Alfredo Cruz
Polanco (alfredocruzpolanco@gmail.com)
“De poco sirve la riqueza en los bolsillos,
cuando hay pobreza en el corazón”.
Papa Francisco
Nuestro país y el mundo
atraviesan por uno de los momentos más difíciles y preocupantes del último
siglo, luego de la “Gripe Española” del 1918: La aparición del Coronavirus-COVID
19, el cual se ha convertido en una pandemia global, causando cientos de miles
de personas afectadas y fallecidas, sin que hasta la fecha se haya descubierto
una vacuna para contrarrestar o curar el mismo.
Este virus se originó en
China a finales del año 2019 y aunque ya este país se ha ido recuperando y
volviendo a la normalidad, se ha expandido y propagado por casi todo el planeta
(170 países).
De consecuencias hasta ahora
imprevisibles, este virus está causando estragos no solo a la salud de la
humanidad, sino, a la economía global, pues en estos momentos se ha generado
una gran contracción y recesión económica, ya que las principales potencias
económicas (China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, España), han
cerrado sus fábricas, colocando en cuarentena a sus trabajadores. Esta
situación ha provocado la caída de los precios del petróleo y de las bolsas de
valores de las grandes empresas.
El señor Presidente de la
República, licenciado Danilo Medina ha declarado el país en estado de
emergencia y ha tomado fuertes y rigurosas medidas sanitarias, económicas,
humanitarias y de seguridad nacional, que aunque muy dolorosas, han sido las correctas
y atinadas para enfrentar esta pandemia universal, que sin duda alguna afectará
todo el sistema productivo nacional, sobre todo al turismo. Se cerraron las
fronteras aéreas, marítimas y terrestres y se suspendieron las labores
comerciales.
Nuestro país en estos momentos
requiere de una verdadera unidad nacional (clase empresarial, política, social
y religiosa); de reflexión, recogimiento, sacrificios, solidaridad y
desprendimiento. Demanda que coloquemos sus intereses por encima de los
particulares, económicos y políticos.
A pesar de los grandes
esfuerzos y sacrificios que viene realizando el señor Presidente de la República,
los mismos no serán suficientes para poder enfrentar por si solo esta desgracia
que nos ha tocado vivir; se requiere del aporte, del desprendimiento, del
sacrificio y de la solidaridad del sector empresarial, pues si observamos lo
que está sucediendo en España, Italia y en los Estados Unidos, países muy
desarrollados, donde algunas áreas de su sistema de salubridad están al borde
de colapsar. ¿Qué podemos esperar en el nuestro, con recursos y capacidades instaladas
limitadas?
Este sector, a través del
Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), la Asociación de Industrias de
la República Dominicana (AIRD), la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE), la
Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (ASONAHORES), la Asociación de
Bancos Comerciales de la República (ABA), las Administradoras de Fondos de
Pensiones (AFP), las Administradoras de Riesgos de Salud, entre otras, pueden
crear un fondo común con aportes económicos y en especies, administrado por
dichas instituciones o por las iglesias, con el apoyo logístico del gobierno central
(transporte, seguridad y personal de apoyo).Ya se tiene el precedente de la
ayuda humanitaria del 2010 cuando la ocurrencia del terremoto en Haití.
Esta decisión debe tomarse
antes que sea demasiado tarde, pues de continuar expandiéndose este virus y de
mantenerse en cuarentena a una clase muy vulnerable, aquí no se sabe lo que
podría ocurrir, pues este no toma en cuenta a etnias, razas, edad, sexo y
clases sociales. Este es un momento de grandes sacrificios que debe ser
afrontado por todos, pero más por los que tienen algo que
perder. ¡Que Dios nos coja confesados!
El autor es Contador Público Autorizado,
Máster en Relaciones Internacionales,
Ex miembro titular de la Cámara de Cuentas de
la República
y
Ex diputado al Congreso
Nacional
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