Algún dominicano acucioso debía averiguar y escribir obras literarias.
Por Marcelo Peralta
En la ciudad de Nueva York hay una historia que debía ser digna de relatar. Se trata de Juan Rodríguez, considerado el primer dominicano que se radicó en esa urbe.
Llegó en el año 1613 cuando era miembro de la tripulación de los marinos mercantes de un barco holandés.
La nave arribó a la Isla Santo Domingo a abastecer de piel, madera y otras mercancías.
Al
llegar a Nueva Amsterdam que era el nombre original optó por quedarse.
Trabajaba
como marinero en el barco Jonge Tobías que transportaba pieles y madera desde
La Isla Española en el que llegó al río Hudson donde estaba el Nuevo Ambsterdam
que era el nombre original del hoy Nueva York.
Lo hizo y se ligó con las demás etnias que allí había de distintas partes del mundo. Un año después, volvió a trabajar en otra compañía de origen holandés.
La
osadía de Juan Rodríguez llegó tan lejos que los miembros de la tripulación de
pelearon porque era un hombre fornido, serio y trabajador.
La
cuestión es, que los círculos académicos y culturales se interesaron tanto que
el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg aprobó en el año 2012 nombró una
calle con el nombre de Juan Rodríguez en Broadway en su honor.
El
historiador Simon Hart en 1959 en un libro dice que Juan Rodríguez era de la
Isla Española que trabajaba en un barco holand֖és transportando mercancías a
Nuevo Amsterdam, o Nueva York.
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