Manuel Díaz Aponte.
Manuel Díaz Aponte, periodista.
Especial para Diarioglobalrd.blogspot
Existe temor y preocupación entre las familias
dominicanas que observan atónitas cómo miles de haitianos indocumentados
ingresan al territorio nacional sin ningún control migratorio.
Andan por como perros por su casa, a cualquier hora y
lugar desplazándose libremente ante la mirada de una población dominicana que
se pregunta para qué ha servido el plan de regularización de extranjeros
ejecutado por el Gobierno que ha costado millones de dólares a los
contribuyentes.
Estamos ante una gravísima situación social donde el
desbordamiento migratorio haitiano parece que ha salido del control de los
esquemas de seguridad del Estado. ¿Qué nos espera entonces en la República
Dominicana?.
Con ese cuadro se hace difícil olvidar aquellos 22
años fatídicos de dominación haitiana en suelo patrio mancillando no tan solo
la identidad nacional, dignidad y orgullo como nación libre de toda dominación
extranjera.
Hay comunidades donde prácticamente la mayoría de sus
habitantes son haitianos, y peor aún, el principal polo turístico del país que
es Bávaro, Punta Cana, está siendo arrabalizado ante la masiva presencia de
inmigrantes ilegales.
El asentamiento humano con caserío improvisado está
creando un grave problema en los alrededores de los centros hoteleros de Punta
Cana y Bávaro, no tan solo porque se desnaturaliza el entorno ambiental y
visual de esa hermosa zona en la región Este sino porque también contribuye a
dar una pésima imagen a los turistas que nos visitan.
¿Qué esperan las autoridades para actuar y repatriar a
los miles de haitianos que diariamente cruzan la frontera huyendo del hambre y
miseria prevaleciente en su país?
¿Por qué la comunidad internacional ha sacado de su
agenda las opciones que durante años se venían estudiando para ir en auxilio
del territorio haitiano?
¿O que es ya han decidido que sea la República
Dominicana quien cargue definitivamente con la desgracia económica y social de
Haití?.
Es un principio soberano de cualquier Estado proteger
a sus ciudadanos y territorio y velar por sus intereses frente a una eventual
amenaza extranjera.
El flujo migratorio de extranjeros hacia la República
Dominicana igualmente registra una buena presencia de venezolanos que han
salido de su país por la crisis política y económica vigente.
Seguridad Nacional
Nuestra Constitución es clara al plantear en su
artículo 128 dentro de las atribuciones del presidente de la República, que
podrá hacer arrestar o expulsar, conforme a la ley, a los extranjeros cuyas
actividades fueren o pudieren ser perjudiciales al orden público o la seguridad
nacional.
En reiteradas ocasiones antisociales haitianos se han
visto involucrados en robos, violaciones sexuales y asaltos en distintas
localidades del país.
El gobierno de Colombia por ejemplo, ha solicitado a
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), mirar el drama de la
presencia de millares de venezolanos que diariamente penetran a suelo colombiano
huyendo de la pobreza en su país.
Las autoridades colombianas entienden que ya es
imposible seguir permitiendo el ingreso masivo de los venezolanos por la carga
económica y social que ello representa.
La comunidad internacional específicamente la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) tiene que plantearse la adopción de políticas de
protección a ciudadanos extranjeros que salen de sus respectivas naciones
huyéndoles al hambre y la pobreza.
Lo ideal sería que se buscaran alternativas internas
en esos países que incentiven el empleo y la generación de riquezas para así
evitar el éxodo masivo hacia territorios vecinos.
El gobierno dominicano tiene que hablarle bien claro
al país sobre cuáles son los reales propósitos de los organismos mundiales
frente a la terrible problemática de los vecinos con quienes compartimos la
Isla de la Hispaniola.
La preocupación de la población dominicana por la
insostenible masiva migración de haitianos hacia territorio nacional debe
alcanzar una respuesta contundente de las autoridades.
Con frecuencia haitianos ilegales se ven involucrados
en actos delictivos como robos, asaltos y violaciones sexuales en localidades
del país. En muchos casos, ni siquiera los medios de comunicación difunden esos
hechos delictivos.
La sensación prevalesciente es que el gobierno se ha
dejado “torcer el brazo” de los organismos internacionales que desde hace años
vienen proponiendo prácticamente una fusión de ambos territorios.
Las potencias mundiales se han olvidado de Haití y no
se aprecia por lo menos en este momento ninguna iniciativa orientada a su
reconstrucción, especialmente después de la devastación que sufriera Puerto
Príncipe tras el terremoto del 2010.
La sociedad dominicana tiene que levantarse y advertir
al mundo la tragedia que representa la masiva presencia de haitianos en la
tierra de Juan Pablo Duarte.
Pequeños productores agrícolas nacionales han tenido
que abandonar sus cultivos ante el robo y violencia que protagonizan haitianos
en las zonas rurales.
La corrupción y la incontrolable inmigración haitiana
son dos de los males políticos y sociales que con más intensidad inquietan a la
sociedad dominicana.
No es posible que representantes de iglesias en el
país estén abogando para que las autoridades abran las fronteras de par en par
a la migración haitiana, como se viene haciendo incluso desde el púlpito de
esas instituciones religiosas.
Muro en la Frontera
Ya el gobierno del presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, ha comenzado a construir su prometido muro en la frontera con México,
lo que podría incentivar a que otros países latinoamericanos contemplen también
esa posibilidad para frenar el flujo migratorio.
¿Sería una alternativa efectiva la construcción de un
muro en la frontera dominico-haitiana?
Algo hay que hacer porque peor es contemplar con las
manos atadas un serio problema que a corto o mediano plazo podría traerle mucha
sangre y dolor al sufrido pueblo dominicano.
El presidente Danilo Medina debe aprovechar su
discurso en la Asamblea Nacional para orientar y calmar los nervios de muchos
dominicanos que contemplan el progresivo deterioro de nuestra soberanía
nacional.
Este 27 de febrero en que conmemoramos el 174
aniversario de la Independencia Nacional debe ser motivo para la reflexión
profunda de todos los actores de la sociedad dominicana.
¡Que el espíritu patriótico de Juan Pablo Duarte
ilumine el accionar del liderazgo nacional!.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Sábado 24 de febrero del 2018.
Sábado 24 de febrero del 2018.
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