Negro Veras.
I.- Explicación Previa
1.- El ser humano reacciona ante un hecho
dependiendo de diferentes factores; se comporta partiendo de su condición
clasista, concepción ideológica y hasta por su edad. En ocasiones la respuesta
a un estímulo emocional es el resultado del estado de ánimo que ha conmovido a
la persona.
2.- En el medio social se presentan
situaciones que para unos son de gran importancia por las consecuencias que
entrañan, mientras que para otros carecen de trascendencia. Lo que es de
envergadura para fulano de tal, para zutano es insignificante, es visto como
una trivialidad cualquiera. De ahí que se dice que cada quien tiene su punto de
vista; que las cosas dependen del enfoque, el cristal con que se miren.
3.- Algunos lectores pueden pensar que
mentalmente estoy viviendo dos siglos atrás; que soy un despistado que de todo
hago escrúpulo o pretendo pintarme como santurrón de nuevo cuño, pero debo
precisar que me he motivado a escribir el presente artículo por una foto que vi
y me impactó.
II.- La mujer embarazada de ayer
4.- En el ambiente que nací y me
desarrollé como persona, una mujer embarazada era motivo de mucho respeto. Ella
daba la impresión de ser un espíritu celestial; era vista como algo angelical
que reunía las condiciones de un ser bendito. La preñada siempre era vista como
símbolo de reverencia y veneración terrenal.
5.- Antes, en cualquier lugar que hacia
acto de presencia una ciudadana encinta, los presentes se volcaban hacia ella
con toda delicadeza, en deferencias, otorgándoles las comodidades más adecuadas
a los fines de que se sintiera con placer. Cada quien trataba de demostrar a la
mujer con una criatura en su vientre que ella era lo más primoroso.
6.- Partiendo de la representación de la
imagen que me formé de la mujer en estado de gestación, su figura todavía la
idealizo respetable; que por su honorabilidad es alguien a quien hay que hacer
sentir distinguida; de significación social. Digna de cualquier merecimiento.
7.- Para mí la mujer embarazada es
recatada; ejemplo de pudor, decencia y vergüenza. La figuro siempre decorosa,
al margen de toda tacha, sin ningún viso de inmoralidad; que guarda con rigor
las virtudes que adornan a los seres humanos íntegros, llenos de castidad.
8.- Confieso que estoy condicionado para
siempre ver la mujer embarazada con una conducta que motiva a conducirse ante
ella con la más alta caballerosidad; entregándole toda bondad, cortesía y
magnanimidad. El que es excelente en cualquier aspecto debe tratar con la
hidalguía de que es acreedora a la que va a echar al mundo de los vivos la
futura criatura.
9.- Creo que el que es joven, ha
envejecido o se siente maltratado por los años, debe darle a la mujer en
condición de dar a luz el mismo miramiento que a su propia madre. La palabra
cordial, complaciente y encantador surgieron para ser aplicadas a la mujer en
estado de embarazo.
10.- Todo aquello que hace posible liberar
a la especie humana de pesares y aquietar su desesperación, tiene que estar
reservado especialmente para la mujer que se encarga de forjar, concebir al
niño o la niña que ha de ser el fruto de sus entrañas. Dar vida solo puede ser
obra de la mujer que ha estado preñada. Basta con decir que “la maternidad es
la razón de ser de la mujer, su función, su goce, su salvación”.
11.- Mi pensamiento está dirigido a ver en
la mujer preñada a la persona merecedora de suavidad, que hay que hacerla
sentir que merece toda clase de primores; manejarse ante ella con dulzura,
ternura y buen tono. Ella nunca debe dar demostración de que se siente tratada
con tosquedad, indelicadeza, descortesía ni desconsideración.
12.- Por lo que he expuesto resulta que a
la mujer preñada la he elevado a la divinidad; la he endiosado de tal forma que
cualquiera puede pensar que las damas preñadas me han pagado para deificarlas;
que las he ensalzado de tal forma que las presento santificadas, listas para
ser colocadas en el centro de todos los altares.
13.- La exaltación que he hecho de las
embarazadas es fruto de mi formación personal, de la visión que tengo de la
vida, el mundo y por el apego a mis ideas. Pero debo confesar que no soy ningún
iluso para creer que la conducta del ser humano de ayer es la de hoy, y que el
comportamiento que asume la preñada de ahora es igual al proceder de la de
ayer, como se comprueba por la vivencia que voy a narrar.
III.- La lectura de una foto que me
impresionó
14.- Para el convencimiento del ser humano tiene más
valor un yo lo vi que un millón de me dijeron; la práctica es más convincente
que la teoría. Los ejemplos vivos tienen más significación que la especulación
para explicar la existencia de un fenómeno social.
15.- La forma de nuestro proceder hoy, con relación al
de ayer, a tres o cuatro generaciones de dominicanas y dominicanos nacidos
anteriormente, les resulta fácil comprender el cambio de conducta operado.
