó el completivo y,
con el recibo en sus manos, Carmen comenzó el tratamiento. 5
II.- El cáncer y medicamentos
de alto costo.
9.- Cualquier persona
acostumbrada a leer mis escritos, es posible que se haga la pregunta qué
impulsa a Negro Veras, a escribir poniendo vivencias como motivación de su
exposición. He aquí lo que me lleva a hacer este trabajo.
10.- En el periódico HOY, del
día lunes 7 de febrero, en curso, 2022, en su primera página, leí la noticia
con el título: “Marginan a pacientes sin dinero para enfermedades de alto
costo”.
11.- Sé perfectamente lo que
quiere decir enfermedades de alto costo porque, personalmente, en el curso de
los últimos meses, he tenido que, en busca de mi salud, convencerme más y más
de lo que significa en el capitalismo la salud como mercancía.
12.- En nuestro medio,
cualquier ciudadano o ciudadana no tiene la posibilidad económica de gastar, en
menos de un año, la suma de tres millones cuatrocientos mil pesos dominicanos,
(RD$ 3,400.000.00), solamente para averiguar si está o no afectada de un tumor.
13.- Que se lea bien, es
solamente dando los pasos necesarios en cuanto a investigación radiológica,
pet/ct, y otros estudios, que entrañan gastos por encima de tres millones de
pesos.
14.- Para que se tenga una
idea de lo insoportable que resulta tener acceso a los medicamentos de alto
costo, basta con decir que una cápsula endoscópica tiene un costo de RD$
63,000.00, y una inyección para evitar los efectos de un tumor tiene un valor
de RD$ 73, 800.00, cada mes.
15.- Desde hace muchos años
la palabra cáncer para mí ha sido fatídica, porque de esa enfermedad murió mi
abuela materna, mi madre, mis hermanas Monina y Mercedes Maria; y mi compañera
Carmen, además de otras personas que han ocupado un lugar especial en lo más
profundo de mi corazón.
16.- En el seno de una
familia, en la cual uno cualquiera de sus miembros resulta afectado de cáncer,
llega la calamidad cargada de pesares que, además de la desesperación, trae la
ruina económica al colectivo familiar.
Ideas finales
17.- Muchos pacientes que
estamos en la obligación de hacer uso de medicamentos de alto costo, sin tener
dinero en abundancia y de sobra, estamos en condiciones de hacerle frente a sus
precios exorbitantes, pero no así la gran mayoría de nuestro pueblo que carece
de recursos económicos hasta para comer.
18.- En diferentes ocasiones
he dicho, y reitero, que no me identifico con el pensamiento político e
ideológico del presidente Luis Abinader, y tengo de su persona una buena imagen
por su formación familiar, además de que creo que no es uno igual a los tantos
malvados que han gobernado a nuestro país.
19.- Apelo a la sensibilidad
del Presidente Abinader, para que en los hospitales públicos del país mantengan
los medicamentos de alto costo para que estén al alcance de los enfermos de
cáncer, y otras afecciones catastróficas.
20.- El Gobierno Central está
en el deber de tener los medicamentos de alto costo, bajo una estricta y
confiable administración, para que con sentido humanista y honestidad, sean
donados exclusivamente a personas físicas enfermas y de escasos recursos
económicos.
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