Por Marcelo Peralta.
El
hombre, hasta el momento ha permanecido en la cima de la pirámide depredadora y
no existe en la actualidad ninguna criatura que le dispute el puesto.
Su desarrollo
original estuvo en el continente africano.
Luego, el género se
expandió por el resto del mundo.
El hombre es
resultado de una evolución de los primates humanoides.
El
mayor asesino de la tierra es el hombre y hasta mata por alegada disciplina
deportiva. El depredador mata para enriquecerse.
Otros
matan para sobrevivir.
El
hombre es auto destructor.
Es consciente del asesinato que está cometiendo contra la Madre Naturaleza.
Ese
criminal forestal se ha convertido en el voraz destructor de la fuente natural
de su propia vida, en su afán por tener dinero.
En cierta
forma, el hombre cree, se siente y piensa poco en que hay un Dios; que es el creador,
inventor, transformador, dueño de la vida y patrón el universo.
Es consciente del asesinato que está cometiendo contra la Madre Naturaleza.
Y
creer que por tener dinero y poder, ese hombre se olvida que todas las cosas
hay en la Naturaleza no están hechas por azar.
Que
cada especie que ocupa su lugar en la rueda de la vida, y tiene un rol que
cumplir como ser viviente.
Pese ese hombre que se ilusiona en tener poder destruye su propia naturaleza y la existencia.
El
hombre destruye su hábitat con verdadera saña, odia la bellísima morada en que
vive, las criaturas que le acompañan y también, desprecia a los que cohabitan
con él.
Ese
pedazo de carne con dos ojos, por ambición, acaba con las plantas que son su
abrigo y producen alimentos, medicinas, agua, sombra, madera para hacer
hogares, actuando sin el menor
agradecimiento y la más mínima consideración.
La bacteria humana como es calificado el hombre, destruye y aniquila a la Naturaleza, a pesar que todo lo material que tiene y disfruta es producida por ella.
Ese
ambicioso y destructor bombardea la tierra con monóxido de carbono, quien con
su actitud negativa y dañina afecta a todos los seres vivos que se le atraviese
con fuerza destructora.
Pese ese hombre que se ilusiona en tener poder destruye su propia naturaleza y la existencia.
La bacteria humana como es calificado el hombre, destruye y aniquila a la Naturaleza, a pesar que todo lo material que tiene y disfruta es producida por ella.
Y así pudiéramos hacer una relación de cuanta cosa destruye el hombre, las de otras que intenta destruir en su paso por la tierra y cada generación, como si fuese la última persona que fuera a existir.
Tanto es el afán destructor del hombre, que intenta por igual destruir su pasado y el pasado histórico y los patrimonios de la humanidad.
Se impone que hay que tener respeto por la naturaleza, porque esa es la clave de la supervivencia de la Humanidad, es el reino de la naturaleza la que hay que cuidar por ser la resistencia y de esperanza para los humanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario