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El legendario general José Cabrera adalid de la Restauración.


 
En el sector de Gascue en la ciudad de Santo Domingo había una calle para rendir tributo al general José Cabrera Gómez porque no lo conocían y designaron con el nombre de  Mahatma Gandhi.

Por Marcelo Peralta.

Santiago Rodríguez, R.D.- A pesar de su encarnizada lucha por la defensa de su país en la guerra Restauradora, el General José Cabrera Gómez ha sido relegado.
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Habría nacido en la comunidad Higüerito en Santiago Rodríguez.

Era hijo de Agustín Cabrera y la doméstica Juliana Gómez.

Participó en las guerras contra Haití; permaneció un tiempo inactivo, hasta que fue de los primeros en oponerse a la proclamada Anexión a España en 1861 que aprobó el presidente Pedro Santana.
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Dice la historia que el día 1 de junio de 1861 Cabrera Gómez se unió a Francisco del Rosario Sánchez, quien al frente de una expedición desde Haití entró a territorio dominicano cruzando por Hondo Valle, Vallejuelo y El Cercado.

Conocedor de las regiones fronterizas, Cabrera Gómez facilitó la comunicación entre Sánchez y el general Santiago Rodríguez, que se mantenía al tanto de los planes de la expedición y estaba dispuesto a brindar su apoyo.

Al ser derrotados, Cabrera Gómez logró salvar la vida casi de milagro y se refugió en Haití.

En abril de 1862 cruzó de nuevo la frontera desde La Vissite y Ouanaminthe a territorio dominicano para luchar por la reconquista de la Independencia.

Fue perseguido hasta la loma de David por el general Campillo, el sádico verdugo de los habitantes de la Región Noroeste, pero logró burlar a sus perseguidores.

No aceptó la amnistía dada por el régimen español y se quedó en territorio dominicano con sus compañeros más cercanos de armas, Gume Fortuna y Pablo Reyes y la de un escaso número de combatientes con la intención de hostigar a los colonialistas.

Desde lugares secretos establecían contacto con el grupo comandado por Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción y Santiago Rodríguez que planeaba la reanudación de la guerra desde el suelo haitiano.

Cuando Lucas Evangelista de Peña asaltó el 21 de febrero de 1863 la plaza de Guayubín, Cabrera Gómez se distinguió como uno de los más audaces combatientes.

Derrotada esa acción, rechazó las garantías ofrecidas por las autoridades españolas y huyó a la zona fronteriza, refugiándose en una loma que desde entonces se conoció con su nombre, lo mismo que una población actual.

Allí estuvo hasta el 16 de agosto de ese año cuando al fin pudo hacer contacto con el grupo dirigido por Rodríguez, Monción y Pimentel.

Junto a ellos cruzó la frontera norte y en la Loma de Capotillo, situada en la frontera norte con Haití, enarbolaron la Bandera Nacional Dominicana, confeccionada por el sastre Humberto Marsan, en lo que se conoce como el Grito de Capotillo, que dio inicio a la guerra que restauraría la Soberanía entregada por el presidente dominicano Pedro Santana.

Fue de los jefes principales que iniciaron las acciones ese día al atacar y tomar la plaza de Sabaneta.

Formó parte del asedio a la ciudad de Santiago, en el que fue jefe del Cantón de la Otra Banda y más tarde, también cumplió misiones en San José de Las Matas.

El 16 de septiembre de 1863 viajó con Santiago Rodríguez a la frontera y estuvo por Bánica y Las Matas de Farfán en la región sur.

Un oficio del Ministerio de la Guerra, fechado el 2 de noviembre de 1863, le ordenó estar listo para comandar una columna que operaría en San Cristóbal.
Poco después estuvo de vuelta en el Noroeste.

En la Línea comandó el campamento de los patriotas en Manzanillo, y peleó contra los españoles que desembarcaron con el general De la Gándara en Montecristi el 17 de abril de 1864.

Tras la caída del gobierno del general Gaspar Polanco, en enero de 1865, fue de los restauradores perseguidos por el presidente Pedro Antonio Pimentel.

Ante la liberación, siguió su honrosa trayectoria de hombre de armas y de patriota.

Restaurada la República, el General José Cabrera Gómez se retiró a un predio agrícola donde se ocupaba de sus labranzas, aun cuando fue nombrado comandante de Armas en Dajabón, pero se mantenía atento a cualquier llamado del Gobierno Provisional Restaurador.

Se vinculó al Partido Liberal y combatió al régimen de los 6 años de Buenaventura Báez.

Mientras que en el año 1869, cuando Báez y su dictadura antinacional buscaban afanosamente la anexión del país a los Estados Unidos, Cabrera Gómez reafirmó su calidad de patriota rectilíneo y tomó Sabaneta temporalmente por asalto.

Dicen que murió en la pobreza un día 14 de marzo en un lugar llamado Peladero, Provincia Montecristi, aunque hay otra versión en que afirma que falleció en Las Aguas y que sus restos fueron sepultados en el cementerio de la ciudad del Morro.

Más respecto al general José Cabrera Gómez.

Las denominaciones en memoria del general José Cabrera inicialmente se limitaron a su apellido y por esa razón quizá no ha sido bien recordado a pesar que se le han rendido significativos reconocimientos.

En 1891 cuando la sección de Tres Amarras, jurisdicción de Matanzas, quedó elevada a Puesto Cantonal, se designó Cantón de Cabrera.