16.- Hace unos días, mientras caminaba por
una de las principales calles de la ciudad de Santiago de los Caballeros, al
momento de pasar por el frente de un negocio vi en una de sus vitrinas la
exhibición de la fotografía de una joven embarazada acostada boca arriba y
desnuda. Mi reacción fue de asombro, quedé pasmado, totalmente sorprendido.
Confieso que por primera vez en mi vida vi algo semejante.
17.- El choque que me produjo la citada
foto es de carácter personal, pero la lectura que saco de esa imagen va más
allá de mi simple percepción y espanto. La reproducción del cuerpo desnudo de
la embarazada tiene un componente que hay que analizarlo por encima de la
decisión de ella fotografiarse y mostrarse al público.
18.- Una joven embarazada decirle a su
esposo o compañero sentimental que le tome una foto para conservarla como
recuerdo de su proceso de gestación, no es nada del otro mundo. Pero una mujer
preñada visitar un centro fotográfico, desnudarse, solicitar ser retratada y
autorizar que la fotografía sea puesta a la vista del público, es un asunto que
entraña una conducta extraña en la dama preñada, y si semejante proceder se
generaliza entonces la cuestión tiene un carácter de habitualidad generacional.
19.- La información de que dispongo es que
se ha hecho algo frecuente en jovencitas embarazadas fotografiarse desnudas y
solicitarle al dueño del estudio fotográfico que exhiba la foto. El hecho de
que este proceder se haya hecho común y corriente nos dice que hay todo un
segmento de la sociedad dominicana que moralmente lo ve normal. De seguro que
nunca le pasó por la mente a la abuela de la joven fotografiada, estando
embarazada, posar boca arriba desnuda para fotografiarse y luego pedir que la
foto fuera puesta a la vista del público. Se convierte en algo cultural la
actuación que se ejecuta como costumbre arraigada de una generación en una
época determinada.
20.- La sociedad dominicana de hoy,
al igual que la esclavista y la feudal de ayer, tiene su moral que responde a
la base económica que sirve de sustento al sistema social bajo el cual estamos
viviendo, y le son inherentes la prostitución, el robo, la corrupción y otras
taras que le acompañan. En un medio social degradado hay que ver como algo
cotidiano cualquier acto repugnante a la decencia.
21.- De la misma forma que en la antigua
Roma se aceptaba que el esclavista le diera muerte a sus esclavos, en un
ordenamiento social como el dominicano para amplios sectores de la sociedad es
moralmente aceptable todo aquello que no conspire contra el sistema, sin
importar que para materializarlo se haya recurrido a la mentira, el engaño, la
trampa, la deslealtad, la difamación, la represión, la corrupción, la
criminalidad y a otros medios deleznables. “El fin justifica los medios”, es un
principio jesuítico de oro para cualquier sistema basado en la opresión social,
la desigualdad y la degradación ética y moral.
22.- Al hacer este trabajo no me pasa por
la mente creerme un mojigato o melindroso. Pura y simplemente he querido hacer
uso de un caso concreto, la señora embarazada, retratada y exhibida desnuda,
como demostración de la nueva época que vive el país en el orden moral. No hay
que ser cursi ni remilgado para saber que la conducta de los dominicanos de hoy
es diferente a la de los de ayer.
23.- Estoy casi seguro que a muchos padres
no les causa ningún rubor ver a su hija bailando desnuda en un centro de
diversión privado. En algunos hogares de aquí el papá y la mamá no se sienten
abochornados por el hecho de que sus descendientes se comporten ajustados a la
moral de hojalata que sirve de guía al accionar de todo un abanico de fuerzas
económicas, políticas y sociales. Cada familia tiene un criterio muy particular
con relación a las normas éticas y morales y las manejan a su mejor
conveniencia.
24.- Los degradados moralmente son
indiferentes a las actuaciones de sus vástagos, pues para ellos los fundamentos
de la moral son movibles; los toman en consideración dependiendo de qué lado se
mueve la mercancía dinero. Constituye un estorbo hablarles a los degenerados de
que la sociedad dominicana está sustentada en normas éticas adecuadas para los
cafres, la cual está dominada por la idea de que “la moral no es otra cosa que
las precauciones que se toman para transgredirla”.
25.- Porque estoy convencido de que la moral está
determinada por el régimen económico y social y tiene un carácter histórico,
hace tiempo que conociendo algo de la moral que guía a la sociedad dominicana
de hoy, algunos actos como la foto exhibida de la embarazada me sorprenden,
pero sé que tienen su caldo de cultivo en el sistema predominante aquí.
26.- La forma de vida no se impone, se ejecuta
conforme lo aprendido en el hogar, de ahí que hay que retener la idea de que
“la moral erige un tribunal mucho más alto y temible que el de las leyes. Sus
órdenes no se satisfacen con sólo que evitemos el mal, sino que prescriben que
obremos el bien; no sólo que permanezcamos buenos, sino que lo seamos. Porque
ella, la moral, no se funda en la opinión pública, a la que es posible de
engañar, sino en nuestra propia estimación, que jamás nos engaña”. La joven de
la fotografía la engañaron en la educación doméstica, y ella no traicionó su
conciencia.
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