Antonio Peña Mirabal, santiaguero y ahora ministro de Educación.
Por Marcelo Peralta.
Santiago, R.D.- El nuevo ministro de Educación fue
sastre.
Graduado de Contabilidad, pero le gusta la
Psicología.
Es el único varón en la familia.
Las demás son hembras.
Antonio Peña Mirabal, es un hombre de perfil
bajo.
Amante de la lectura y los números.
Pero, si volviera a nacer que cambiaría la
Contabilidad por la Psicología.
Le gusta descubrir cómo el cerebro humano es capaz
de gobernar todo el cuerpo.
El ministro de Educación es hijo de Román Antonio
Peña y Ana Rita Mirabal ambos ya fallecidos quienes procrearon a 4 hijas,
después llegó él y luego tres hermanas más.
Narra que mucha gente le dice, bueno, tú eres el rey
de la casa, pero nunca fue así, mis padres siempre nos dieron el mismo trato.
Naturalmente, al haber tantas mujeres uno se
involucró en las cosas de ellas hasta sin quererlo.
Eran 7 hembras y 8 con mi madre, y mi papá y yo los
únicos varones.
Súmale a eso cuando llegaban las primas, de repente
había 15 mujeres en la casa y solamente dos hombres”, narra entre risas.
Cuenta que no tuvo un trato preferencial ni
privilegiado, muy por el contrario, sostiene que sus padres lo condujeron por
el carril correcto, y agrega: “Jugué con mis hermanas a mamá y a papá, a la
cocina, juegos de esa época, y no ocurrió nada, porque siempre hubo
delimitación muy clara de parte de ellos”.
Dice extrañar cuando se bañaba a la orilla del Yaque
del Norte.
“Recuerdo que cuando llegaba de la escuela, comía y
hacía un combo con los primos y se íban para el río, ese es un tiempo
inolvidable que lo extraño bastante, pero eso cambia al crecer”.
A
pie
Como su padre fue sastre, siempre se lo llevaba para
que le ayudara por lo que cree eso lo ayudó a forjar la personalidad que hoy
tiene.
Recuerda que su padre se levantaba a las 5 de la
mañana a coser en una máquina de pedales y una hora más tarde lo levantaba para
que le ayudara a hacer ruedos de pantalones y abrir costuras.
“Me enviaba a media mañana a la prensa y la
lavandería, porque estudiaba en la tarde, para planchar los pantalones”, dice.
Recuerda que iba y retornaba de la lavandería a pie,
la cual quedaba distante a unos tres kilómetros de la sastrería.
Según él, todo esto contribuyó a forjarlo en su
carácter y personalidad.
Relata que su padre Román Antonio Peña le dijo que
no heredaría su oficio, así que solo le enseñó a pegar un botón y otros
aspectos puntuales, porque entendía que si le enseñaba a ser sastre no
escalaría más.
Esa
decisión la agradece eternamente.
Dijo que su papá estaba tan enfocado en que
estudiara una profesión que le buscó los garantes, pues estudió con un crédito
en la Carrera de Contabilidad en la Pontificia Universidad Católica Madre y
Maestra (PUCMM).
Explica que se decidió estudiar Contabilidad porque
era muy bueno con los números, al punto que cuando cursó su último año de
bachillerato lo hizo en Ciencias Matemáticas y en esa ocasión le exoneraron las
pruebas finales.
Esto lo motivó a estudiar esta carrera, pero tiempo
después se dio cuenta que existían otras profesiones donde se usan más los
números que la de su elección.
“Si tuviera que nacer de nuevo no estudiaría
Contabilidad, porque esta era una carrera de proceso muy bien definido y donde
todo está hecho y lo único que se debe hacer es confirmar y verificar que se
estén haciendo y punto”, sostiene.
Su
llegada a cargos públicos.
Antes de entrar a trabajar al sector público Antonio
Peña Mirabal había desempeñado distintos cargos en el sector privado.
Además
tenía su propia oficina.
Dice que la primera vez que laboró en la
administración pública fue en la dirección Administrativa financiera de la
Cámara de Diputados, de octubre de 2006 hasta junio de 2009, en la gestión de
Julio César Valentín.
Luego pasó al sector eléctrico, como director de
recursos humanos de Edeeste.
Laboró junto a Celso Marranzini.
Trabajó en el Ministerio de Educación y luego nombrado
en PROMESE hasta que este domingo el presidente Danilo Medina lo nombró ministro
de Educación.
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