Al municipio, perteneciente a la provincia María Trinidad Sánchez, se le ha seguido llamando Cabrera.

Así ocurrió en 1934. Se le asignó una calle en su honor, pero fue bautizada sencillamente Cabrera.

En años recientes se ha colocado completa su identidad y aunque la generalidad no sabe de quién se trata, al menos se menciona al glorioso guerrero de las luchas por la Independencia y la Restauración dominicanas, vencedor en los cerros de Capotillo el 16 de agosto de 1863.

Esperó largos años que se le restituyera el homenaje de 1934 pues el 19 de abril de 1961 le quitaron su nombre a la calle que lo recordaba en Gascue para rendir tributo a Mahatma Gandhi y aunque se anunció que se llamaría Cabrera otra vía, la decisión estuvo largo tiempo relegada.

Hoy se le llama José Cabrera a una vía del ensanche Ozama.

Grandes exaltaciones. 

Del general José Cabrera hay abundantes exaltaciones y pocos datos personales.

Vivió pobre y olvidado pero cuando murió, el 14 de marzo de 1884, la prensa nacional, aunque publicó sus carencias y abandono se pronunció ampliamente en el elogio al soldado que empuñó el sable del valiente con el entusiasmo del patriotismo.

La Gaceta Oficial del 6 de abril de ese año es la que ofrece mayores ponderaciones del héroe legendario pero no deja de apuntar: “José Cabrera vivió ignorado en aquellos alrededores silenciosos hoy y siempre memorables de Capotillo”.

Se dio todo a la Patria “y tuvo pecho de bronce para la pelea”, agrega, significando que regresó al pobre y apartado hogar “lleno de cicatrices y cubierto de resplandores, sin más recompensa que la dicha de haber cumplido con su deber”.

“Esos hombres, esos héroes, llegan a borrarse de la imaginación de sus contemporáneos… Cabrera ha muerto en el silencio del hogar.

Jamás gobierno alguno de los muchos que se sucedieron de entonces acá recibió una queja contra él ni una súplica en su favor”.

Según la publicación, el general rehusó los honores en vida “y prefirió el silencio de la selva solitaria a la vanidad de las riquezas y a los goces mentidos de las ciudades”.

Lo describe libre de ambiciones, batallador, esforzado y servicial y tanto este como otros trabajos afirman que vivía de los pocos recursos económicos que solía suministrarle el general Benito Monción.

Cuando concluyeron las guerras restauradoras se quitó la espada “colgándola para siempre en el hogar”.

En Capotillo, añade, escribió la primera página de su breve pero brillante historia, y en Capotillo terminó el batallador denodado para comenzar la vida del ciudadano laborioso y pacífico”.

Las mismas aseveraciones se leen en La República sobre el adalid de la Restauración que después de dar “el grito inmortal de Capotillo” se sumió “en la más completa oscuridad, aquel a quien el pueblo, siempre ingrato con sus redentores, tenía echado en el olvido, aquel cuya modestia fue más grande y enaltecedora que todas esas ridículas y efímeras grandezas adquiridas en la lucha contra los hermanos”.

Él describió su osadía como “una bobería”, en una conversación en  que el héroe Pina celebraba su valor.

El Eco del Pueblo describe al benemérito general de avanzada edad, “reducido a los achaques por las dolencias que desde meses atrás le venían acabando…”.

“Pobre era cuando principió su carrera en las lomas de Capotillo, y pobre también ha bajado al sepulcro”, dice El Eco, que destaca las actuaciones de Cabrera en todas las luchas por la soberanía.

Narra que, “belicoso por naturaleza”, en el delirio de su agonía pedía a los suyos que le trajeran sus armas.

Pocos datos personales. José Cabrera nació en Higüerito, en las afueras de Sabaneta por el año de 1810, hijo de Agustín Cabrera y Juliana Gómez, según Pedro Archambault.

Y era nativo de Dajabón según Manuel Rodríguez Objío, consigna Emilio Rodríguez Demorizi en Próceres de la Restauración.

Ausente del país en 1861, “volvió a sus lares entrando por la Línea en abril de 1862.

Figuró en el asalto a Guayubín el 21 de febrero de 1863, comienzos de la guerra restauradora”, agrega Rodríguez Demorizi.

“Tuvo la gloria de ser de los caudillos de la gesta de Capotillo. Firmó el Acta de Independencia de 1863. Fue jefe del campamento de Manzanillo, peleó allí en el desembarco de las tropas españolas. 

Figuró en varias de nuestras revoluciones”, anota Emilio Rodríguez Demorizi. Murió en Las Aguas, Montecristi, el 14 de marzo de 1884.

En ninguno de los documentos consultados se mencionan familiares de Cabrera.

El prócer cubano general Enrique J. Loinaz del Castillo escribió una página en homenaje a Cabrera en El Porvenir del 22 de agosto de 1891 y Federico García Godoy compuso unos versos a sus glorias que aparecieron en El Teléfono de septiembre de 1888.

“No turbó la ambición su grande alma/ ni el mezquino interés en ella cupo/ de gran guerrero mereció la palma/ y ser dechado de civismo supo.

 /No lo guarda soberbia sepultura/ ni el mármol eterniza su memoria; /qué quiere eso decir si ella fulgura/ con viva luz en la inmortal historia”.

Dicen que los restos del general José Cabrera aún reposan en Montecristi.

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