28 abr 2019

Ego y poder tienen limites, embriagan y embrutecen.

Resultado de imagen para foto de una gente con poder
Por Marcelo Peralta.

El mal uso del poder nos conduce a tomar malas decisiones.

De ahí se deriva el ego.

La presión de poder no es buena consejera.

Surge, entonces que el sentimiento se torna incapaz para desmontar.

Estudios demuestran que hay gerentes que toman decisiones importantes respecto al hacer inversiones.

Se casan con la decisión.

Demuestran su inconveniencia.

Sin embargo, el ego de poder le daña la iniciativa.

El mal uso del poder los conduce a sobreestimar la capacidad.

Llevando, incluso, a generar circunstancias adversas y a divorciarse de la realidad.

Creen que son las únicas maneras de modificar el rumbo de las labores que deben desempeñar en la sociedad.

Uno de los vicios más condenados es el “orgullo desmedido”.

Un ego excesivo fácilmente lleva a algunos funcionarios a la adicción al poder.

Al estar embriagado lo conduce a emprender acciones fuera de toda realidad.

Cruzan los límites de la naturaleza humana.

Por ese sentimiento “borracho” lo hacen fuera de toda medida y de su jurisdicción.

Están poseído de un exceso, carente de la humildad, actitudes que los llevan al “fracaso” y a hacer un ejercicio apegado a la realidad.

El poder que se ostenta en algunas provincias del país tiene efectos como un “narcótico”.

A muchos funcionarios los puede conducir, sin darse cuenta, a tomar malas decisiones.

Toda decisión necesita contrapesos.

Quien dirige debe ser una persona que evite las emociones para que no le distorsionen la realidad.

Lo primero que debe hacer es consultar, pedir consejo a fin de que no lo embargue el orgullo desmedido.

Cuando se está en un cargo público hay que actuar sin inclinar la balanza.

El poder embriaga a muchos funcionarios, se inclinan por el exceso de poder y se embrutecen.

Muchos están hoy en el poder y mañana podrían estar en las calles, y en algunas ocasiones hasta preso.

Hay ocasiones en que el poder los hace perder el contacto con la realidad, y cómo su efecto narcótico, y embriagante los lleva a veces a tomar malas decisiones que los hacen capaces de corregir. 

Este hecho genera, en quien detenta el poder, en que la sensación placentera de reconocimiento social y de alta estimación por parte de quienes lo rodean, hace que aumente su orgullo, su autoconfianza.

Hay que decir, que los periodistas honestos, responsables, creemos y defendemos a las autoridades que trabajan bajo el marco de la ley, sin exclusiones, porque no somos “dioses”, tampoco “intocables”, sino garantes de la equidad y la justicia.

Es necesario decir, que mientras un ciudadano es funcionarios está sujeto al escrutinio.

Como sucede en la actualidad con algunos funcionarios del sistema judicial nombrados en las provincias Santiago Rodríguez y la presidente José Desiderio Valverde en la Región Noroeste

De mi parte, bajo el telón, no por miedo, tampoco por presión, sino por decencia, respecto mutuo, doy por cerrado es caso y que no se hable más de lo sucedido la semana pasada.

Por eso, en esta sociedad convulsionada y llena de violencia, se impone, que “tratemos de vivir en paz y que no nos embriague el poder”.

!Nomaste!.



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