Por Luís Céspedes Peña.
El Presidente Luis Abinader está disolviendo instituciones del
Estado para crear otras, lo que equivale a la misma cosa, sólo un cambio de
nombre, con más gastos del presupuesto nacional.
El jefe de Estado acaba de crear el Consejo Nacional de Seguridad
y Defensa, integrado por los organismos responsables del trabajo a favor de la
garantía colectiva de los ciudadanos, como son las Fuerzas Armadas, la Policía
Nacional, el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) y el Ministerio de
Interior y Policía, bajo la presidencia del gobernante.
Si el jefe supremo de la seguridad nacional es el Presidente de la
República, que es quien da las órdenes, la creación de un organismo para hacer
la misma cosa, es innecesario.
¡Más
gastos en reuniones y pérdida de tiempo! Hay que admitir que la inseguridad
crece.
Lo mismo ocurre con el Gabinete Agropecuario o el otro Gabinete de Salud Pública.
Esas políticas públicas lo que hacen es cuestionar la capacidad
de los incumbes de Salud Pública, Agricultura, sector agua, seguridad nacional
y otros.
Lo
correcto es que si el ministro de Agricultura no responde a las expectativas
del gobernante, lo cambie, para sólo poner un ejemplo. En este tiempo de crisis
alimentaria hay que producir con la mayor rapidez productos de ciclos cortos,
como es el caso de muchos vegetales.
El país necesita un cambio de mentalidad en el proceder de las
principales instituciones vinculadas la producción. ¡Todo sigue aumentando de
precio en perjuicio de los consumidores y a favor de los intermediarios!.
Ya es tiempo de que los Institutos del Tabaco y Agrario Dominicano, así como también la Dirección de Ganadería, pasen a ser dependencias directas del Ministerio de Agricultura, para así ahorrar millones de pesos cada mes en gastos burocráticos de esos organismos.
¡No eliminarlos para crear otros! Cuando eso ocurre, se gasta más dinero del
presupuesto nacional hasta en el cambio de papeleo o abandono del sistema.
Todas las dependencias que manejan agua deben estar en el
Instituto Nacional del Agua, que no sabemos por qué no se pone en ejecución,
como son todas las Corporaciones de Acueductos y Alcantarillados. También, el
Instituto Nacional de Aguas Portables y Alcantarillados (INAPA). ¡Es otra forma
de ahorrar millones de pesos mensuales a favor del Estado!.
El gobierno, junto con los empresarios del sector turismo, debe
estimular la comercialización interna usando a los dominicanos como sus
principales clientes y no seguir dependiendo de los turistas extranjeros,
montando una buena campaña de publicidad, pensando en todo el conglomerado de
comunicación, no con la exclusividad de un pequeño grupo manejado desde el
Palacio Nacional, que es ahora y también lo fue en el gobierno pasado de Danilo
Medina. Al último, esa política le dio muy malos resultados.
¡Sólo
hay que bajar los precios para que la clase media y los pobres acomodados
acudan a los hoteles, como a las playas, para disfrutar de sus bellezas o las comodidades
que ofrecen! La crisis hotelera, a causa del coronavirus, debe poner a pensar a
los empresarios y el gobierno, que las políticas públicas para las inversiones
no deben formularse sólo pensando en dólares norteamericanos o en euros.
No hay ninguna duda de que el equilibrio de los precios de los
alimentos agropecuarios, juega un papel trascendental en el negocio del
turismo.
El gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) está en el deber
de desmontar cualquier “incentivo” a las protestas sociales, por una u otras
cosas.
Haití, por ejemplo, es un gran problema para nuestro país, aunque allí las protestas son motivadas por los opositores que perdieron las elecciones hace cuatro años y no quieren esperar que el Presidente Jovenel Moise cumpla el período de cinco, por el cual fue elegido.
¡Esos no son
demócratas, sino golpistas! El gobierno de la República Dominicana está en el
deber de apoyar para que Moise cumpla sus cinco años.
¡No queremos más golpes de Estados constitucionales que, por cierto, los que ya originaron sectores cavernarios, dieron malos resultados! Brasil y Bolivia, donde sus gobernantes fueron derrocados antes de cumplir sus períodos de gobierno, son malos ejemplos.
Evo Morales, el Presidente derrocado de Bolivia hace algo más de un año, dirigió la campaña electoral desde Argentina, donde estuvo exiliado, a favor de su Movimiento al Socialismo y ganó las elecciones.
Otro caso, casi similar, fue el de Rafael Correa, de Ecuador, que la oposición, con la ayuda internacional, evitó que postulara para una segunda reelección presidencial, pero desde el exilio, porque fue perseguido por el gobernante sucesor que éste promovió, su partido Alianza País, fue el más votado en los comicios presidenciales de hace unos días.
Esos dos ex
gobernantes se ganaron la voluntad de sus pueblos, porque desarrollaron
economías fuertes y con libertad.
¡Gracias por leernos!.
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