Dario Gómez.
Llega otro diciembre sin luz.
16 años hace que el senador Darío Gómez fue asesinado.
La sociedad no duerme en paz y prosiguen las razones
para que pida a las autoridades esclarecer las causas reales y quién
mandó a asesinar al legislador por Santiago Rodríguez.
Los familiares aún están esperanzados que se aprese a alguien planificó arrancarle la vida a ese brillante,
sobresaliente, ciudadano ejemplar y representante congresual.
Desde el gobierno deben darse señales de que hay interés para investigar y
descubrir a los orquestadores de fraguar este horrendo crimen.
La espinita quedará siempre dentro del zapato y se moviliza cada diciembre.
Cada año, su madre Delfina Martínez viuda Gómez, cifra sus esperanzas
de que las autoridades competentes profundicen en las investigaciones del
fatídico hecho y traduzcan ante los tribunales a los que habrían planificado
este crimen.
Hay que entender que en su corazón prevalece la corazonada y con
una herida abierta, que no ha podido cicatrizar esperanzado que quienes
planificaron este bochornoso hecho de sangre sean descubiertos y sancionados.
Ella, con el dolor de madre,
lo que anhela es, que este caso no quede impune como ha sucedido con otros.
Los autores del crimen de Darío
Gómez no deben quedar sin ser sancionados drásticamente.
Hay que imponer sobre sus espaldas
el peso de la justicia para que esas lacras sociales no sigan eliminando
personas y llenando de luto a muchas familias dominicanas.
Si existen personas que pagaron dinero para eliminar físicamente
al doctor Darío Gómez, en pleno ejercicio de sus funciones de Senador, es un
deber ineludible de las autoridades aclarar para despejar dudas sociales y
familiares.
En un país en donde se dice
que hay democracia, es una obligación del espectro gubernamental investigar
hechos tan repudiables como al que hacemos alusión.
El senador Gómez Martínez, del
Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fue herido a tiros en la casa de un
amigo en un supuesto asalto la noche del 11 de diciembre de 2001.
La muerte se produjo el 14 de
diciembre del 2001 mientras estaba grave en la Plaza de la Salud en Santo
Domingo y en pleno gobierno del PRD dirigido por Hipólito Mejía.
Había sido objeto de varios
intento de atentados en que hombres desconocidos lo siguieron y pincharon los
neumáticos de su vehículo.
A pesar de todos esos asomos,
desde las instancias del poder no se tomaron las medidas preventivas.
Muchas conjeturas se tejen
respecto a este hecho que deben ser esclarecidas.
Involucrados.
Un grupo de forajidos fueron
implicados y acusados de matar al legislador.
Fueron identificados como
Ernesto Antonio Meléndez Vásquez (a) El Chino, Carlos Manuel Gerónimo Alfonseca
(a) Carlos Collares o Ki, Pedro Urbano Piña (a) Kelly, Ramón Antonio Rosario Taveras
(El Gringo) y Domingo Daniel Minaya Jiménez o Pedro Domingo Lugo (a) Domingo La
Ford o El Mago.
Esos imputados, de quien la
sociedad duda fueron acusados de violación a los artículos 56, 265, 266, 379,
383, 383, 384, 385, 309-3, letras a y b; 295, 296, 297, 298 y 302 del Código
Penal y los artículos 39, 40, 50 y 56 de la Ley 36 sobre porte y tenencia de
armas de fuego.
Ojalá, algún día este salvaje
hecho se aclare para que la sociedad dominicana y los habitantes de la
provincia Santiago Rodríguez duerman en sosiego.
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