El gobierno del presidente Donald Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y anunció que su administración mudará la embajada de los Estados Unidos, de Tel Aviv a esa ciudad.
“No podemos resolver problemas si repetimos los mismos errores,
los problemas requieren nuevos acercamientos”, así fue como inició el
presidente su anuncio. “He decidido que es tiempo de reconocer a Jerusalén como capital de
Israel”.
Señaló que otros mandatarios de los Estados Unidos habían
fallado al tomar esta decisión que, desde su punto de vista, no afecta las
negociaciones para lograr la paz entre palestinos e israelíes, sobre lo cual dijo que su administración apoya
“dos Estados”.
“Le ordeno al Departamento de Estado de mover la embajada de Tel
Aviv a Jerusalén… (que será) un tributo de paz”, indicó. “No estamos dejando a un lado
nuestro compromiso para lograr un acuerdo de paz, no estamos tomando una
decisión particular por un Estado”.
Esta acción es considerada por líderes internacionales y
expertos como un movimiento arriesgado para alcanzar la paz entre Israel y Palestina,
uno de los compromisos del mandatario estadounidense cuyos esfuerzos ha
liderado su yerno y asesor, Jared Kushner.
“No estamos dejando a un lado nuestro compromiso para lograr un
acuerdo de paz”, reiteró teniendo como testigo a su espalda al vicepresidente Mike Pence. “No estamos
tomando una decisión particular por un estado”.
Las críticas sobre el anuncio surgieron desde antes de concretarse, tanto en
Medio Oriente como en Europa, incluso desde China y del Papa Francisco, todos bajo el
temor que la medida podría desencadenar una ola de violencia en toda la región.
El propio Rex Tillerson, secretario de
Estado de los EEUU, reconoció que la Unión Europea vio esta decisión como una
amenaza para la paz en Medio Oriente.
En 1980, Israel declaró a la ciudad como su capital y los
palestinos designaron a Jerusalén del Este como la sede de su Estado, aunque
ninguna potencia reconocía esos reclamos, por lo que la decisión del presidente
Trump toma relevancia.
La Liga Árabe y los palestinos ya se habían pronunciado contra
la decisión de la administración de Trump sobre la reubicación de su embajada
de Tel Aviv a Jerusalén, diciendo que la medida obstaculizaría cualquier futura
negociación de paz y podría dar lugar a una nueva ola de violencia, publicó la
agencia de análisis geopolítico, Straftor.
“El traslado de la embajada sería señal del reconocimiento por
parte de los Estados Unidos de que Jerusalén es la capital de Israel, a pesar
de los reclamos palestinos de Jerusalén Este”, publican los expertos.
“Al brazo de seguridad del
Departamento de Estado, el Servicio de Seguridad Diplomática, se le ha dicho
que esté al pendiente de protestas potencialmente violentas en las embajadas y
consulados de Estados Unidos una vez que el gobierno del presidente Trump
anuncie que trasladará la embajada en Israel a Jerusalén”.
Associates Press confirmó que el presidente palestino Mahmoud Abbas consideró
que el anuncio del mandatario estadounidense “era una declaración para dejar a un lado el proceso de paz.
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