Por Danilo Cruz Pichardo
Luis Abinader fue electo presidente de la República Dominicana con
el 53% de los votos válidos emitidos, en la contienda comicial celebrada el 5
de julio, derrotando al Partido de la Liberación Dominicana, organización que
había gobernado 20 de los últimos 24 años.
A pesar de los altos
niveles de corrupción pública en los gobiernos peledeístas, todavía en octubre
de 2019, para las famosas y reñidas primarias, el PLD era la principal
organización política del país, conforme a todas las encuestas de opinión,
mayoría que los expertos en marketing atribuyen a un asistencialismo que
llega a millones de dominicanos, pero también a una inversión multimillonaria
en prensa, publicidad y asesoramieto de expertos internacionales en materia de
comunicación.
La experiencia
dominicana, regional y universal indica que los primeros meses de un gobierno
son una especie de “luna miel” con la población, espacio en que la popularidad
gubernamental se dispara a un 70 y hasta a un 80%, indistintamente que haya
ganado con un 53%.
Ese no ha sido el
caso, sin embargo, de la presente administración, pues en lugar de subir su
aprobación ha bajado. Ha bajado tanto que sectores opositores han tratado de
pescar en río revuelto, al realizar una insensata protesta a una gestión que no
llega a dos meses.
Es evidente que Luis
Abinader ha tomado medidas positivas y entre ellas hay que destacar la
designación de profesionales independientes en la cúpula del Ministerio
Público, un director de Compras y Contrataciones Públicas que es el
representante de Transparencia Internacional en el país, como es el caso de
Carlos Pimentel, ha eliminado instituciones innecesarias y que solo han servido
como cuevas de corrupción, como son los casos de OISOE, el quebrado CEA, entre
otras. El presidente Abinader, además, desarticuló el Despacho de la Primera,
dando un ejemplo desde su propia familia.
Asimismo, el
presidente de la República, es el primer jefe de Estado que hace cumplir la Ley
111-14, sobre Declaración Jurada de Bienes de los Funcionarios Públicos. Y ya
ha suspendido a más de una docena de servidores de distintos niveles por no
acogerse a su advertencia.
Empero, uno de los errores
del presidente Abinader, ha consistido en no poner a los distintos
representantes de órganos estatales a ofrecer un balance financiero sobre la
situación heredada en cada uno de los departamentos.
Y él, como jefe de
Estado, tenía que ofrecer un informe global sobre la situación económica del
país, que todos sabemos que no es buena, no solo por la pandemia, la cual ha
llevado a la quiebra al turismo, principal generador de divisas en los últimos
años, sino porque el PLD dejó las arcas vacías y, adicionalmente, un país
hipotecado, pues la deuda externa representa más del 54% del PIB.
Es posible que el
jefe de Estado toque esos temas vitales, pero tenía que hacerlo antes de
colocar bonos internacionales por cerca de cuatro mil millones de dólares y
tomar otros préstamos menores. Se trata de medidas que posiblemente se
justifiquen, pero al no crearse la conciencia necesaria en la población es
lógico que sean rechazadas en amplios segmentos nacionales.
La gente también ha
externado su disgusto con los impuestos que aparecen en el Proyecto de
Presupuesto de la Nación, incluyendo al sueldo número 13, pero el jefe de
Estado ha mostrado humildad y prometió explorar otras alternativas.
Sin embargo, hay
muchos aspectos que no concuerdan y dan la impresión que el gobierno se basa en
la improvisación más que en la planificación previa.
De igual manera da
la sensación que el presidente Abinader no tiene a políticos de
experiencia a su lado, sino a un empresario con el que no se sabe qué tipos de
compromisos hizo en la campaña electoral, pues mientras Luis Abinader desmiente
rumores de privatización de empresas estatales, ese caballero reitera los
planes de la Alianza Público-Privada, que posiblemente es una réplica, aunque
con otro nombre, del tristemente recordado Proyecto de Capitalización de las
Empresas Públicas, implementado en el primer gobierno de Leonel Fernández y hoy
día ni están las empresas de CORDE ni los ingenios azucareros ni mucho menos el
dinero.
