El dominicano
que ve esta foto, que no se conmueva al
observar escena así, no puede decir que tiene sensibilidad humana.
Pese
a las bonanzas en que se ufana el gobierno, los pobres no tienen oportunidades.
Por
Marcelo Peralta y Antonio Heredia.
Altamira, Puerto Plata, R.D.- Pareciera que estamos hablando de la filmación para una película de ciencia ficción, de paremia y quizás de alguna zona ubicada en la India.
Por el laberinto de la vida, con impotencia y el ahogo que genera un nudo en la garganta, dos
niñas se entrecruzaron y al lente de la cámara no le quedó otra salida que captarlas.
Nadie,
en su sano juicio puede creer la ocurrencia de este desgarrador panorama, que esto esté sucediendo en un país en que el gobierno se ufana en gastar miles de millones de pesos de
los contribuyentes para proporcionarles a los invasores, obtener los aprestos de unir el archipiélago por favores económicos y políticos de organismos internacionales.
Aunque algunos ilusos y neófitos lo ponen en dudas de la eventual fusión de los famélicos africanos asentados en Haití, en donde por lo vulnerable del gobierno dominicano millones de esos invasores están pisoteando la Patria de Juan Pablo Duarte, a pesar de las diferencias de idiomas, culturas, costumbres, leyes, los intrusos tienen más derechos que los nativos.
Cantidades enormes de los recursos económicos que pagan en impuestos de los servicios al fisco los hijos de la Patria de Quisqueya, los haitianos tienen más comodidades que los nativos.
Acogiendo
aquellos viejos refranes de que Dios ayuda a los pobres, a quien nada tiene
Dios lo mantiene; a quien no tiene nada Dios le da sus bienes; Dios ayuda a los
mal vestidos; que la pobreza Dios la amó y siendo hombre en ella vivió.
Sin
embargo, por las maniobras de políticos, de empresarios, desfalcadores del
erario, los traidores de la Patria por la que tanto luchó Juan Pablo Duarte,
fueron despojados y adjudicados a los foráneos.
En
época como la que se está viviendo en lo que le queda de la República Dominicana
hay que hacer acopio de aquellos viejos refranes de que cuando falta paz, no
hay pan; donde no hay que comer sobra la alegría y que donde no hay que comer,
ni hay paz ni la puede haber.
Que
la pobreza y negligencia se convierten en holgazanes de los grandes males que a
la vez son ruines compañeras y que por sus aspectos negativos de la pobreza
generan males lastimosos.
Se
impone hacer referencia de aquel refrán que dice que quien a pie y descalzo
camina no se libra de espinas, que siempre es la capa del pobre la que primero se
pierde y que sin dinero el hombre siempre representa cero.
Los
habitantes de la comunidad La Escalera, perteneciente al Municipio de Altamira,
Provincia San Felipe de Puerto Plata al Norte del país, viven en condiciones calamitosas.
Atraviesan
por una de las peores situaciones de la fundación de la República en el año
1844, por los males que sufren a diario.
Y
los más vulnerables son los estudiantes quienes arriesgan sus vidas en las
carreteras y caminos vecinales en procura de tener un porvenir mejor.
El
tramo carretero desde sus casas hasta llegar a la escuela en donde están
matriculados es una odisea.
Este
sacrilegio tienen que padecerlo niños, niñas y adolescentes desde sus casas para
poder llegar a su centro educativo.
Ahí
es en donde se evidencia la falta de la justeza en la distribución equitativa
de la riqueza, lo que constituye las peores formas y las limitaciones de los
seres humanos.
Hay
políticos que durante las elecciones ofrecen hasta su alma y al ganar jamás
vuelven por los lugares en donde han ofrecido obras sociales.
Ante
los agudos y sentenciosos males se convierten en paremia con la riqueza y su
adversidad.
Existen
personas que testifican que los políticos están cortados con la misma tijera.
Que
para llegar a los puestos hay que hablar mentiras a sus parciales y después de
ganar ni siquiera saber que por esos lugares pasaron en campaña.
Los
pueblos de República Dominicana son víctimas de esos malos políticos.
El
país está plagado de problemas que afectan la vida de miles de personas.
En
los aspectos positivos de la riqueza, es evidente que los duelos con pan son
menos y que más vale tener que desear; nace ya criado el que de padre rico es
engendrado.
Además,
reza un dicho muy popular de que quien tiene bueyes, ara su tierra cuando
quiere y en referencia al dinero, dice que el que lo tiene lo gasta.
Que
la misión del rico es dar remedio y que la del anciano es el de ofrecer consejos.
Se
dice que con el poderoso de mala intención no vale justicia ni razón; que el
adinerado nunca en juicio es condenado y que quien más tiene, más puede.
Y
que no es rico el que tiene mucho dinero, sino el que vive contento y que la riqueza
y la hermosura no pasan de ser basuras.
El
drama de dos adolescentes estudiantes captadas camino a la escuela es
desgarrador y lleva la impotencia a las personas sensibles.
Ellas,
descalzas, llenas de lodos, cruzando una zona impenetrable en que la de mayor
edad carga a la menor, en procura de convertirse en mañana en defensora de la Patria.
De
la pobreza y de las casas de los pobres en desde suele salir los obispos, ricos
y muchos pordioseros.
El
caminante pobre no teme a los ladrones, de que el pobre da lo poco de lo que
tiene, en cambio, el rico todo para él lo quiere y que la pobreza es la madre por
antonomasia de santidad.
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