Este fue el ramillete de flores que Calole recibió el domingo Día de Las madres y a esta hora está dentro de un ataúd.
Por Marcelo Peralta
La población de Sabaneta ha
visto partir en silencio al infinito a una de las mujeres más emblemática en la historia de ese terruño.
Doña Calole Quezaba, sirvió
por años décadas limpiando paredes, aulas, sillas en el Liceo Secundario
Librado Eugenio Belliard para mantener a sus hijos e hijas.
En tiempos de movilizaciones que se hacían contra el gobierno de Joaquín Balaguer,
Doña Calole Quezada y Don Chiche Tineo conserje y portero en el liceo Librado
Eugenio Belliard, enfrentaban a guardias y policías artillados hasta los dientes para defender a estudiantes.
Fue una madre abnegada, que luchó para ver a su familia realizada, a quienes formó con hábitos y costumbres quienes hoy son ejemplos a emular.
Transmitió valores, hábitos a los estudios, convirtió en profesionales, gracias
a ese esfuerzo y que nunca se doblegó a pesar de las circunstancias adversas.
A pesar de llevar las
obligaciones del hogar, cumplir con su trabajo, al cansancio, dificultades, nunca
perdió la esencia de reír y de ayudar a sus vecinos.
Consejera de hombres,
mujeres, adolescentes y jóvenes, a quienes valoraba y trataba con respeto.
Bondadosa, solidaria, amable,
respetuosa y dando cariño, amor y confianza al necesitado.
A la hora de la verdad, es donde se busca el “a sí mismo”. Fue defensora de los más débiles, que es donde se define lo de ser fiel al amigo y a su propia sinceridad.
Doña Calole fue como las
aguas del río que hacen sus propias riberas; sus ideas legítimas; los propios
caminos y conductos por donde se guíen.
Fue una mujer que pensó en
grande para salvar a su familia.
Pasó años difícil, se
sacudió de lo pequeño para proyectar hacia lo porvenir, y hoy, el progreso de sus
hijos se evidencia en el sacrificio que forjó como madre.
A las mujeres fuertes como lo
fue Doña Calole les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el
viento que se opone a su ascenso.
Ayer fue madre trabajadora.
Hoy está dentro de un ataúd en una funeraria y mañana estará dentro de un
sepulcro en donde encierran, sin saberlo, a un corazón que no les hizo daño a
nadie.
Al sepulcro se va toda una mujer noble, trabajadora y se lleva muchas historias que contar. Pero, así de frágil es la vida.
Murió de día y con las luces
encendidas y llegará de noche a la casa del Señor para ver cómo enciende la luz
de sus seres amados.
Hay ocasiones en que el
llanto ofrece más beneficios que la risa fingida.
Doña Calole fue una guerrera
y abandonó la Tierra para seguir sus batallas desde la casa del Señor para proteger a sus seres queridos.
Si aceptáramos qué vulnerable
es la vida, trataríamos a los semejantes de manera más humana.
Calole fue una mujer alegre,
a sabiendas que la risa es el antídoto contra los venenos del espíritu.
El cáncer te arrancó la vida,
pero tuviste tiempo para esperar hasta el último regazo y hablar con tus seres
amados.
Ahora, te vas, quizás donde
nadie te conoce, pero, en este globo terrenal deja la riqueza que siempre
amaste, luchaste, protegiste, cuidaste, respaldaste que son tus hijos, familias
y amistades sinceras.
Aunque se hayas ido, sin embargo,
en la Tierra, de tu querida Sabaneta, deja la llama que encendiste y que nunca se
apagará.
Descanse en paz Calole.
Solidaridad a los seres que
dejaste.
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