Víctor Marie Hugo. "los Miserables". La misericordia como motor de la transformación humana y social. Nació el 26 de febrero de 1802 en París, muriendo el 22 de mayo de 1885. Fue poeta, dramaturgo, novelista romántico y de los más notables en lengua francesa.
Por Marcelo Peralta.
El novelista, poeta y
escritor francés, Víctor Hugo, cautivó el mundo con su obra literaria “Los
Miserables” publicada en el año 1862.
Por su contenido se convirtió
en una referencia de la cultura universal.
Fue objeto de numerosas
adaptaciones a diversos idiomas a lo largo de la historia.
Parte de la obra refiere a un
niño saboyardo que robaba monedas para comprar alimentos a varios sobrinos
huérfanos que criaba.
Refería, también, a un empresario
que fracasó por erróneas medidas en inversiones buscando elevar sus ganancias
mediante el egocentrismo, engaño a clientes y trabajadores.
Dentro de las recopilaciones,
Víctor Hugo relataba que el ser humano necesita el auxilio, sentirse amado por
el prójimo, misericordia y respuesta a la injusticia de la “Justicia”.
El humano, decía el escritor
francés necesita relación amorosa más profundo y comprometida, ante las
injusticias sufridas por el sistema de gobierno.
Al escribir la obra
relacionaba que la hizo en el período de la restauración de la monarquía
francesa en el siglo XIX.
Su tema central lo enfocaba al
bien, al mal, la ética, la justicia y la fe.
Examinaba de manera sigilosa y
analizaba los valores en la sociedad francesa de mediados del siglo XIX.
Reflexiona sobre la
naturaleza humana frente a la adversidad.
Víctor Hugo centraba en la
historia en un hombre condenado a prisión por robar un pedazo de pan para
mitigar el hambre de varios sobrinos que tenía en la casa.
Al salir de la cárcel, reincidía
en el robo, y la buena voluntad de un sacerdote lo hace reformar su vida.
Un inspector de la Policía
francesa se obsesiona con este mendigo-ladrón- y lo capturaba de nuevo.
El odio fue tan cruel que el
inspector de la Policía le fabricó tan fuerte que al joven la justicia lo mandó
a la cárcel por 19 años.
Le instrumentó un expediente
de 5 años de cárcel por robar pan y 14 por intentos de fuga.
Respecto a la fuga, dice que
nunca lo intentó.
No obstante, relata la obra
que el oficial policial odiaba al mendigo-ladrón- que instrumentó un voluminoso
expediente que la justicia impuso 19 años de prisión.
Salió del suplicio, y nadie
le daba alimentos, ni le permitir dormir en casas.
Un sacerdote de apiadó de él
y lo lleva a la casa a dormir y en la noche le robó un juego de platería.
De nuevo el mendigo-ladrón-
retorna a prisión.
El religioso se apiada de él y
lo visita en la cárcel, quien en vez de pedir prisión en su contra le regaló un
par de candelabros más y lo exhorta a cambiar.
Libre de nuevo, el hombre le
roba una moneda a un niño, pero el recuerdo del sacerdote le hace ver su propia
crueldad, decide retornar lo sustraído y reformarse para su bien.
Por sus antecedentes penales,
la sociedad en la ciudad en Francia donde vivía le cierran las puertas.
Hábilmente, adopta una
identidad falsa bajo el apellido Magdalena.
Pasados los años, se hace un
próspero y querido empresario.
La sociedad lo elige alcalde
de la ciudad en Montreuil-sur-Mer, en la que vivía.
La obra fue puesta a circular
en el período de la restauración de la monarquía absolutista en Francia, que
inició tras la caída del Emperador Napoleón Bonaparte y se extendió hasta
mediados del siglo XIX.
En su gestión como alcalde
crecen los ideales libertarios, republicanos, democráticos, alimentados por la
eliminación de las desigualdades sociales y acabó con las injusticias
perpetradas durante décadas en el Estado.
El mendigo-ladrón- convertido
en autoridad llegó a decir que el orden social represivo perpetúa la pobreza y
obliga a las personas más desfavorecidas a corromperse.
De esa manera, en Francia, el
sistema de justicia cambió, en que el mendigo-ladrón- enseñó que quien viola la
ley, sin advertir cuán responsable es de las iniquidades estatales contra la raza
humana.
Y el escritor Víctor Hugo,
llegó a explicar que implica que la ley de los hombres, más que buscar el bien
común, busca el castigo.
Analizaba la justicia está representada por personas poco fiable llegan a cometer barbaridades contra ciudadanos sin prever las situaciones económicas, cualidades en el cuerpo bandolero, y, tampoco se detiene a investigar: Por qué un joven roba?. Para qué lo hace?.
Quienes representan la ley y
el orden con apego absoluto la imponen por encima del bien.
En realidad, la ley es para
este mendigo-ladrón- lo más parecido a un ídolo sediento de sacrificios, a
cuyos pies ofrece las víctimas.
Citaba a los que delinquen, reinciden
en múltiples ocasiones, los represan y no se interroga, persiguen a las
personas que han causado daño, simplemente recolectan los expedientes anteriores
y hacen uno voluminoso y para la “cárcel”.
A través de la crítica a la
noción de justicia de la sociedad, Víctor Hugo desnuda una cuestión más
profunda, base de toda la obra: las nociones del bien y el mal.
A la vez detalla que el
equívoco está en hacer de las leyes el absoluto, cuando lo verdadero es el
bien.
De este modo, queda claro,
existe una distancia entre la moralidad, entendida como mero cumplimiento de
normas, y la ética que es “El amor” al prójimo y a sus semejantes.
Si la ley está concebida para
el castigo, el amor y la fe están para la rehabilitación, porque la invocan y
motivan, termina la obra de Víctor Hugo.
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