El empresario
Lisandro Macarrulla ha procurado despejar dudas y acaba de anunciar que donará
su salario como ministro de la Presidencia, como que fue al gobierno a
sacrificarse, cuando históricamente ningún funcionario público, por lo menos en
países corruptos y de instituciones débiles como ha sido el caso de la
República Dominicana, ha vivido de sueldos. Y tampoco Macarrulla está detrás de
un sueldo.
Otro aspecto que ha
venido dañando la imagen pública de la presente administración es la inmensa
cantidad de decretos que premian a personas de apellidos sonoros y a miembros
de una misma familia. Aunque los méritos son individuales, se conocen decenas
de casos de designaciones de personas por el simple hecho de ser hijos,
hermanas, esposas u otros patrentescos con funcionarios.
El último decreto de
esa índole favorece a la esposa de Orlando Jorge Mera. ¿Qué labor hizo esa
señora, que además no necesita ese sueldo, pues su esposo es un poderoso
ministro?
¿Es que no hay nadie
en el Palacio Presidencial que le diga a Luis Abinader que ese tipo de
designaciones cae mal, muy mal en la población, tan mal como designar en altos
cargos a dos diputados electos y, para colmo, hay que quienes abogan que esas
curules vacantes sean ocupadas por descendientes, como si se tratara de una
monarquía, una fiesta o francachela basada en cargos estatales?
Mientras se observa
ese malestar colectivo, el jefe de Estado se descuida en un aspecto cardinal,
el cual consiste en focalizarse en la construcción de un partido fuerte, que
sirva de sustento al gobierno.
Fue el PRM, los
partidos aliados y los independientes que sacaron al PLD del poder y no debe
desaprovecharse la oportunidad de construir una sólida estructura partidaria,
capaz de enfrentar al adversario, que no está muerto, simplemente está asustado
y a la defensiva y, por falta de tacto, podría pasar a la ofensiva, dado su
enorme poder económico.
A la gente del PRM
se le ha dicho que en medio de una pandemia no se puede cancelar a los
peledeístas, como si la pandemia, que nadie sabe cuando termina, no afectara
simultáneamente a los del PRM, que adicionalmente tienen 16 años consecutivos
fuera del poder.
Un pretexto infeliz.
Es más infeliz el alegato que los perremeístas no tienen formación académica.
En los partidos políticos dominicanos hay personas con los diversos niveles
educativos. Unos califican para ministros y otros para simples mensajeros o
para trabajar en el área de limpieza. Para hacer un partido diferente, de
gente culta, habría que buscar extranjeros y la Constitución lo prohíbe.
Dejar la militancia
de un partido a su suerte es sumamente peligroso. Bosch cometió el error de
desarticular al PRD en 1963, afilando cuchillo para su garganta, pues esa
medida solo benefició a los sectores que conspiraban contra el gobierno
constitucional.
No es para hacer
paralelismo, pues los tiempos son diferentes. Los golpes militares ya no son
viables, pero no le veo lógica política alguna el tener en la oposición al PLD,
a la Fuerza del Pueblo, a Guillermo Moreno y tirarse simultáneamente a los
perremeístas en contra.
¿Con quién cuenta?
¿Con los empresarios? Los empresarios se benefician de todos los gobiernos y
cuando un presidente sale del poder terminan sacándole la lengua. Hay quienes
aseguran que todos esos decretos que han recaído sobre empresarios se
perdieron. ¿Cuál de ellos ha salido defendiendo a Luis Abinader? ¡Qué me
señalen uno solo! Ni siquiera Macarrulla, pues a ese caballero ni la voz se le
conoce.
Para no acelerar el
desgaste de la popularidad del gobierno, convendría que el Ministerio Público
inicie el conocimiento de los expedientes de corrupción pública. Ya es tiempo
para empezar, al menos que Miriam esté pensando que a ella sencillamente “le
han tirado una vaina”, al tener que tomar medida de persecución judicial contra
gente de tanto poder.
Mientras tanto, el
presidente Abinader, sigue hablando de forma regular y el discurso también se
gasta, lo que repercute negativamente sobre su credibilidad, como saben muy
bien quienes estudiaron estrategia de la comunicación social.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario